Economía o política ¿quién para la desigualdad?

La Violeta Parra escribió una canción hace más de 50 años, titulada “Al centro de la Injusticia”, magistral detalle musicalizado sobre la desigualdad chilena, de ayer y de hoy.

La desigualdad es el problema de América Latina, así lo ha señalado reiteradamente la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas, CEPAL, en sus variados informes sobre la región. La desigualdad se presenta en distintos ámbitos de la vida de los ciudadanos: en la educación, la salud, la vivienda, etc., pero donde se presenta como brutal es en la economía, principalmente en la economía real y en dónde se produce la riqueza, las empresas.

Según el ministerio de Economía, en base a datos del Servicio de Impuestos Internos (S.I.I.) a diciembre del 2013, 2.006 mega empresas concentraron el 68,1% de las ventas de bienes y servicios de nuestro país; 865.857 se hicieron cargo del 31,9% restante.La complejidad es que las primeras le dan trabajo a 17,7% de los trabajadores y el segundo grupo al 82,3%.

Como el problema no es dar trabajo, sino la calidad y los ingresos que se genera de éste, la situación real de la inmensa mayoría de chilenas y chilenos, su bienestar y calidad de vida, acceso al consumo, entre otros factores, están condicionados por la existencia de esta concentración económica en manos de enormes empresas que ganan muchísimo, pero que aportan poco a un empleo de calidad. La estadística oficial confirma la percepción que la inmensa mayoría de chilenas y chilenos tenemos de que “el chancho está mal pelado en nuestro país”.

El dilema entonces es ¿qué hacer para salir de este embrollo? No existe aquí la posibilidad de Jaque Mate, porque millones de chilenos no lo permitirían.Entonces, si el problema es la desigualdad en el terreno de las empresas, las que a su vez condicionan nuestra vida cotidiana, es imprescindible generar un marco (acciones) que se orienten a disminuir esas diferencias. Hemos señalado reiteradamente la necesidad de formular políticas públicas, en el ámbito de la economía real, es decir desde las empresas, que permitan disminuir esas brechas.

La imposición del actual modelo y estrategia económica a fines de los 70’ significó una generación de políticas públicas que permitieron el asentamiento de una economía ausente de equidad: el Decreto Ley 600 sobre inversión extranjera, la aplicación de un nuevo código del trabajo,la administración privada de los fondos de pensiones de los trabajadores y la utilización como capital de bajo costo a las grandes empresas, el traspaso de empresas públicas a precio de huevo a los amigos que se convirtieron en los nuevos ricos, la suscripción de TLC y ACE con el 85% de la economía mundial para permitir el libre comercio y libre tránsito de la especulación financiera, la entrega de la explotación del cobre a empresas extranjeras (situación que iba en contra la Constitución y la ley), además de una serie de más de 50 exenciones tributarias que han permitido la evasión y la elusión.

Esto se justificó señalando que había que cuidar a los ricos, porque crearían riqueza que chorrearía hacia los otros sectores sociales. Si bien existió una gran disminución de la pobreza e indigencia, no es menos cierto que Chile con el coeficiente 0,508 de GINI, es el de más alta brecha en los países de la OCDE.

El modelo impuesto y la estrategia económica han permitido la más grande concentración de la economía que se tenga memoria.

La definición de crecimiento defendida por los productores de comodities, sin valor agregado, se sustenta en el aumento del PIB y en un promedio de ingresos, que no es real, dividiendo la totalidad (de ingresos) por el número de habitantes. Según este análisis, nuestro país está hoy en el umbral de ser desarrollado. Pero eso es humo, un artificio aritmético que promedia, pero no es la realidad.Lo que necesitamos no son artilugios matemáticos, Chile requiere la definición de un nuevo proyecto de país inclusivo en democracia.

Decimos inclusivo, principalmente pensando en las Empresas de Menor Tamaño, EMT, las excluidas del actual modelo y estrategia. En los comodities somos campeones mundiales, por lo que aumentar la productividad que permite generar más riqueza, será cada día más difícil. La diferencia de productividad entre las grandes empresas y las EMT es de casi 6 veces más (sin embargo los sueldos no alcanzan al doble curiosamente); es en estas últimas empresas, principalmente en aquellas dedicadas a la transformación o que agregan valor, en donde debemos poner el énfasis.

Se puede redistribuir a través de los impuestos, algo de eso se hizo en la reforma tributaria del 2014, pero sin duda la mejor manera de redistribuir es poner a más chilenos y chilenas, a decenas de miles de emprendedores y empresarios a generar esa riqueza.

¿Qué pasaría si el cobre, en vez de seguir siendo enviado como concentrado (siutiquería para no señalar que sale como tierra y escombros), lo vendemos como alambrón o hilado en sábanas y calcetines destacando las propiedades higiénicas, que es como nos llega de China?

Eso se puede y debe hacer ahora. Corfo generó grandes industrias en la década de los 40’ del siglo pasado, hoy debe hacerlo incorporando a miles de Pymes. Lo mismo con el litio, la fruta, la madera, los pescados y mariscos. Esta historia de la segunda fase exportadora fue propuesta a comienzos de los 90’ y  25 años después nada se ha avanzado.

Pero, a mi parecer, no está en manos sólo de la economía hacer esta definición, sino de la política,  con mayúscula. Tenemos serias dudas sobre la calidad de nuestros políticos, los grados de desconfianza de sus capacidades, honestidad y transparencia, que han sido expuestos en algunos casos que se ventilan en la justicia. En lo personal, apoyé decididamente la reforma tributaria primera que presentó el Gobierno: era dura, pero clara. Después de su paso por la cocina del Senado, salió un plato mal oliente, de difícil ingestión y peor digestión.

Tenemos las EMT que aprendernos 50 circulares para saber qué debemos hacer.Además, para qué decir de la información que no llegó a la gente. Nadie entendió que las EMT tenían sólo un corto tiempo para acceder a los beneficios.Hoy, si Ud. quiere beneficiarse de los beneficios del artículo 14 pyme, no lo puede hacer, como se dice de manera brutal en otro campo ¡Ya pasó la vieja!

Las EMT debemos ser integradas a la planificación de políticas públicas de manera inclusiva, con diálogo y debate, para enfrentar la desigualdad desde la raíz del modelo concentrado. Creo que la política en el verdadero sentido de la palabra, debiese gestar acciones a través de sus ministros, subsecretarios y jefes de servicios, más allá de lo meramente técnico y dejar de pensar que son una clase distinta; todo ello para poner un verdadero tope al origen de la inequidad en nuestro país y del descontento social existente.

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