Los 50 años del Quilapayún

El día 25 de abril se celebraron los 50 años del Quilapayún con un evento masivo ofrecido por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y auspiciado por el ministerio de Relaciones Exteriores.El espectáculo tuvo lugar en la plaza de la Constitución y aunó recursos teatrales, audiovisuales y musicales presentados en el estilo característico del grupo, en el que lo emocional y expresivo no excluye el humor, la poesía surrealista y la memoria.

A la celebración asistieron varios miles de personas que corearon las canciones del grupo y participaron activamente en el espectáculo. Este comenzó con la llegada del Quilapayún en un camión de los tiempos de la UP, con pancartas y letreros de la época.

Los momentos más celebrados del espectáculo, además de las canciones más conocidas del grupo, fueron el discurso de Allende interpretado por el Palta Meléndez, y la aparición de Pinochet personificado por un gigantesco mono inflado que recordó el famoso cerdo de los Pink Floyd y que, por lo demás, se mostró justo en el momento en que el Quilapayún hacía una cita de The Wall en medio de la interpretación de su famosa canción La muralla.

El concierto fue transmitido por streaming en radio Cooperativa y fue visto por miles de personas en todo el mundo. Los invitados fueron Manuel García, que se presentó como una figura llena de papeles que se fueron volando a medida que el artista se acercaba los micrófonos para interpretar el Cigarrito de Víctor Jara, y los Inti Illimani Históricos quienes fueron presentados por la propia ministra de Cultura y que espontáneamente dedicaron a sus compañeros de ruta el saludo de cumpleaños de Violeta Parra.

Un espectáculo lleno de sorpresas dirigido por Pato Pimienta y que sin duda quedará en la memoria de los asistentes y también, por supuesto, en la de quienes fueron sus principales protagonistas.

No faltó el recuerdo de Roberto Matta, de Víctor Jara, que apareció en un balcón de la Intendencia presentando su canción Te recuerdo Amanda, de Willy Oddó, histórico integrante del grupo fallecido trágicamente y de Luis Advis autor de la Cantata Santa María.

Fue una síntesis de la trayectoria del grupo, pero como ésta está entreverada con la historia de Chile, todos los temas fundamentales vividos entre 1965 hasta ahora fueron de alguna manera recordados: los detenidos desaparecidos, la lucha por los derechos humanos, el exilio, la lucha por la recuperación de la democracia, el retorno al país y hasta temas de actualidad como la corrupción de los políticos, que se mostró en el contenido altamente crítico del discurso de Allende y en la nueva letra de la canción La Batea.

La Plaza de la Constitución llena de gente, con la Moneda iluminada de fondo fue el marco más adecuado para un espectáculo como este, en el que la memoria de la tribu se unió al recuerdo de los logros artísticos del Quilapayún.

¿Por qué un grupo como este dura cincuenta años? Porque su vigencia artística nadie cuestiona, y porque a lo largo de todo ese tiempo no ha cesado de entregar respuestas que han interpretado a muchos ciudadanos de este país. Su trayectoria lo ha llevado con sus aciertos y sus errores por los mismos caminos que ha transitado nuestra historia. Desde un canto ingenuamente progresista, que soñaba con una revolución muy parecida a la cubana, hasta un compromiso partidista con el gobierno de Salvador Allende, que lo hizo incluirse en la tradición cultural de los trabajadores, para finalmente, durante el exilio en Francia, desembocar  en un distanciamiento más lúcido con propuestas originales y poéticas mucho más coherentes con la vocación universal de la cultura.

Desde el canto militante hasta la revolución y las estrellas, desde la política contingente hasta la poesía surrealista. Y toda esta evolución, que nunca ha renegado de lo hecho anteriormente, sino que lo ha incluido en las nuevas posturas, ha sido seguida y aprobada por miles de seguidores, que han comprendido que los cambios experimentados por el grupo siempre han sido los necesarios, los que las nuevas situaciones requerían, los que ellos mismos habían experimentado.

Desde un “Pueblo Unido” que en un comienzo excluía hasta a los demócratas cristianos, a un “Pueblo Unido” que hoy día no excluye a nadie, porque los principios democráticos prescriben que no se trata de anular al adversario, sino de buscar con él lo que es común y lo que por eso podrá asentarse como cimiento de una vida civilizada y armónica. Chile será construido por todos sus ciudadanos, no por un sector de ellos. La dictadura nos enseñó que no es por el camino de la violencia que se erige lo permanente. Y ahora mismo es precisamente eso lo que buscamos al plantearse la necesidad de una nueva Constitución.

Hay otros grupos musicales, es cierto. Pero aquí no se trata ni de mas ni de menos. Todos ellos han tenido un rol importante que cumplir en la cultura chilena. Por eso, celebrar los cincuenta años del Quilapayún ha sido justo y necesario.

¿Y qué mejor, que hacer de este reconocimiento a un grupo artística y culturalmente meritorio una fiesta ciudadana? Los que asistieron a ella quedaron con ese sentimiento en sus corazones.

Uno de los momentos más altos en la vida artística del Quilapayún, presenciado por sus más fieles seguidores, que esperan que esta historia continúe.

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