Hubo tiempos mejores

Marco Quintanilla Pizarro

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Cuando al fin en el Congreso se vislumbra un atisbo de seriedad y compromiso real con la ciudadanía, lo que se refleja en la idea de disminuir las horas laborales de cuarenta y cinco a cuarenta horas semanales, el actuar del Ejecutivo nuevamente deja mucho que desear.

La propuesta emanada desde el gobierno de Sebastián Piñera va en contra de cualquier lógica de bienestar para los trabajadores de Chile.

Esclavizar al trabajador durante doce horas corridas de trabajo diario para optar a tener tres días de descanso semanales es, sin lugar a dudas, un despropósito, del cual se devela solo una cosa: el interés de las grandes empresas.

Porque claro, pagar un salario mínimo mensual de miseria ($301.000) por cuarenta horas semanales trabajadas es perder dinero, acá se prefiere pagar un mínimo por la cantidad de horas semanales actuales y distribuirlas en menos días de la semana sin importar la condición personal del trabajador, vulnerar sus tiempos de descanso y afectar notoriamente su relación familiar.

Todo esto sin tomar en cuenta al ministro del Trabajo, que en un manejo comunicacional deplorable, se pasea por los canales de televisión explicando su propuesta de reforma laboral diciendo frases que causan risa e indignación como esa idea de entrar a las 7:30 AM para que los traslados a los trabajos en Santiago duren 20 minutos. Irrisorio.

En China, las grandes empresas, emplean el ya famoso 996. Una jornada laboral de 12 horas entre las 9:00 hrs y las 21:00 hrs. por 6 días a la semana. Todo sea por el crecimiento económico de dicho país que tanto admira el oficialismo chileno.

¿Es la forma de crecer el pasar por arriba de la calidad de vida de los trabajadores de nuestro país? Yo creo que no.

Nuevamente ellos buscan ganar, quienes tienen las empresas, el dinero y los puestos de trabajo están apoyando esta idea de precarizar el trabajo en Chile, todo bajo el amparo de un gobierno que más que “Tiempos Mejores” nos ha reafirmado la idea de que hubo mejores tiempos.