Jornada laboral, más innovación en tecnologías para mejorar productividad

Durante los próximos días del mes de Octubre se definirá en la Cámara de Diputados la aprobación o rechazo del polémico proyecto de Ley que busca reducir la jornada laboral a 40 horas. Si bien, esta iniciativa persigue un objetivo justo que es mejorar la calidad de vida de los trabajadores, no incluye todas las aristas de la problemática, ofreciendo una visión miope del asunto. 

La disminución o flexibilización de la jornada laboral en Chile debe ser abordada con profundidad. No me cabe duda, que si dejamos de lado las ideologías y, evaluamos con seriedad todas las consecuencias que este proyecto puede conllevar, buscando incluso ofrecer previamente otras alternativas, la conversación será más fluida en torno a disminuir la jornada y mejorar los paupérrimos sueldos en nuestro país. 

Por otra parte, si Chile fuera un país que invirtiera más en la aplicación de nuevas tecnologías e innovación, además de buscar la excelencia en los procesos de producción, otro gallo nos cantaría y probablemente con 40 o incluso menos horas de trabajo semanal, sería más que suficiente. 

Esta falta de proyección económica de nuestra sociedad responde a una inactividad por parte de diversos actores, tanto públicos como privados, que influyen en el rumbo que debiese tomar nuestra nación.

Lamentablemente, durante los últimos 30 años, Chile no ha estado orientado a la búsqueda de la excelencia productiva. Por lo tanto, esperamos que aún no sea tarde y podamos retomar el camino correcto hacia el pleno desarrollo. 

Según el último Índice Mundial de Innovación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), que busca medir el desempeño en materia de innovación de 129 países del mundo, Chile se ubica en el lugar número 51 del listado, destinando solamente el 0,37% de su PIB a Innovación y Desarrollo, a diferencia de otros países miembros de la OCDE, cuyo promedio alcanza el 2,38%. 

Tengo que reconocer que la creación del ministerio de Ciencia y Tecnología fue un acierto y avance en la materia. No obstante, urge implementar políticas públicas para poder ejecutar el uso de tecnologías y el desarrollo de mayor investigación al interior de las empresas públicas y privadas, intentando generar los espacios de innovación a través de incentivos a éstas últimas, pensando en el bien mayor que es mejorar la productividad. 

Asimismo, debemos reconocer que las cifras no nos acompañan. Si bien, según datos de la institución de investigación económica The Conference Board, la productividad en nuestro país ha mejorado, durante el 2018 el PIB por hora trabajada se incrementó en 2,6%, llegando a US$29 por hora, Chile sigue estando en el ranking de los países de la OCDE donde más se trabaja y donde menos se produce.  

Esta alza se explica precisamente por un mejor nivel educacional de los trabajadores y por un crecimiento de la inversión en avances tecnológicos, para que adicionales cada persona tenga mejores condiciones para desarrollar su labor. 

Es por todo esto que sostengo que hay una estructura país que debemos modificar pensando en qué es lo queremos lograr como nación. Por ejemplo, si efectivamente queremos transformarnos en una potencia agroalimentaria a nivel mundial, debemos partir por dar un buen uso a los suelos agrícolas disponibles en nuestro territorio. 

Finalmente, sería positivo mirar hacia otras culturas que han tomado decisiones claras respecto a la Innovación y Desarrollo empresarial, tal es el caso de Japón, país donde los propios trabajadores se imponen metas y, por sobre todo, planificación y auto control de gestión, elementos que por ahora brillan por su ausencia en nuestras empresas públicas y privadas.

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