Más libros. Más libres

Sergio Velasco
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"Para viajar no hay mejor nave, que un libro", Emily Dickinson

Quizás nada de lo que escriba no se sepa, pero por sabido se calla. Pertenecemos a una era en que la ignorancia es proporcional al desarrollo del saber y el arrollador avance de la tecnología. El conocimiento se ciñe a nichos cada vez más estrechos y específicos, la especialización hace casi obligado que la cultura sea una quimera en vastos sectores de la sociedad moderna.

El pasado 23 abril se celebró el Día Internacional del Libro, iniciativa promovida por la Unesco, con el objeto de fomentar la literatura y la lectura, principalmente en jóvenes y niños. Antes que esta muera, prematuramente por desidia o abandono. No es cualquier fecha, tiene su marcado simbolismo histórico, conmemora la muerte de tres destacados escritores. Gigantes de la literatura, que dieron fama universal a la lengua escrita.

Me refiero a los reconocidos e indiscutibles, por sus obras literarias y sus azarosas vidas. Del portento inglés William Shakespeare y del afamado manco de Lepanto, Miguel De Cervantes; héroes de la literatura universal. Todo por haber fallecido coincidentemente un 23 de abril de 1616, Aunque es menester aclarar que Cervantes y Shakespeare no murieron el mismo día. España, la católica, se regía por el calendario Gregoriano. Inglaterra, protestante, utilizaba el Juliano, en consecuencia, existieron 10 días de diferencia.

El mundo intenta celebrar dicha inolvidable fecha con importantes ferias literarias de primer orden. Aprovechan el lanzamiento de nuevas obras y homenajes merecidos a emergentes escritores, que con su pluma mantienen viva la llama de la esperanza en el otrora poderoso texto.

Sin los libros, las mejores cosas de nuestro mundo se abrían esfumado en el olvido. Olvido premeditado para que muchos y muchas no conozcan el placer y la felicidad de leerlos. Aunque también en distintas épocas mentes desquiciadas los han censurado o incinerado, como si en ellos estuvieran los males del hombre, cuyo objetivo principal es abrir las mentes, en búsqueda de la verdad. Una verdad que se oculta, para mantener sumiso el pensar.
"Más libros Más libres" es una sentencia, que nos debe hacer reflexionar para siempre, en cualquier época y en cualquier difícil circunstancia.

Cervantes conoció en carne propia la ingratitud de su genialidad, fue humillado y encarcelado por los vaivenes del poder. Así con todo, en la pobreza misma, sin mecenas que lo proveyeran, descubrió al caballero de la noble figura, un personaje inolvidable de todas las centurias, "Don Quijote de la Mancha"; obra que hizo reír, llorar, soñar por su eterno mensaje lleno de humanismo a muchas generaciones de estudiantes.

Macabra justificación de los nobles de la época, "su necesidad le ha obligar a escribir, plaga a Dios, que nunca tenga abundancia, para que, con sus obras, siendo pobre, haga feliz a todo el mundo".

Los genios casi siempre han sufrido la soledad, pobreza, tristeza y abandono. El reconocimiento tardío llega cuando ya su figura se ha despedido de esta tierra, dejando un legado imperecedero, con la sangre, dolor y el sudor de su creatividad. El habla hispana americana ha producido excelentes escritores del cual nos enorgullecemos todos. Premios Nobel de Literatura como Miguel Ángel Asturias (1967), Gabriel García Márquez (1982), Octavio Paz (1990) o Mario Vargas Llosa (2016), quienes han honrado a sus respectivos países.

Chile, esta angosta nación desconocida, nos abrió las puertas al mundo literario con dos poetas nacidos de la tierra más profunda del país. Gabriela Mistral, la primera mujer latinoamericana en recibir el Nobel de Literatura (1945), cuando la mitad de la población chilena era analfabeta. Le cantó a las niñas y niños descalzas, y a todas las etnias originarias del continente, denunciando su exterminio. Pablo Neruda recibió el galardón en 1971. Con su "Canto General", abrazando al dolido y explotado sector de las y los trabajadoras, haciendo resaltar con poesía su conciencia social.

En nombre de tantos escritores anónimos, poetas y novelitas, dramaturgos, ensayistas y quienes ejercen el oficio, especialmente para seguir deleitando con el beneficio de leer, un llamado: "Autoridades pongan fin al IVA a los libros". Estoy seguro que se lo agradecerán.

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