Raúl Ruiz: homenaje a un creador inclasificable

Hace unos meses falleció lejos de Chile la actriz Carmen Bunster. Gracias a este mundo virtual en que estamos inmersos, la noticia publicada por los medios daba la oportunidad a los lectores para añadir comentarios. Algunos de ellos me sorprendieron.

“No sabía nada de esta señora” escribió un blogero.Habrá sido importante ya que hablan tanto de ella”, se atrevió a opinar otro. Los comentarios, de verdad, me provocaron tristeza. ¿Cuántos de nuestros creadores, intelectuales, artistas o investigadores, obligados a emigrar por circunstancias conocidas por todos o casi todos, hoy son ignorados o son unos grandes desconocidos para los chilenos? ¿Cuándo existirá para ellos el justo reconocimiento que se merecen en su país?

Chile no se inventó ayer.

El caso de Raúl Ruiz podría ser excepcional. El fue rey de esa terna de ases del cine chileno de finales de los sesenta que componían Helvio Soto y Miguel Littin.

Al imaginativo autor de la película “Tres tristes tigres” le dieron un Premio Nacional, proyectaron algunas de sus películas claves y se rescataron del olvido otras, a la vez que se le rindió emotivos homenajes, uno de ellos en el festival de Cine de Valdivia, a lo que hay que añadir la publicación de libros sobre sus creaciones e incluso tuvo la oportunidad de dirigir una obra cargada de ese barroquismo tan suyo en el festival Teatro a Mil de 2011.

Sin olvidar que pudo rodar nuevamente en el país en el que nació y del que nunca renegó.A pesar de lo que se comentó y escribió en su día con no cierta “mala uva”, como se dice en España.

Cuando han trascurrido meses de su muerte, Raúl Ruiz sigue siendo centro de interés para los cinéfilos, especialmente para aquellos interesados en descubrir las claves de su imaginativo mundo de metáforas, de dobles o mas lecturas, de fábulas, de fantasías, de versos y prosas.De un cine que no guarda relación con historias lineales y finales convencionales a los que el llamado cine comercial nos tiene acostumbrados.

Aquí en Madrid, la Filmoteca Española ha programado desde mayo a octubre una retrospectiva que incluye una extensa y cuidada muestra del amplio e intenso legado del director chileno.

El interés por el cine de Ruiz ya se ha visto compensado con el estreno mundial de su película póstuma y a la vez autobiográfica- La noche de enfrente- y la presentación de un libro que lleva su nombre y en cuya edición han participado destacados críticos y cineastas, además de su viuda, Valeria Sarmiento.

Hay que decir que la Filmoteca española ha seguido muy de cerca la trayectoria del realizador chileno. Ya en la década de los 80 le dedicó una retrospectiva. Esto quiere decir que los amantes del cine sí conocen al director Raúl Ruiz en su verdadera dimensión, no así el gran público debido a que han sido pocas las películas por él dirigidas que tuvieron una distribución comercial en España.

Valeria Sarmiento, viuda de Raúl Ruiz, también directora y encargada de montar las películas de su marido, comentaba ahora en Madrid que nunca pudieron entender esa falta de interés. Ella cree que en España se tenía la idea de que Raúl Ruiz era más francés que chileno- la o intercalada que le pusieron a su nombre pudo tener algo que ver en la confusión- por lo que era visto como una cineasta muy intelectual para los gustos hispanos.

A lo que se añade el afecto demostrado hacia él por Cahiere du Cinema, que para conmoción del mundo intelectual de los ochenta, tuvo la “osadía” de dedicar un número completo al director chileno. Un honor reservado para los grandes talentos. Y eso algunos no se lo perdonaron.

En cierta medida, su película Misterios de Lisboa, premiada en el festival de San Sebastián en 2010 y la posterior proyección comercial deshizo esa idea de INALCANZABLE o de EXPERIMENTAL que perseguía al director chileno.

Precisamente, el español Miguel Marías, crítico español, escribe en el libro homenaje a Raúl Ruiz- edición Cátedra-Filmoteca Española- que con la complejidad de sus películas Ruiz podían cautivar a unos, y provocar odio en otros.

Y añade que “por Ruiz se podrá sentir mayor o menor afinidad con sus mundos, sus intereses, sus trucajes, sus plásticas, sus cromatismos, sus arcaísmos, sus fantasías, sus retóricas, sus imaginerías, sus osadías, sus laberintos, sus bromas, sus astucias....pero su ingente obra debiera imponer respeto, aunque solo fuera por sus dimensiones, por el esfuerzo que implica, por la imaginación derrochada para hacer los más posible con los mínimos elementos y valiéndose de todos los recursos no ya del cine sino de otras formas de expresión, representación y narración inventadas por el hombre.”

Y cuánta razón tiene el español Miguel Marías. En La noche de enfrente, su película póstuma, su legado cinematográfico más íntimo, como reconoce Valeria Sarmiento, se reúnen novela, poesía,ensayo,teatro, pinturas, música, fábula , a los que se añaden géneros infravalorados , como pueden ser los culebrones o series de televisión, el cancionero popular o las sombras chinescas.

En este homenaje de varios meses de la Filmoteca Española, los que conocieron de cerca a Raúl Ruiz, críticos como Marías, Valeria Sarmiento, el compositor Jorge Arriagada o el productor François Margolin, han coincidido en que las películas del director chileno no son de una lectura sino de múltiples interpretaciones. Y es por ello que recién ahora, cuando sean revisadas, se podrá empezar a conocer la verdadera dimensión de su obra extensa e intensa.

Solo basta recordar que Raúl Ruiz dirigió unas 120 películas (o muchas más), sin contar montajes teatrales o de ópera. Y en cada uno de ellas estampó un sello que no puede ser comparado con nadie.

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