El aterrizaje

Seguramente muchos de nosotros hemos tenido la posibilidad de viajar en avión en algún momento de nuestras vidas, y quizás, la mayoría se ha puesto un tanto nervioso al enfrentar una turbulencia cuando nos encontramos en pleno viaje.

Cuando ocurre esta situación, una parte de la tripulación se pone inquieta ante los cambios bruscos de movimiento del aparato y otra parte, muestra sus fortalezas, intentando mantener la calma, pero sin duda, todos están en un estado de alerta en dicha circunstancia.

Este hecho, se asemeja bastante al actual escenario que se está viviendo en nuestro país con respecto al debate en torno a la reforma laboral, puesto que los ánimos y  posturas que  se han mostrado, son similares a los que viven los pasajeros durante una turbulencia, ya que la gran parte de los actores involucrados en esta discusión están un tanto inquietos ante ello.

Públicamente he manifestado estar a favor de este  cambio en la ley laboral, no sólo la veo como una excelente oportunidad para poner en la mesa temas que por años han sido pasado por alto en el mundo laboral, también porque la considero una prueba de fuego para los empresarios y trabajadores, ya que brinda la posibilidad de que ambas partes dejen de lado la enemistad existente y sean capaces de verse como la suma de un resultado que beneficiará a empleado y empleador, esto, considerando que los cambios del proyecto están mayoritariamente orientados a  lo que implica la relación entre empresarios y trabajadores.

La actual iniciativa, se enfoca principalmente en la participación de los sindicatos al interior de una organización, por lo que al parecer este es el miedo de los empresarios, quienes – bajo mi punto de vista- los ven de modo similar que visitar a un dentista, ya que pese a ser necesarios, se les tiene un temor injustificado.

A nivel nacional la tripulación está intranquila, yo también formo parte de ese grupo de “pasajeros” que se encuentran preocupados por los eventuales cambios, sobre todo, cuando los “pilotos” de este avión llamado reforma laboral está siendo operado por quienes no creo deben asumir roles en este tema, ya que este proyecto, debiese ser discutido con el ministro de Economía y no con el ministro de Hacienda, pues los puntos contenidos se encuentran insertos dentro de la Agenda de trabajo presentada por el primero de ellos durante la actual administración.

Como mencioné anteriormente, esta situación es comparable con la situación vivida al interior de un vuelo cuando hay turbulencias, y debemos tener en consideración que - a pesar del nerviosismo del momento-, los pasajeros  se sentirán más seguros si saben que la nave en la que están, es piloteada por expertos y entendidos en el tema.

No pongamos a pilotear aviones a expertos en otras materias. Aunque pueden hacerlo, no es su especialidad, y les aseguro que después de las turbulencias todos esperamos que “el aterrizaje” se efectúe de de la mejor manera.

Lo que quedó debajo del avión

Estoy de acuerdo con la reforma, no lo niego, pero creo que los principales cambios radican en las relaciones que se generan entre sindicatos y empresarios. No es una reforma pro- empleo, por lo mismo, invito a tomar en consideración temas esenciales del mundo laboral.

La capacitación, la indemnización, la gratificación por años de servicio, entre otros. Son aristas del mundo del trabajo que no podemos pasar por alto si queremos efectuar cambios sustanciales en estas materias, pues son imprescindibles al momento de “devolver la mano” a quienes formaron parte de la productividad de nuestra empresa.

Durante los últimos días, he leído declaraciones que sostienen que esta iniciativa es injusta para quienes buscan trabajo. Yo les digo a ellos que esta modificación es para quienes ya se encuentran insertos en el mundo laboral, por lo que sus argumentos carecen de validez.

Tal como  la Ley de matrimonio rige para quienes están casados, lo mismo ocurre con la nueva ley laboral. Dejemos de lado las posturas a la defensiva,  pues estos cambios son necesarios para dignificar las condiciones laborales.

Tal como el hombre sabe como es la mujer antes de casarse, el empresario debe saber a lo que se va enfrentar cuando tiene un grupo de trabajadores. Lo importante, es mantener las relaciones y respetar los derechos de ambas partes.

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