Emprendimiento femenino, oportunidad de desarrollo

En los últimos años, nuestro país se ha focalizado para promover una cultura inmersa en la innovación y el emprendimiento. En este sentido, diversas autoridades de gobierno han destacado su importancia, con el objetivo de retomar tasas de crecimiento elevadas y sostenidas, que posibiliten crear un mayor número de puestos de trabajo y que se diversifique la matriz productiva.

Bajo esa misma premisa, se ha sostenido, como nunca antes, que la innovación y el emprendimiento deben incentivarse entre las mujeres, ya que su rol en la sociedad ha cambiado siendo hoy agentes activos de cambio y contribución al desarrollo de la economía.

Según el estudio publicado recientemente por el Global Women Entrepreneur Leaders Scorecard, desarrollado por ACG y patrocinado por Dell, el país top one en el fomento del emprendimiento femenino es EE.UU. con un puntaje de 71 sobre 100. El país mejor rankeado en Europa es Suecia, con 68 puntos y Chile, en tanto, es el mejor de Latinoamérica, con 51 puntos; pese a liderar la región, tenemos mucho por recorrer, ya que hay 49 puntos de brecha con la posición ideal.

Si las mujeres empezaran a emprender en Chile a las mismas tasas en que lo hacen los hombres, en el plazo de dos años, se crearían dos millones de nuevos puestos de trabajo.

Por otro lado, somos el único país bien rankeado que recoge tanto un censo de negocios anual desagregado por género, como datos provenientes de programas de emprendimiento financiados por el gobierno, de los que se desprenden los datos de género.  Esto último es importante para medir y comparar la evolución. No obstante,se carece de política de contratación de género.

Necesitamos más emprendedoras, pero de la misma forma se requieren más instrumentos de apoyo que permitan cumplir ese objetivo. Es necesario implementar políticas concretas que les permitan contar con mayores facilidades y garantías en el acceso a créditos y financiamiento, por ejemplo; lo que va de la mano con mantener canales de información accesibles y claros sobre posibles fuentes de recursos – privadas o públicas- orientadas a las pymes femeninas.

De igual manera, una política integral de emprendimiento con connotación de género  debe tener el foco en visibilizar a la mujer emprendedora, promoviendo su reconocimiento público y aumentar su propia confianza y la de los demás en ellas, ya que una mujer emprendedora, no sólo beneficia su desarrollo personal, sino que también contribuye a una mejor calidad de vida de quienes están bajo su responsabilidad y, de paso, con su tenacidad y constancia, aportan desarrollo del país.

 

En este sentido, el Global Women Entrepreneur Leaders Scorecard, en relación al Estado, recomienda que una política pública debe establecer que un porcentaje de los contratos de los gobiernos se realicen en empresas cuya propiedad sea de una mujer.

Asimismo, apunta a que la empresa privada aporte al desarrollo de las mujeres en dos sentidos: por un lado, a su liderazgo por medio de la mejora en la preparación de mujeres para cargos de seniors y de directoras y por otro contratar empresas dentro de su cadena de suministros lideradas por proveedoras.

Además, hoy en día los medios publicitarios difunden un 25% de hechos relacionados con mujeres y de éstos, el 46% tienden a reforzar los estereotipos. La influencia de los medios en las percepciones es muy importante pues el apoyo que pueden hacer los medios en pro del emprendimiento femenino es aumentar la cobertura acerca de emprendedoras de alto impacto y promover una imagen balanceada de las mujeres de negocios exitosas.

Como país nos queda aún un largo camino que recorrer, nuestra actual realidad vinculada al emprendimiento femenino dista todavía de la de los desarrollados. Pese a ello, hemos avanzado hacia una nueva lógica, cambiando el paradigma, en la que el rol de la mujer comienza poco a poco a constituirse en un factor de desarrollo económico y social, comprendiendo que Chile no alcanzará el tan esquivo desarrollo subestimando la importancia de las emprendedoras. Sino por el contrario, otorgándole la importancia que se merecen, diseñando el nuevo camino, fijando nuevas metas y midiendo la gestión, ya que lo que no se mide no se puede gestionar.

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