Nobel de Medicina y el misterio del tráfico celular

¿Cómo hacen las células para transportar con precisión el material que producen?

Cada célula es una fábrica que produce y exporta moléculas. El sistema de transporte de las células funciona como un buen sistema de transporte público, donde el tráfico de moléculas debe estar cronometrado a la perfección para que no haya problemas.Sin esta exacta organización maravillosa, las células podrían caer en el caos y llegar a producir enfermedades neurológicas, inmunológicas y diabetes.

Para explicar esto basta saber que la insulina se produce y libera en la sangre, y que señales químicas llamadas neurotransmisores se envían de una célula nerviosa a otra.Estas moléculas se transportan por todas las células en pequeños paquetes llamados vesículas.

Estas últimas son pequeñas burbujas de grasa que contienen el producto de las células. En ellas se puede enviar diversos materiales como enzimas, neurotransmisores y hormonas. O pueden fusionarse con la superficie exterior de una célula y liberar su contenido al resto del cuerpo.

Los recientemente laureados con el Nobel de Medicina descubrieron los principios moleculares que gobiernan el envío de esta carga al lugar y la hora correcta.

En los años 70 Randy Schekman empezó a trabajar en el transporte celular de levaduras, descubriendo los genes que controlaban las vesículas.

Años más tarde, James Rothman estudió el tráfico vesicular en células de mamíferos, descubriendo que era una proteína la que permitía que las vesículas llegaran y se fusionaran con las membranas.

El trabajo de Rothman también sirvió para descubrir que existe un origen ancestral evolutivo en el sistema de transporte, pues algunos de los genes que identificó Schekman en la levadura también estaban presentes en las células de mamíferos.

El alemán Thomas Südhorf dio un paso más allá al establecer que las moléculas de las señales neurotransmisoras son emitidas por vesículas que se unen a la membrana exterior de las células nerviosas mediante la maquinaria descubierta por Rothman y Schekman.

En los años 90, este investigador descubrió como, mediante iones de calcio, las vesículas responsables cumplen con precisión temporal y exactitud su cometido de transporte de señales.

Al conocer su premio, Schekman recordó las dificultades que tuvo en los albores de su carrera que incluso le impidieron obtener fondos de investigación. Contó que al comenzar a editar la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias, algunos de sus colegas llegaron a decirle “ahora puedes publicar esa basura tuya”. La “basura” de las vesículas se multiplicó y le alcanzó para ganarse el Nobel.

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