Reducir la brecha de conectividad para alcanzar una República Digital

La crisis del Covid-19 nos está enseñando que estar conectados es más importante ahora que antes. Venimos hablando hace tiempo del acceso a Internet en todo Chile, y de contar con fibra óptica que nos permita transmitir datos de manera más rápida y casi de forma instantánea. No obstante, la pandemia ha dejado al descubierto las falencias que tenemos como país.

Por ejemplo, sólo el 50% de los estudiantes en Chile tiene Internet en su casa, según informó el ministerio de Educación. Lo mismo ocurre con miles de alumnos que no cuentan con un computador o dispositivos móviles para conectarse a la web o sólo tienen un aparato en casa cuando tienen más hermanos o parientes y necesitan compartirlo en los mismos horarios.

La desigualdad que reflejan estas cifras es evidente y medible, por lo que es perfectamente abordable en base a métricas para estimar el tamaño de la brecha digital de acceso y de equipos para lograrlo, y así avanzar para emparejar la cancha, dado el acceso a Internet de forma segura, rápida y confiable no solo debe estar garantizado para algunas comunas de la Región Metropolitana, sino que para todo el país.

El desafío de la “inclusión digital” es uno de los pilares que se debe robustecer si es que queremos alcanzar a algún día a las sociedades desarrolladas.

En relación a lo planteado, contar con una buena señal de Internet, conocimientos para desenvolverse en este mundo digital y plataformas para hacer los trámites gubernamentales, hoy no son un lujo ni un capricho, sino que una necesidad básica para sobrellevar esta "nueva normalidad" o "nueva realidad".

Para lograrlo necesitamos de una buena "matriz digital" que garantice el acceso seguro, rápido y confiable a Internet, ya sea de forma fija o móvil.

Para esto es fundamental avanzar en la "urbanización digital" del país, con cables de fibra óptica, tanto terrestres como submarinos, para llegar hasta los lugares más apartados, incluidas nuestras islas. Estos cables permiten luego salidas a torres de antenas de empresas de telefonía móvil para permitir: accesos con 3G, 4G y a futuro 5G e iluminar sectores con WiFi provista por el Estado para dar el acceso gratuito a Internet, en áreas de uso común o públicas.

Asimismo, se requiere urgentemente un "Estado Digital" que les resuelva los problemas a los ciudadanos de forma rápida y efectiva, con todos los trámites en línea e incluso con el derecho a relacionarse exclusivamente de forma online con los servicios públicos para evitar las largas filas y los trámites presenciales burocráticos, que son muy peligros en los tiempos de crisis sanitaria.

Con respecto al punto anterior, el Estado debe entregar una identidad en que prime la "confianza digital" con los ciudadanos, lo que en algunos países se logra con un carnet de identidad con chip que permita detectarlo por un dispositivo asociado a un computador o smartphone, junto a una contraseña, tal como lo es la "Clave Única" y para ciertas transacciones más seguras un tercer factor, que normalmente es un código de autorización enviado al teléfono.

Siguiendo esta misma línea, el Estado tiene que definir el modelo de interoperabilidad de los datos y los mecanismos de protección de la información, desde la protección de los datos personales hasta la ciberseguridad que hoy es más relevante que nunca luego de los acontecimientos que han ocurriendo en Chile, utilizando como referencia el modelo europeo conocido como General Data Protection Regulation (GDPR).

Otro aspecto importante es la cultura digital, que comienza con la "alfabetización digital" a edad temprana. Los niños son expuestos a dispositivos móviles conectados a Internet y al dejarlos solos se convierten en huérfanos digitales.

La educación primaria, secundaria y superior también tiene que adoptar los ajustes necesarios para que la tecnología digital forme parte de la malla.

Debemos ser capaces de cambiar de usuarios de tecnología digital a desarrolladores de ésta y disminuir la brecha de género en esta materia, ya que las mujeres representan 14% de las matrículas de las carreras ligadas a los campos de la ciencia (Science), la tecnología (Technology), la ingeniería (Engineering) y las matemáticas (Mathematics). Conocidas como STEM (por sus siglas en inglés).

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