El cine que viene

Junior tiene nueve años y un pelo rizado. Y eso no le gusta. Él lo quiere liso. Como el que tiene su ídolo de la canción. Es que Junior quiere ser artista cuando mayor.Su madre no ve con buenos ojos esa obsesión y sospecha que su hijo es raro.Diferente.Sin embargo, hay otro asunto que inquieta a la mamá de Junior.Ella ha perdido su trabajo, tiene que alimentar a dos hijos sin padre y está obligada a sobrevivir en una ciudad violenta, áspera e implacable con los perdedores.

Pelo Malo, es el nombre de la película premiada con la Concha de Oro en la 61 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Dirigida por una mujer, la venezolana Mariana Roldón, esta producción se impuso a otras doce que competían en la sección oficial. Cintas que representaban a cinematografías potentes, como Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido e incluso España.

El jurado, entre cuyos miembros estaba la actriz chilena Paulina García (inconmensurable Gloria) se ha dejado atrapar `por una película modesta pero grande por la historia que narra. Y que no se circunscribe a la ambigüedad sexual, al machismo aún vigente o a la pobreza. En 93 minutos, Pelo Malo muestra al espectador los laberintos de una sociedad en la que las desigualdades dejan sentir sus garras sin piedad y donde hay que aferrarse a un clavo ardiendo, si es preciso, para no sucumbir.

La crítica se ha visto obligada a reconocer que una película pequeña y sin alardes de modernidad se haya alzado con un galardón tan apetecible.

Al que no debe extrañar ni sorprender el triunfo de una película venezolana es al director del festival, José Luis Rebordinos, que ha expresado su interés incondicional por las producciones latinoamericanas. Él, como otros, cree que es en esta región del mundo donde hoy se hace el cine más novedoso en cuanto a temas e incluso técnica.

San Sebastián es el certamen categoría A que más proyecta cine de América Latina.

La frescura, el desparpajo, la sutileza o el riesgo han puesto en el punto de mira a los ojeadores de Sundance, Tribeca, Palm Springs, Edimburgo o Austin que se han paseado estos días por la bella ciudad vasca.

Trevor Groth, programador del renombrado festival Sundance declaraba que en Estados Unidos existe gran entusiasmo por el potencial de las películas en español, y lo más importante es que al festival de San Sebastián llegan títulos unidos por el idioma pero de géneros y orígenes muy distintos.

Es seguro que estos buscadores de obras peculiares han encontrado más de una para exhibir en sus certámenes. Por ejemplo, la mexicana Club Sandwich, película minimalista de Fernando Eimbcke y que narra con escasos medios y mucho talento las vacaciones de una madre soltera con su hijo adolescente en un balneario de México. Complejo de Edipo y de Electra se dan la mano en esta cinta donde hay lugar para la sonrisa y la sorpresa. El jurado le ha otorgado la Concha de Plata al Mejor Director.

Basta decir que en la competición oficial participaban consagrados como Bertrand Tavernier, Atom Egoyan o Denis Villeneuve, por tanto, el premio a Eimbcke sabe a gloria.

Es cierto que en el festival de San Sebastián no se vieron obras maestras pero no por ello ha desmerecido la selección realizada. Los que saben de festivales aseguran que esta edición superó al de Venecia y se equiparó con los de Cannes y Berlín. Todo un logro en los tiempos de sequía que vive el cine.

Y llegado a este punto me atrevo a pronosticar éxito asegurado para algunas películas que se proyectaron en las diferentes secciones.

Comienzo la lista por Gravity, producción made in Hollywood del director mexicano Alfonso Cuarón. Drama espacial, claustrofóbico, con astronautas de postín, George Clooney y Sandra Bullok, y donde los espectadores sentimos la sensación de volar bajo y entre las estrellas a miles de kilómetros de la Tierra...por obra y gracia de la 3 D.

Y ya que estoy con la tercera dimensión, Futbolín, animación que lleva la firma de Juan José Campanella y que atraerá especialmente a niños y adolescentes amantes de los deportes.

No deja fuera a la española Las brujas de Zugarramurdi, de Alex de la Iglesias, donde se unen espectáculo, barroquismo, esperpento y costumbrismo. Un aquelarre de diversión.

A falta de películas de amor y lujo, como las de antes, en San Sebastián tuvo buena acogida Le Week-end, premio al mejor actor para el británico Jim Broadbent. Otra película que alegra la vida a los espectadores es About Time, de Richard Curtis, premiada en San Sebastián por el público.

Para amantes del cine policíaco o de acción recomiendo Prisioneros, donde el actor Hugh Jackman (Premio Donostia de Honor, junto a la española Carmen Maura) interpreta a un padre de familia que se transforma en un energúmeno cuando le secuestran una hija.

Menciono también como imprescindibles a Joven y Bonita, del francés François Ozon, una película que aborda con mucho estilo la prostitución de una adolescente; La postura del hijo, Oso de Oro en Berlín, un retrato mordaz a los nuevos ricos rumanos; y la japonesa Like father, like son, película del director Hirokazu Kore- eda, premiada en Cannes, y que narra la disyuntiva de un hombre al descubrir que el hijo que creía suyo no lo es.

Chile, una vez más, ha estado presente en San Sebastián.

En la sección Perlas, reservada a películas premiadas o elogiadas por la crítica internacional, Gloria, de Sebastián Lelio, recibió aplausos y elogios.

En Horizontes Latinos, donde ganó la brasileña O lobo tras da porta, compitió el joven director Matías Rojas Valencia con su primer largometraje, Raíz. Una película donde el paisaje del sur, la lluvia, los ríos y el viento sirven de telón de fondo a una joven y a un niño que quiere encontrar a su padre.El público aplaudió con intensidad al final de las proyecciones. Buen debut internacional de un realizador (que también participó en el Foro de Coproducciones con un proyecto) al que se augura un magnífico futuro.

También hubo representante de Chile en la sección Nuevos Directores. El árbol magnético, de la realizadora española Isabel Ayguavives, y protagonizada por Manuela Martelli, Consuelo Saavedra y Edgardo Bruna, entre otros. Trata del reencuentro de un joven que vive en España con su familia chilena tras largos años de ausencia.

Esta película y Raíz se proyectarán en el próximo festival de Cine de Valdivia.

De esta presencia chilena en el festival de San Sebastián destaco la participación de CinemaChile, institución que se encarga de velar para que nuestras producciones se promocionen dentro y fuera del país y logren el reconocimiento que se merecen. La venta, distribución y cobertura informativa son fundamentales para que se consolide el cine como industria y vehículo cultural.Magnífica idea.

Dejo San Sebastián con la certeza de que si bien no llegó la obra maestra que se esperaba al final se impuso lo correcto sobre la mediocridad y que el cine chileno, paso a paso, se abre camino en medio de una competitividad que obliga a superarse.

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