Incomparables mujeres, Gabriela, Juana y Alfonsina

En estos días recordamos que hace 80 años, en un encuentro memorable en Montevideo, las tres mayores voces de la poesía hispanoamericana, la argentina Alfonsina Storni, la uruguaya Juana de Ibarbourou y la chilena Gabriela Mistral se reunían en el marco de una escuela de verano de la Universidad de Montevideo para en palabras de Juana de Ibarbourou “hacer confidencias de la misteriosa maternidad del verso”.

En aquella reunión de Montevideo las tres poetas se prodigaron mutuas palabras de admiración y respeto. No eran simples palabras para la ocasión.

Gabriela llama a Alfonsina “Hermana siamés mía, en virtud de la cordillera” y la describe como la mujer “de piel rosada, pequeña de estatura, muy ágil y con el gesto, la manera y toda ella, jaspeada de inteligencia”. Entre otras muestras de afecto, encontramos en su libro Desolación el extraordinario Poema del Hijo dedicado a Alfonsina Storni. 

Juana de Ibarbourou por su parte, refiriéndose a la presencia de las poetas trasandinas dirá: “aquí están las dos (en) esta ciudad que ha hecho de las fiestas del espíritu casi sus fiestas nacionales”. Para ella Gabriela es una figura prócer, la “que realiza la unidad del continente por el milagro de su corazón y de su genio”, (…) ella es “la diosa tutelar de esta tierra que ama con toda su sangre indio-española”.

Alfonsina Storni por su parte dirá que “mi presencia aquí quiere significar un homenaje a la uruguaya y a la chilena, a Gabriela y Juana, y en ellas mi adhesión a la mujer escritora de América”.

Por su parte la Mistral, admiradora de Juana, “dueña de la llave inefable de nuestra raza, es decir, con la fórmula de la feminidad americana”, dirá que “su misterio es el peor, el de lo luminoso y no el de lo sombrío, y burlaría al propio Doctor Fausto”.

En su conferencia Gabriela Mistral advierte al público que no será fácil contar los secretos de esta escritura de mujeres. De Alfonsina dice que “no ha sido otra que la jugarreta deliciosa del sueño de una noche de verano”, y advierte que, “cuando más soltará una pequeña prenda de la masa de sus secretos (…) y que su inteligencia afilada, como el alfiler que la japonesa lleva en el moño, se sacudió el extremoso romanticismo criollo”.

Sobre ella misma, con sentido del humor le dice al ministro de Educación uruguayo que ha organizado el encuentro: “Yo me temo que vaya a fracasar la linda intención del Ministro Aedo de someternos a una encuesta verbal, a una confesión clara, a un testimonio. Me temo que fracase a causa de nuestra malicia de mujeres y, sobre todo, de nuestro radical desorden de mujeres”.

Juana, por su parte dirá, “Yo sé que voy a decepcionar a muchos lectores desconocidos de esta inevitable confidencia de hoy. Decirles que no uso vestiduras flotantes, ni luces veladas, ni lámparas de oro, ni divanes cubiertos con pétalos de rosas...., o rizadas violetas, según la estación, es tal vez un desafío que puede costarme caro. Decir que mi torre de marfil es una amable habitación querida, en lo alto de mi casa, con dos grandes ventanas abiertas a la vida, al mar, a un paisaje terrestre lleno de árboles y de viviendas pobres”.

Ochenta años después hemos querido rendir homenaje a Gabriela, Juana y Alfonsina. Las tres poetas pertenecían a la misma generación marcada por el modernismo, nacidas entre 1889 y 1892 y las tres han sido figuras icónicas de sus respectivos países.

Sin embargo sus vidas seguirán caminos diferentes después de este encuentro.

Gabriela Mistral se inmortalizará con el premio Nobel de Literatura en 1945, el primero concedido a un latinoamericano y el segundo en la historia a una mujer.

Juana de Ibarbourou vivirá largamente hasta el año 1979 convirtiéndose en la primera mujer uruguaya sepultada con honores de Estado y Alfonsina pondrá trágicamente fin a su vida ese mismo año de 1938. En realidad no sé si trágica o románticamente, pues muchos dicen que caminó serena y lentamente mar adentro, como imaginamos también pudo ser el fin de Virginia Wollf , otra contemporánea autodidacta que habló con pasión  sobre la escritura de mujeres y que les recomendó a todas tener una habitación propia, un lugar de secretos, de absoluta intimidad.

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