Desigualdad y participación ciudadana

Hace algunos meses, una académica de la Universidad de Chicago preguntó a estudiantes chilenos “¿por qué la desigualdad es un gran problema y no sólo la pobreza?” A cada respuesta, Meyer rebatía inteligentemente.

Dicha pregunta no deja de estar ajena al debate nacional, sobre todo cuando los argumentos de fondo que se emplean para justificar la necesidad de realizar reformas, apuntan justamente, a la idea de la desigualdad.

En ese sentido, los municipios con alta participación ciudadana  y presencia vecinal activa radican en las comunas del sector oriente de Santiago. Dicha afirmación, se ejemplifica en la consulta ciudadana que realizó el alcalde de Las Condes el año 2011 a vecinos del sector San Carlos de Apoquindo, para definir el rechazo a los partidos de alta convocatoria en el estadio de la Universidad Católica por los ruidos y desórdenes que esto conllevaba al barrio.

Como resultado, durante varias fechas el club deportivo no jugó ningún partido de alta convocatoria en su propio estadio, llevándose estos “ruidos y desórdenes” hacia otros vecinos, principalmente los de Independencia norte que rodean al Santa Laura. Finalmente, cuando estos partidos volvieron a Las Condes, lo hicieron “bajo fuertes medidas de seguridad”.

Los desórdenes que se puedan generar en un partido de fútbol no los vivirán los vecinos de San Carlos de Apoquindo gracias a su activa organización, pero sí lo viven por años los vecinos de Independencia, de La Florida, de Macul.

Asimismo, la activa ciudadanía de las comunas más acomodadas de la capital protagonizaron el primer plebiscito comunal vinculante. El año 2009 en Vitacura, se rechazó la propuesta alcaldicia que buscaba cambiar el plan regulador que permitía la edificación en altura. Incluso se formó un movimiento social llamado “Salvemos Vitacura” (¿salvarlo de qué?) que promovió, primero, la realización del plebiscito vinculante, y luego, su rechazo en las urnas.

No sólo en las comunas del barrio alto han existido movilizaciones para restringir construcción en altura. En el barrio Yungay de Santiago centro,un movimiento consiguió la declaración de zona típica en 2009 limitando la construcción de edificios en altura.

¿Qué tiene de malo el plebiscito en Vitacura? ¿Qué tiene de malo que los vecinos de San Carlos de Apoquindo limiten las actividades de su vecino estadio, o que en Santiago centro y Providencia u otras comunas, se limite la edificación en altura? ¿Qué tiene que ver esto con la pobreza y la desigualdad?

Pues precisamente al ser la ciudad un ente cuyos elementos si no están en un punto de aquella lo estarán en otro, por lo que al expulsarse elementos no deseados de algún lugar, éstos se irán necesariamente a otro lado, y si es expulsado nuevamente, irá rebotando hasta llegar a un lugar donde no haya una oposición efectiva para rechazarlos, como en el ejemplo de los problemas asociados a conciertos, partidos de alta convocatoria y muchos otros.

No sólo se trata de los NIMBYS (siglas que inglés dicen “no en mi patio trasero”) sino también de otros indeseables más sutiles, que tras una defensa de la tranquilidad del barrio o del patrimonio cultural pueden encerrar un cierto elitismo y una defensa de la comunidad vecinal cercana en desmedro de la comunidad-ciudad, y en especial de los habitantes más vulnerables.

Una de las ventajas de la edificación en altura es que permite abaratar los precios de esas viviendas.De esta forma, una limitación a la construcción de edificios, puede generar un aumento de precios de las viviendas, como ha sido el caso de Matta Sur en Santiago centro.

Esto lleva a que sectores de la población que podían comprarse un departamento en algún edificio ya no puedan hacerlo a los precios del nuevo condominio, por lo que son expulsados de ese sector, produciéndose una elitización del sector protegido, lo que se ejemplifica en la proliferación de edificios de muchos pisos en comunas aledañas a Santiago centro (Independencia, Estación Central, entre otras).

En el caso de Vitacura, esas viviendas de relativo menor precio que no se construyeron ni se vendieron, significaron que quienes con la ordenanza rechazada vivirían allí se vieron obligados a irse a otras comunas ¿Salvemos Vitacura? ¿De tener vecinos de situación un poco menos acomodada?

El problema está en que la participación ciudadana se da más fuerte en algunas comunidades (justo las de mayor nivel socioeconómico), que otras. Si tuviéramos una igual distribución de la participación vecinal –idealmente alta- podrían obtenerse decisiones más justas para la ciudad y beneficiosas para la mayoría, en especial para los más vulnerables, pues cada comunidad tendría igual peso.

O si esta participación en todas las comunidades es baja, un líder metropolitano fuerte (Alcalde Mayor) puede regular estas materias mirando a toda la ciudad como su comunidad, yendo por encima de los intereses sub locales, o en el peor de los casos favorecer a quienes tienen más recursos, como ocurre ahora.

Lo peor que podemos hacer es mirar a nuestra comunidad –de trabajo, de amistades, barrio, ciudad, país- como un grupo de interés en oposición a las demás comunidades, como enemigos que van a repartirse un botín.

Así sólo se consigue una prevalencia del que tiene más recursos sobre el más débil dentro de la ciudad, o una competencia nada fraterna entre ciudades vecinas, fenómeno típico de Estados Unidos, caricaturizado en la serie Los Simpson con la rivalidad entre Springfield y Shelbyville.

La solución va por la integración de comunidades: trabajar por mejorar la situación de mi comunidad, pero evitando que eso signifique trasladar problemas hacia los otros, si no solucionarlos.

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