Escandalosa desigualdad laboral

Cuando leemos que los trabajadores de Escondida están solicitando un reajuste del 7% y un bono de término de conflicto de 25 millones de pesos cada uno, nos preguntamos ¿en qué mundo viven?

Pero cuando se señala que la Minera Escondida la más grande del país obtuvo 3.240 millones de dólares de utilidades el año 2016, entonces parece entenderse esta tremenda pedida de sus trabajadores.

Ahora esta situación devela otra realidad, la tremenda desigualdad en los ingresos de los trabajadores en Chile, que está también acrecentando esa gran desigualdad social que nos caracteriza.

En efecto, estos reajustes e ingresos son exorbitantes para la gran mayoría de los trabajadores nacionales, justificada en los niveles de rentabilidad de la empresa.

Pero vayamos más al fondo. Esta empresa está extrayendo un recurso natural, no renovable, que pertenece a todos los chilenos y del cual nos beneficiamos en alguna medida por los impuestos, aun cuando los que se quedan con la mayor parte de la torta es la empresa y sus trabajadores. Cabe señalar que estudios han mostrado que en definitiva las empresas privadas del cobre pagan como impuesto sobre ganancia el 18%, mientras en Australia la tasa que tributan es del 43%.

CODELCO hoy tiene aproximadamente el 30% de la producción de cobre nacional, mientras el sector privado extrae el 70%. Sin embargo, el 2011 Codelco aportó 41.160 millones de dólares, mientras todas las privadas llegaron solo a 22.807 millones de dólares. El 2013 esta brecha disminuyó. Mientras Codelco, el 30% de la industria minera, aportó 4 mil millones, las privadas llegaron a 3.700 millones, poseyendo el 70%.

Ahora, de este análisis laboral no se excluyen los trabajadores de CODELCO, cuyas rentas están igualmente lejos de la media nacional, aun cuando las utilidades de la empresa benefician a todos los chilenos

Alguien podría decir, claro en el caso de los trabajadores de CODELCO están afectando con sus ingresos las utilidades y con ello disminuye lo que va  en beneficio de todos, mientras que en Escondida solo afecta a la empresa, lo que es cierto, aun cuando en este caso disminuyen las utilidades lo que se refleja en los impuestos.

Nadie puede negar que es legítimo que una empresa tenga utilidades y que los trabajadores obtengan buenos ingresos. Teniendo presente, sin embargo, que los que laboran para contratistas de la misma minería, no tienen iguales beneficios, muchas veces por funciones similares.

El tema es que, en la industria del cobre, que trabaja sobre un producto nacional, los montos en utilidades y renta de sus trabajadores son siderales y muy lejos del resto del promedio nacional, lo que, en el ámbito de sus demandas, parece una burla para el resto de los trabajadores del país. Con ello no queremos menospreciar su trabajo, con lo complejo y duro que es.

Como se dice popularmente “aquí parece que está mal pelado el chancho”.

Aun  cuando la huelga afecta  a una empresa privada, al final también repercute en los ingresos del país. Algunos han señalado que la semana de huelga de los 2.500 trabajadores ya ha costado unas 21.000 toneladas de cobre a 2,65 dólares la libra, significa alrededor de 123 millones de dólares. ¿Cuánto afectará a las arcas fiscales?

No existe una huelga, de otro sector de la economía, que repercuta tanto en el erario nacional. 

Por lo mismo, es preciso que el Estado defina mejor esta situación. Será quizás necesario establecer un tope de ingreso para los trabajadores en esa industria y los excedentes que vayan a un fondo de compensación laboral para el resto de los trabajadores o algo similar, en una visión más humana y solidaria de la economía. De la misma manera parece siempre necesario revisar los impuestos e ingresos que aportan estas industrias. Recodemos que por algo se luchó por la Nacionalización del Cobre. 

También se requiere legalmente una consideración especial para manejar estas huelgas, que aun siendo del sector público o privado, igualmente nos afectan a todos.

En definitiva, lo único claro, es que esta situación parece una verdadera ofensa al resto del mundo laboral, que no tiene un recurso tan importante del país en sus manos, constituyéndose en una  expresión más de nuestra desigualdad social.

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