Pidiéndole peras al olmo

Este 2012 será un año marcado por las elecciones municipales, sabiendo que está en juego no sólo el cargo de máxima autoridad municipal, sino la recepción de la ciudadanía respecto a la inscripción automática, el voto voluntario, así como también el nivel de adhesión de la gente a sus autoridades.

A través de los medios de comunicación la opinión pública ha sido testigo de una verdadera fiebre por las primarias (las internas del mundo de la concertación, la emblemática de oposición al alcalde Labbé en Providencia, etc.), sin embargo los datos reales demuestran que un bajo porcentaje de los posibles votantes de una comuna elige a esos candidatos.

También hemos visto cómo los partidos políticos han utilizado figuras públicas presidenciables (el caso de la municipalidad de Pencahue con el ministro Golborne o la ex presidenta Bachelet en muchas comunas) para posicionar candidatos desconocidos para los vecinos. Estas prácticas se verán acentuadas en la medida que nos vayamos acercando al día de las elecciones.

Ante todos estos hechos se encienden las alarmas.

Se hace urgente, que en tiempos previos a una elección municipal, exista un debate serio y responsable sobre el lugar que ocupan las municipalidades en nuestra democracia.

Algunas preguntas para despertar el debate.

¿Son efectivamente las municipalidades el gobierno local?

¿Son autónomas del gobierno central? ¿Cómo ejercen los alcaldes su rol de autoridad?

¿Cómo es la calidad de la participación ciudadana en estas?

¿La gestión municipal es eficaz? ¿Cuál es el grado de representación de los alcaldes de su comuna y sus vecinos?

Hay una premisa que es clave a considerar: las elecciones municipales y el rol que ejerce el gobierno local, no son lo mismo para todos los sectores de la población.

Mientras para algunos es una decisión de aseo y ornato, mantención de áreas verdes y pago de patentes, para la mayoría de la población se decide el espacio donde se desarrollan las políticas públicas y sus propias oportunidades de desarrollo. Por lo mismo la institución pública que los más pobres consideran más cercana son las municipalidades.

Paradójicamente estos sectores donde el rol del municipio se vislumbra como más relevante, son los que cuentan con peores instalaciones, presupuestos y mayores grados de saturación debido a la alta demanda. No se puede culpar a tal o cual municipalidad por su desempeño sino que, más bien, hay una estructura estatal que no confía en el gobierno local y su autonomía.

Por otra parte, al despertar preguntas para un debate, es clave la figura de la autoridad municipal.

No da lo mismo si el alcalde de turno ejerce su liderazgo cual “patrón de fundo” considerando a los vecinos y ciudadanos como meros clientes que hay que estar sosegando con “cajitas de mercadería” que, comúnmente, se reparten en su mayoría en tiempos de elección.

O si el alcalde efectivamente se sabe representante y animador de la organización comunitaria, estableciendo equipos de trabajo que forman ciudadanía y responsabilidad real por el bien común, sabiendo que su función busca potenciar que la tarea de una comuna fraterna, justa y digna no depende exclusivamente de él sino de toda la comunidad.

Por lo mismo, invitamos a todos aquellos que tienen la intención de presentarse a candidatos por cualquier comuna, a considerar la opinión pública, la ciudadanía y su comunidad local como verdaderos ciudadanos sujetos de derechos y responsabilidades y no como meros clientes o votos que se pueden comprar con regalos absurdos o haciendo espectáculos con el personaje del reality de turno o del mundo de la farándula.

Es preciso – y aún estamos a tiempo- que le subamos el nivel a la elección municipal y que hagamos de este proceso un verdadero acto democrático en vistas de pensar y re pensar, si fuese necesario, porqué la municipalidad puede y debe ser una verdadera escuela formadora de ciudadanía.

Por último, cabe señalar que, si bien este artículo deja entrever una mirada más bien crítica y con sesgos de pesimismo por cómo opera el mundo municipal, hay que destacar que muchas municipalidades funcionan de manera ejemplar siendo en muchos casos instituciones heroicas, es decir, no se puede seguir la premisa de que donde hay más financiamiento hay mejor gestión, sino que muchas veces tiene que ver con el espíritu que anima su compromiso social y público.

En ningún caso el objetivo de nuestra reflexión es menospreciar el trabajo cotidiano y silencioso de las municipalidades sino invitar a un cuestionamiento sobre el sentido de nuestras instituciones para mejorar de esta manera el servicio que las mismas prestan a la comunidad entera.

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