Cuando el jurado mete la pata

La 59 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián ha concluido.

Donde hubo glamour ya solo quedan imágenes para la historia. Lo más desolador no es ver las calles de la bella ciudad vasca  desiertas, sin alfombra roja y sin focos que apunten a diestro y siniestro; lo más triste que nos queda a los que realizamos una maratón de nueve días de películas es lo desafortunado del fallo del jurado.

Por su culpa, esta vez, el final del certamen no ha sido precisamente feliz.

En los cinco años que asisto a este certamen categoría A y donde la afición masiva por el cine es envidiable, nunca imaginé tanto desacierto a la hora de repartir los premios.

Los siete miembros del jurado, presidido por la actriz estadounidense Frances MacDormand, se han cubierto no precisamente de gloria al premiar con la Concha de Oro como mejor película a la española “Los Pasos Dobles”, dirigida por Iñaki Lacuesta.

Se trata de una cinta que puedo calificar de “pintoresca” tanto por lo que trata como por la escasez de logros cinematográficos que se ven en los 85 minutos que dura su proyección.

En esta desconcertante e inteligible cinta, filmada en Mali, confluyen ficción y documental y en ella se pretende contar a modo de fábula, leyendas y mitos la búsqueda de unas pinturas ocultas en un bunker enterrado bajo la arena por un pintor francés que existió realmente a mediados del pasado siglo.

Deslumbrado por tanto exotismo o tal vez emocionado por una historia en la que se retrata supuestamente la vida y costumbres de un pueblo africano remoto, el jurado le otorgó el máximo galardón.

Con ello se olvidó de la magnífica película mexicana “Las razones del corazón”, de Arturo Ripstein, el estilo minucioso del británico Terence Davies, con su obra “The deep Blue”, o la española “No habrá paz para los malvados”, de Enrique Urbizu, favorita del público.

Resulta comprensible que el veterano y genial Arturo Ripstein hiciera sus maletas de prisa y corriendo y dejara Donostia de madrugada al enterarse que su película no estaba en la lista de premiados.

Para consuelo del realizador mexicano, esta película como otras suyas, se verán en veinte, treinta o más años, como un exquisito lujo. Mientras la Concha de Oro de este año desaparecerá sumida en el olvido.

A la hora de premiar al mejor director y actor tampoco el jurado dio en la diana.

Los galardones los otorgó a la película griega “Mundo injusto”, del realizador Filippo Tsitos.

Con estos premios el jurado actuó como si se tratara de una ONG al servicio de los más débiles. Para muestra lo que confesó el director griego al recibir la Concha de Plata: Ninguno de los actores cobró por su trabajo ya que no había dinero. Por tanto, estos premios les vienen como anillo al dedo.

Menos mal que para enmendar la plana, los siete magníficos del jurado premiaron como mejor actriz a la española María León, por su papel en la película “La voz dormida”, que trata de los fusilamientos de mujeres durante los primeros años de la dictadura franquista.

Para consuelo del director japonés KORE-EDA, se le otorgó el premio al mejor guión por la película “Kiseki”, “Milagro”, en español.

Otro premio justo que nos alegró de verdad fue para la francesa Julie Delpy por la acertada dirección coral de la irónica, alegre y entrañable película “Le Skylab”. Julie Delpy recibió el Premio Especial del festival.

Siempre he elogiado a la organización de este festival. Pero esta vez quiero dejar constancia de un desacierto que nos toca de lleno.

Dos de las tres películas chilenas a concurso en la sección Horizontes Latinos, “Ulises” de Oscar Godoy y “Anónimo”, de Renato Pérez Arancibia fueron mal programadas.

El pase para la prensa de estas dos cintas se fijó para las doce de la noche. Una pésima hora. Lo peor fue que el pase de “Anónimo” se programó para el último día del festival, cuando prácticamente a ningún crítico le quedan fuerzas para trasnochar.

Añado que esto no ocurrió con la totalidad de las otras cintas en concurso. Y el ejemplo es “Las Acacias”, película argentina que finalmente obtuvo el premio Horizontes Latinos y que se exhibió con bombos y platillos y mucha promoción a hora estelar. Saquen conclusiones....

Ahora quiero referirme al cine chileno.Si bien no obtuvo premios sí destacó sobre la media.

“Bonsái” de Cristian Jiménez puntuó alto en las preferencias del público y ya tiene distribuidora en España.

“Sentados frente al fuego” de Alejandro Fernández Almendras emocionó y sacó aplausos del público. Competía en la sección Nuevos directores.

“Ulises” de Oscar Godoy, es un acertado ejemplo en cuanto a ofrecer otra mirada de la emigración, fenómeno mundial.

Para mí, la grata sorpresa en esta selección chilena que nos representó en San Sebastián ha sido “Anónimo”. Una película que habla muy bien de Renato Pérez Arancibia. Un joven realizador que con su primer largometraje demuestra dominar con maestría las claves del thriller sicológico.

Durante 90 minutos el espectador se convierte en acompañante de un ex presidiario que intenta enterrar su pasado y ser aceptado por la sociedad. Se trata de un paseo al límite y sin respiro del protagonista. Grata sorpresa esta película y también una gran revelación el actor Mario Ossandón.

Por último, añadir que en la sección “En Construcción”, reservada para películas en proceso de producción, se presentó el largometraje “Joven y alocada” de Marialy Rivas.

Anticipo que esta película dará que hablar, por sus imágenes, por las palabras que se escuchan y por la protagonista.

Y una sugerencia a quienes sean seleccionados para la próxima edición del festival Internacional de Cine de San Sebastián...Vengan bien arropados en cuanto a promoción, publicidad y contactos. Por muy bueno que sea el producto sin marketing de poco les servirá el viaje.

Bueno, no debo ser descortés...

Visitar San Sebastián es siempre una fiesta. Con cine o sin el. Por la gastronomía, por el paisaje, por el flamante Museo de San Telmo o por el Mueso Balenciaga, en Guetaria.

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