Vamos a Ver

Manuel Riesco
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“Vamos a Ver”. Así se llamaba el programa de TVN que rutiló durante el falso y fugaz “auge” de la dictadura de Pinochet. Creado en 1977 y conducido por Raúl Matas, alternaban allí estrellas como Paloma San Basilio con la esposa del dictador. Se grababa en el restaurant “Camino Real”, ubicado en el Cerro San Cristóbal, en Santiago. En la cumbre aledaña, llamada “Chacarillas”, los discípulos de Jaime Guzmán juraban lealtad a Pinochet entre antorchas encendidas al más puro estilo Nazi.

Las economías desarrolladas parecían asimismo rutilar. Su crisis secular iniciada en 1966 parecía haber tocado fondo en 1974 y venían recuperándose con fuerza. La economía chilena superaba la crisis de 1975, el precio del cobre rozaba el cielo y los petrodólares llegaban a chorro. Los  “Chicago Boys” se endeudaban a gusto y se compraban medio país, que ellos mismos privatizaban.

Todo era un espejismo siniestro. Justamente en 1977, las economías desarrolladas y el dólar se despeñaban en la última fase de su derrumbe, iniciado en 1966 y que culminaría en 1980. En los vestidores de “Vamos a Ver” operaba la DINA.

En 1980, mientras finalmente tocaba fondo la crisis de las economías desarrolladas y Pinochet dictaba su constitución, una primera y espectacular acción de propaganda armada, incendió el “Camino Real”. “Vamos a Ver” se siguió transmitiendo desde otro lado, pero nunca fue igual. En 1983 lo cerraron por falta de “rating”.

Esto sucedió en medio de la crisis desatada un año antes. Se acabó el dólar a 39 pesos y la plata dulce. La moneda estadounidense inició su largo camino de alza, al igual que todas las economías desarrolladas, que culminaría con el siglo. Se derrumbaron los castillos de deuda armados por los Chicago Boys. Quebraron todos los bancos menos el del Estado, que tuvo que intervenirlos. La cesantía alcanzó a uno de cada tres trabajadores. Mientras tanto, Pinochet lloriqueaba frente a sus generales en la ciudad paralizada por una protesta nacional.

Revivir esos años de plomo siempre estremece a quienes los vivimos. Sin embargo, hoy parece indispensable recordarlos para comprender lo que está sucediendo en la economía mundial.

2018

 

Hasta antes de la Pandemia, parecía que la nueva crisis larga, iniciada con el siglo, había tocado fondo al finalizar la primera década. Tras la llamada crisis subprime, en el año 2011 y expresados en oro, el dólar había perdido un 79 por ciento de su valor a inicios del siglo y Wall Street había caído sin cesar hasta perder un 87 por ciento del suyo.

A partir del año 2011, el dólar, las bolsas y economías desarrolladas y la estadounidense en especial, iniciaron una fuerte y prolongada recuperación. Al año 2018 y expresados en oro, el dólar se había recuperado hasta la mitad de su valor a inicios del siglo, y Wall Street hasta un tercio del suyo.

Pero el año 2018 se inició una recaída. Desde ese momento y hasta fines de agosto del 2020, y expresados en oro, el dólar y Wall Street han vuelto a perder un tercio de su valor.

La pandemia sólo agudizó al extremo este nuevo movimiento descendente del capitalismo desarrollado, iniciado el 2018. La emisión monetaria de sus bancos centrales a raíz de la pandemia, alcanzaba  cerca de un 20 por ciento del PIB mundial.

Esta ha elevado a niveles récord sus bolsas de valores, a pesar de la caída inédita de sus economías. Dicha gigantesca emisión monetaria se ha destinado casi exclusivamente a comprar activos financieros, sin afectar mayormente los precios al consumidor. Pero al mismo tiempo se desplomaron las tasas de interés y se aceleró la depreciación de sus monedas, especialmente el dólar, que ya venía en curso.

En los últimos 12 meses a agosto del año 2020, la moneda estadounidense ha perdido un cuarto de su valor respecto del oro, un 7 por ciento sólo en agosto recién pasado.

Las bolsas de países desarrollados, medidas en oro, han caído un 14 por ciento en 12 meses. Wall Street expresada en oro, descendió un 7 por ciento en agosto y un 17 por ciento en 12 meses.

¿Repetirá el capitalismo desarrollado su comportamiento  de los años 1970?

¿Sería acaso el año 2011 similar a 1974, es decir, no la sima del ciclo secular respectivo, sino solo un hito en su caída?

¿Sería acaso el 2018 un año similar a 1977, es decir, el inicio de una nueva caída en un ciclo secular que aún no ha tocado fondo?

La respuesta a estas preguntas no las puede conocer nadie a ciencia cierta. Muchos indicadores y analistas serios, reconocen que la supuesta sima secular de finales de la primera década de este siglo no alcanzó las profundidades de todos los ciclos seculares anteriores.

La pandemia acicatea el desenlace. Bank of América pronostica que el oro llegará a 3.000 dólares la onza el año 2021. Eso significa que el dólar se deprecia en un tercio respecto de su valor actual. Aún así, la valoración bursátil seguiría siendo muy elevada, por lo cual es de esperar además una fuerte caída de las bolsas.

Todo ello puede derrumbar el valor de los mercados desarrollados por debajo del año 2009 y más cerca de las simas de los ciclos seculares precedentes, 

Superciclo Emergente

 

¿Como afectaría todo esto a la economía chilena? Ésta se mueve en conjunto con el llamado “superciclo” de materias primas, que a su vez coincide con el movimiento de las monedas, bolsas y deudas, y consecuentemente las economías, de los países emergentes. El superciclo de las economías emergentes se mueve en sincronía y a contrafase del ciclo secular de las economías desarrolladas.

Es decir, el superciclo emergente sube cuando las economías desarrolladas atraviesan crisis, porque el capital sobrante en éstas baja a especular en aquellas.

A la inversa, se desploma cuando las economías desarrolladas recomponen su tasa de ganancia y reinician su recuperación secular, y regresan a casa los capitales que antes insuflaron el superciclo emergente, derrumbando todo lo que antes elevaron.

Sin embargo, si bien el superciclo emergente se mueve en perfecta sincronía pero a contrafase del ciclo secular de las economías desarrolladas, el ciclo normal o cotidiano, es decir las alzas y bajas diarias e instantáneas del “complejo emergente” son un reflejo amplificado del movimiento de los mercados desarrollados.

Cuando los desarrollados suben o bajan, los emergentes hacen lo mismo, pero en forma exagerada. Esta diferente amplitud es la que resulta en un movimiento a contrafase en los respectivos ciclos seculares.

De este modo, la caída del dólar y los mercados desarrollados a partir del año 2018 se ha reflejado en una caída aún más pronunciada en los emergentes. Medidas en dólares,  la proporción de los mercados emergentes respecto de los desarrollados se ha reducido en un quinto desde el año 2018. Es decir, los emergentes han continuado su proceso de convergencia con los mercados desarrollados, iniciado el año 2011.

Por lo tanto, una eventual recaída pronunciada de los mercados desarrollados probablemente se traducirá en una caída aún mayor de los emergentes.

Medidas en oro, las bolsas emergentes han caído un 5 por ciento en agosto y un 16 por ciento en los últimos 12 meses, mientras las bolsas desarrolladas caían 1 por ciento y 14 por ciento, en los mismos períodos.

El cobre, en los mismos períodos, ha subido en dólares, pero medido en oro, ha caído 1,6 por ciento en agosto y 11 por ciento en 12 meses. Los más afectados han sido el peso y la bolsa chilena que, medidos en oro, han caído un 30 por ciento y un 50 por ciento, en 12 meses, respectivamente.

Vivimos tiempos de gran incertidumbre y mal pronóstico. Puede que el panorama se aclare si continúa la devaluación del dólar respecto del oro. Es la variable que hay que observar con mayor atención.

Como estuvo de moda decir en los años ‘70 de plomo, vamos a ver.

 (*) Una versión extensa, con cuadros, gráficos y enlaces a las fuentes, se puede encontrar en este vínculo.

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