Cambio de paradigma

La discusión sobre la reforma laboral  cobra cada día más fuerza y será difícil llegar a un modelo que deje satisfechos a empresarios y trabajadores, pero si se considera que para lograr el éxito de una empresa basta con establecer un equilibrio adecuado entre capital y trabajo, entonces el asunto no es muy complicado, ya que un buen estudio podría determinar qué porcentaje de las utilidades de la empresa podrían ser destinados a pagar las remuneraciones de quienes hacen posibles esas utilidades.

Suponiendo que ese estudio indicara que un 30% (a modo de ejemplo) de las utilidades puede ser destinado al pago de sueldos, dejando el porcentaje restante a disposición del dueño o los dueños de la empresa, lo lógico sería pensar que los trabajadores harían sus mejores esfuerzos para aumentar las utilidades de la empresa, pues de este modo aumentaría su parte, como también estarían dispuestos a cumplir con los mejores estándares de calidad, los horarios de trabajo, incluso a trabajar horas extraordinarias y a ahorrar en todo lo que fuera en beneficio de la empresa, puesto que ello sería de beneficio propio.

Dentro de este esquema, que no tiene nada del otro mundo, los resultados de la empresa deberían ser siempre mejores, porque así todos recibirían mayores beneficios: “Yo gano, tú ganas” ¿Y qué mejor para un empresario correcto que compartir un porcentaje de las ganancias de su empresa con las personas que le permiten alcanzarlas?

Por supuesto, que si, en lugar de ganancias, hay pérdidas, estas también deberían compartirse proporcionalmente entre el empresario  y sus trabajadores. Y lo más probable es que, en ese caso, todos estarían dispuestos a realizar las necesarias correcciones para que en el ejercicio siguiente los números fueran azules y no rojos. Y si ello no fuera posible, lo más seguro es que el tanto el empresario como los trabajadores se preocuparían de buscar nuevos horizontes.

El estudio necesario para establecer el porcentaje adecuado podría ser realizado por organismos ajenos a intereses sectoriales o de otro tipo, y es muy probable que ese porcentaje no sería muy diferente entre una industria, un comercio, un estudio jurídico, un centro médico, un taller mecánico o un establecimiento educacional: ¿el 30%, el 35%, el 10% o el 40%? No importa. Será el porcentaje que resulte de un estudio realizado con seriedad, conciencia y sentido común.

A mayor eficiencia y eficacia en el trabajo, mayores beneficios para empresarios y trabajadores. Todos ganan y se terminan las confrontaciones entre ambos actores. Los sindicatos deberían esmerarse en alcanzar los mejores resultados para la empresa, ya que de este modo estarían beneficiando a los trabajadores que representan.

El sentido común indica que podría resultar este paradigma, que no es difícil de probar y que no requiere de ninguna reforma laboral, como tampoco de muy “sesudos” análisis. Puro sentido común y pragmatismo. ¿Dónde hay un error en este modelo? Yo no lo veo.

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