¿La anti-cultura?

Sergio Canals
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Estamos en la anti-ciudad (llena de tacos y caos viales-políticos-intelectuales –económicos y viales) no imaginaria.

Cuando con pocos milímetros de lluvia se inundan los pasos bajo niveles, y hay que reparar de urgencia la pasarela más fea (¿y pesada?) que se ha construido sobre la avenida Manquehue,(aun no inaugurada porque “faltan los arreglos florales que la envolverán por completo”…por suerte…), debido a que tuvo “una falla menor (también, por suerte) en una de sus vigas”,(¿acaso se hundió?), y cuando estamos a punto de inaugurar nuestra “Torre de Eiffel” (quizás podría envolverse al igual que la pasarela),y cuando la concertación se parte en dos discutiendo si son buenas las primarias presidenciales o las encuestas, y el ministro “Gold”borne” (con respeto),toma la delantera en la carrera presidencial (sin primarias); y cuando se discute si es “reformita, ajuste, o reforma” la propuesta de cambios tributarios, y cuando nos llenaron por enésima vez de informaciones como la del “drama de Byron”, el niño de 11 años delincuente, y describieron en su corta historia lo obvio ,pobreza, drogas, abandono escolar precoz, el rol de la familia, alguna patología no diagnosticada, “exclusión social”, “malas juntas”, y la insuficiencia crónica de las instituciones y sistemas actuales para impedir el desarrollo de esta forma de vida como “círculo del delito”, (olvidando mencionar, la probada relación entre la desigualdad de oportunidades socio económicas y culturales con la delincuencia y enfermedades mentales),y los estudiantes (que no estaban tan muertos como ya pronosticaban voluntariosos enterradores políticos), lograban reunir nuevamente en una marcha por “ los cambios estructurales en el sistema educativo” , más de 50.000 personas, hablando de cultura, “la Legua aspira a convertirse en zona típica del país”.

Justo en el momento en que Vargas Llosa publica sobre la muerte de la “alta” cultura por la “banalización”, “la frivolidad” y el “espectáculo”, en su libro “La Civilización del Espectáculo”.

Según sus propias opiniones en entrevistas, ya que el libro aun no está en Chile, “como no hay manera de saber qué cosa es cultura, todo lo es, y nada lo es”. Lamenta entonces, que en medio de los tremendos cambios tecnológicos, científicos y materiales, la cultura “vaya a convertirse en un puro entretenimiento, dejando un vacío, porque nada puede remplazar a la cultura en dar un sentido profundo a la vida”.

Esto mismo habría alcanzado al arte, la política, las relaciones humanas y a la misma sexualidad, donde desaparece el erotismo que “convierte al acto sexual, en una obra de arte…”, dejándolo sólo en entretención frívola y objeto de consumo.

¿Sólo cultura de una elite intelectual aristocrática de la “burguesía ilustrada”, que retrocede en pronta extinción bajo la libertad legítima de “las masas que se entretienen”, y donde “los límites de la alta cultura y la cultura popular desaparecen”?, le responde, se pregunta y afirma a la vez, el escritor mexicano Jorge Volpi.

El sociólogo francés, Gilles Lipovetsky, el de la “Cultura Mundo”, dialogando con él, le señala que “…la sociedad del espectáculo ha masificado los comportamientos, pero que también ha dado un grado mayor de autonomía para desmontar el pensamiento hegemónico de los grandes intelectuales”…como la televisión… “Tumba de la alta cultura, pero también escenario de opciones para la gente”.

Al tenor del debate y de tamaños protagonistas, me atrevo a plantear brevemente, algunas ideas.

Ya en mayo de 1968, Guy Debord, en “La civilización del Espectáculo”, anuncia que… “toda la vida de las sociedades en que reinan las condiciones modernas de producción, se anuncia como una inmensa acumulación de espectáculos”.

Espectáculo como una “relación social entre personas mediatizada por imágenes”.Habría que agregar, por imágenes y emociones, con poco, o a veces, ningún espacio reflexivo crítico del pensamiento.

En esta sociedad de la masificación y nivelación espectacular, como se ha dicho, “el diseñador de una botas -con la lógica de lo “famoso”-, equivale a Shakespeare”, y lo que dice el Papa equivale a lo que dice Bono, puestos ambos en el mismo estadio lleno, y transmitidos por televisión al mundo.

¿Bach, Bono, Shakira, Schumann, Lady Gaga o Bob Dylan?

¿El Quijote o Harry Potter?

¿Un mural político de La Legua, o una pintura de Juan Francisco González?

Todos, porque todo, sí es cultura, por corresponder a maneras de ser, estar, expresarse y crear, como formas de modificar la realidad, sólo humanas.

Tradiciones, profesiones, costumbres, hechos, símbolos, conocimientos, arte, ciencia, técnica, economía, religión, mitos, ritos, filosofía, pintura, poesía, empresas, (y otros).

Pero no todo corresponde a obras culturales, que al decir de George Steiner, sean “intemporales e imperecederas”, con un significado “que trascienda la muerte”, que nos “interroguen”, sobre el bien, la verdad y la belleza, (aun a partir de sus contrarios), provocando “un cambio de vida”.

No todo conduce desde la democracia del cuerpo y ¿del alma?, a “la aristocracia del alma y ¿del cuerpo?”. No todo conduce a la“nobleza del espíritu”, al “cultivo del alma”, (y por ende del cuerpo, si uno es un sólo todo), y como fin último, a la “más alta forma de la dignidad del ser humano”.

Esa parece ser la diferencia entre la “banalidad y frivolidad de la cultura”, que se instala en la entretención y lo relativo, y la cultura que invoca Vargas Llosa.

La que desde la existencia misma, busca, se instala, y señala las formas de lo absoluto. Es decir, en la dignidad misma de lo que define a la persona, como ser humano que es.

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