Crónica de una muerte anunciada

El ya desgastado logo de Paz en la Araucanía es un significante vacío. Es decir, todo cabe dentro de el, pero a la vez no significa nada. Siempre debemos preguntarnos ¿paz para quién o quiénes?, pues siempre habrá algunos que quedarán fuera y que, por tanto, no están nombrados.

Por mi parte, el logo de Paz en la Araucanía suelo verlo en sendas camionetas Ford Ranger, de modo que imagino a quien beneficia esa paz. No será, por supuesto, a las comunidades empobrecidas por el Estado de Chile, aquellas a quienes se les arrebataron sus territorios. 

Hay que insistir que la militarización, el gasto excesivo en contingente militar, hace pensar que el Estado tiene mucha presencia en la Región. No existe un abandono como ha insistido la oligarquía.

La prueba palpable de ello es la instalación de un contingente prácticamente militar, denominado “Comando Jungla”, en la zona. Este grupo no es otra cosa que la versión chilensis de alguna película tipo Full Metal Jacket que soñó algún genio militar y que fue pensado como solución a los problemas del sur de Chile. Dicen que fueron preparados en Colombia y que son expertos en guerrillas.

Pero no cuentan que, en Colombia, su alma mater, el Estado terminó negociando con las guerrillas, de modo que su gestión no solucionó un problema que está, en envergadura, muy lejos de los conflictos entre comunidades mapuche, colonos y el Estado de Chile. 

Ahora pueden estar felices los creativos de Santiago. Han desatado una nueva escalada de violencia. Cuando se instala una mirada del uso de la violencia como forma de solución a problemas que son de orden político, entonces no se puede más que cosechar a gente que amenaza y hace ostentación de su “hombría“ con una pistola a vista y paciencia de cámaras y justificando, además, esta actuación ante la prensa.

Cuando presenciamos esto, cuando niños mapuche presencian las actuaciones de la policía, cuando se militarizan los territorios, debemos estar seguro que cosecharemos tempestades. Es sólo cosa de tiempo. 

Aquellos que se tomaron fotos con el gobierno, agradeciendo el nuevo plan Araucanía, el cual cuenta con una docena de versiones en estos años de democracia, deberán revisar su precipitación. Hay que tener cuidado con el “polilleo” de la política mediatizada. La realidad es que cualquier plan, por más dinero que traiga, fracasará irremediablemente si estás con el garrote en la otra mano. 

La realidad es que estamos ante una estrategia 2.0 de la Pacificación en la Araucanía, que no resultará y hará nuevamente fracasar a los genios de Santiago, a los allegados por los cuales votaron para políticos de la Región y a todos quienes creen que el problema fundamental es la falta de inversión. Cuando dejas a Rambos sueltos, no pueden no existir tragedias. Eso es lo ocurrido con Camilo Catrillanca, una nueva víctima mapuche de la violencia del Estado de Chile.

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