Entra en vigencia el acuerdo comercial entre Uruguay y Chile

Uruguay y Chile están unidos por una larga historia de entendimiento y cooperación. Sus economías  son pequeñas con vocación de apertura que ha sido fundamental para su crecimiento y desarrollo económico.

En ambos países, el sector externo representa alrededor del 60% de sus economías, por lo que resulta central que existan normas bilaterales y multilaterales justas que den certidumbre, y alienten el comercio y la inversión, más aún, en el actual contexto de incertidumbre en los mercados internacionales. 

A partir del hoy, el TLC bilateral, resultado de cuatro rondas de negociaciones iniciadas en febrero de 2016, entra en vigencia y se suma a esta larga historia de entendimiento bilateral, y será un instrumento fundamental para seguir fortaleciendo nuestros lazos políticos y económicos. 

Este TLC marca varios hitos. 

I. Es un Acuerdo no arancelario, es decir, incorpora solamente temas de carácter normativo acorde a la nueva realidad del comercio internacional. Hoy son la regulaciones de todo tipo las que constituyen los “nuevos aranceles”, y las reales barreras a la entrada en los mercados de exportación. 

II. No sólo cubre temas relacionados con el comercio de bienes, sino también el comercio transfronterizo de servicios, cada día más relevante en el intercambio internacional, otorgando importantes garantías a los proveedores nacionales de servicios en las exportaciones entre ambos países, ya que les asegura un trato no discriminatorio, la no imposición de cuotas que restrinjan su acceso a ese mercado, y regulaciones transparentes, objetivas y razonables.  

III. Incluye temas nuevos que no estaban considerados en el Acuerdo entre Chile y Mercosur suscrito hace 20 años, tales como, facilitación del comercio, propiedad intelectual, normativos sanitarios, asuntos laborales y medio ambientales, normas para incorporar a las Pymes a los beneficios del TLC, y otros que relacionan el comercio internacional con  la agenda de género. 

IV. Por último, en el contexto de integración regional, el TLC es una expresión y un paso adelante en los esfuerzos por avanzar en la convergencia entre los países de la Alianza del Pacífico y el Mercosur. De hecho, posteriormente, Chile ha suscrito TLCs con Argentina y Brasil basados en este modelo con Uruguay. 

En su contenido, el capítulo de facilitación del comercio, beneficiará a los operadores económicos, asegurando que los procedimientos aduaneros de cada país sean consistentes y transparentes. 

Por otra parte, para las pequeñas y medianas empresas, este nuevo acuerdo estableció la creación de un Comité de PYMEs, integrado por representantes gubernamentales de cada país, cuya función será asistir en la creación de programas de desarrollo para el beneficio de este grupo de empresas. 

En relación a los obstáculos técnicos al comercio, tanto Uruguay como Chile, asumen mediante este nuevo acuerdo el compromiso de eliminación de estas trabas al comercio y mayor transparencia. 

En materias de cooperación regulatoria, los países podrán definir sectores productivos para priorizar el trabajo con el objeto de alcanzar acuerdos  en materias de reconocimiento mutuo, que propendan a aumentar los flujos comerciales de productos con regulaciones específicas, como medicamentos y alimentos. 

El Acuerdo da pasos importantes en materia de comercio electrónico, ya que se logró avanzar en nuevos estándares que regirán el comercio bilateral en esta materia, como las reglas en contra de los requisitos de localización de equipos informáticos y aquellas normas que buscan mantener un flujo transfronterizo fluido de información, salvaguardando los temas de seguridad. 

El acuerdo considera también un capítulo de género, inédito en un acuerdo de esta naturaleza suscrito. Se refiere a la presencia de mujeres en áreas claves del comercio y ambos países reafirman su compromiso de implementar efectivamente su legislación, políticas y buenas prácticas relativas a equidad e igualdad de género, reconociendo la importancia de la incorporación de la perspectiva de género en la promoción de un crecimiento económico inclusivo. 

Finalmente, este acuerdo hace un fuerte énfasis en la transparencia y anticorrupción, contemplando reglas tales como, la obligación de publicar o poner a disposición del público las leyes, regulaciones, procedimientos, resoluciones administrativas de aplicación general del nivel central de gobierno relativas a cualquier asunto cubierto por el Acuerdo.

En lo relativo a Anticorrupción, se basa en las disposiciones contenidas en diversos instrumentos internacionales al respecto. 

En suma, este TLC es una buena noticia para ambos países. Mientras en otras latitudes cierran mercados y se embarcan en conflictos comerciales, Chile y Uruguay señalan que el camino es la apertura y las normas transparentes y justas que abren nuevas oportunidades para el comercio y las inversiones recíprocas. Comienza ahora, la etapa de desplegar todos los esfuerzos públicos y privados para el real aprovechamiento de las oportunidades que abre este TLC. 

Co autor, Nicolás Albertoni, investigador del programa sobre política comercial de University of Southern California.

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