Sociedad, confianza y fútbol

El Barómetro de la Felicidad, realizado por la Universidad Católica para Coca Cola deja establecida la baja confianza de los chilenos en vecinos, amigos y redes sociales.

La desconfianza afecta la construcción de capital social elemento clave para generar sociedades desarrolladas y personas felices.

Una de las herramientas que disponemos para construir confianzas es el deporte, actividad que fomenta valores personales. Es habitual escuchar que lo que potencia el liderazgo de entrenadores o caracteriza a equipos ganadores, son actitudes y climas de confianza.

Si estamos de acuerdo que el deporte es una escuela de confianza, el fútbol por su popularidad debiera ser el que más podría contribuir a instalar en nuestro país la confianza frente a lo extraño y a lo que no se conoce.

¿Asume el fútbol este desafío? Ciertamente que no. Como en todo el deporte chileno, la instalación de valores es una asignatura pendiente.

Esto no quiere decir que los deportistas chilenos carezcan de valores ni que no puedan ser ejemplos de dicha causa.

Lo anterior, simplemente reconoce que es más frecuente que el fútbol chileno sea escenario de conductas contrarias a la construcción de capital social.

Al hablar de escuela social e invocando el deporte en general y el fútbol en particular, los desconfiados avalan su conducta y los confiados se compran patente de ingenuos.

Le hace mal a la escuela social del fútbol la discusión sobre los hábitos sociales de los árbitros por privados que éstos sean.

Le hace mal a la legitimidad social del fútbol que estamentos representativos de la dirigencia y de los futbolistas se acusen mutuamente de mentir o engañar en las reglas del juego.

Le hace mal la opacidad en todos los estamentos y en todas las decisiones aunque no exista ninguna obligación legal, estatutaria o reglamentaria de publicitarlas. Le hace mal la violencia y la simulación.

Estamos poniendo mucho foco en el negocio del fútbol. Tanto, que no vemos la tormenta financiera que ya está instalada en Europa y que tarde o temprano llegará por nuestros lares.

No estamos preocupados de la escuela de vida que el fútbol representa que no vemos que detrás de la pelota, el juego y los trofeos hay valores muy potentes que, como el cimiento de un edificio, son los que sostienen invisiblemente la actividad.

Aplaudo el compromiso que el fútbol chileno ha asumido con la prevención del cáncer de mamas. ¡Que sirva de ejemplo para demostrar que hay espacio para buenas causas en nuestra conflictiva convivencia futbolística!

Por ello, animo al fútbol chileno a que se haga cargo de la causa nacional que puede abordar mejor que nadie en Chile: ser una gran escuela de valores sociales que contribuyan a que seamos una sociedad cada día más confiada y más feliz.

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