Cuestión de fe

El Loco Abreu se pasea divertido por el lobby del Holiday Inn de Santa Fe. Bromea con sus compañeros que, en el mismo lugar, comparten con sus familias. Cáceres sostiene entre sus brazos a un bebé de pocos meses, mientras las esposas hablan en voz baja.

Argentina, en el complejo de Colón, a pocos kilómetros del aeropuerto, llegó por avión después de muchas dudas. Los organizadores estuvieron a punto de poner en marcha un bus que solucionaría los problemas de traslado aéreo que han sido la tónica de esta Copa América recorriendo casi 700 kilómetros. En Santa Fe, el clima cambia, y rápido.

Hace un par de días había onda polar, ayer llovió con veinte grados. El cielo está encapotado y nadie se atreve a adelantar un pronóstico certero para el partido que más atracción provoca en los cuartos de final...

El partido también es una incógnita. El temor de los uruguayos es el cansancio.

Sus jugadores llegaron hasta el final en el Mundial de Sudáfrica, han tenido un año agotador y van dos temporadas sin vacaciones. Diego Forlán está desgastado por sus problemas en el Atlético de Madrid y también por sus líos personales. Y Edison Cavani, su principal figura en el exterior, está resentido desde el partido contra Chile, pero además sufre en el esquema de Tavárez porque juega muy lejos del arco.

Todo el mundo –los jugadores, sus familias, los periodistas y los empleados del hotel- hacen un alto para mirar por televisión la conferencia de prensa del Checho Batista, el entrenador de los argentinos, quien ratifica la formación que le ganó con holgura a Costa Rica. O sea, con Gago y Mascherano como volantes de corte, Di María enganchado, Messi, Agüero e Higuain en la ofensiva.

“Palito” Pereira es entrevistado en vivo para la TV y dice que es un equipo fuerte el trasandino, pero que Costa Rica no les cerró los espacios, que ahora será diferente.

Todo el mundo pregunta por Alexis Sánchez, enredado en una negociación perpetua por su traspaso al Barcelona.

En Mendoza, Chile trabaja en paz –cuando no hay zonda- y se prepara para enfrentar a Venezuela con cautela. Ayer Borghi ratificó su estilo pidiéndole disculpas a Farías, el DT llanero, por un malentendido: “yo no dije que quería ser primero del grupo para enfrentarlos a ellos, sino porque me parece muy importante el apoyo del público. Igual nos salió en mala: hay gente que está varada en el cruce por mal tiempo”.

Creo que en San Juan enfrentaremos a la selección vino tinto más poderosa de los últimos tiempos. Incluso más que la que le empató a Bielsa en las clasificatorias y que nos humilló el 2001 en el Nacional, la noche en que nadie quería comentar.

Y sí, estoy de acuerdo. Ahora comienza la Copa en serio.

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