¡Jamás diría que no!

El debate que se ha instalado en torno al proyecto que busca reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales, ha generado diversas reacciones entre expertos e involucrados en el tema, pues mientras algunos señalan que es un cambio necesario para los/as trabajadores/as, otros han manifestado que esta iniciativa es insostenible si se considera la realidad económica de nuestro país.

Como primera impresión, debo admitir que no me parece una mala idea, pues es imprescindible que exista un equilibrio entre el mundo laboral y el mundo familiar, pero creo que como todo proyecto, se deben estudiar paulatinamente  los pro y los contra que tendría esta medida.

Primero que todo, hay que realizar un análisis con respecto a los costos. Si se disminuye la jornada laboral y se mantiene la remuneración del trabajador, se generaría un alza de un 12,5% en el precio de su hora trabajada y sobre esto, debemos considerar el 5% extra que se discute por las leyes sociales. Sin duda estos son gastos que se deben tener en cuenta, pues para una pequeña y mediana empresa no son menores.

Por otro lado, no podemos negar que trabajar menos horas, generará que en ciertas ocasiones se destine mayor tiempo a la familia o a los tiempos de ocio, lo que tendrá un impacto directo en el aumento de la felicidad y por ende, en la productividad al desarrollar nuestras funciones, pues es innegable que un trabajador feliz es un trabajador más productivo.

Es claro que esta medida no podría ser aplicada en todos los ámbitos laborales de nuestro país, pues hay sectores, como el minero, en los que se trabaja por turnos, por lo que creo no sería aplicable esta idea.

De todos modos, y si esta iniciativa llegase a ser aplicada, me preocupa que quienes accedan a este beneficio, finalmente decidan ocupar ese tiempo en otras actividades para aumentar su remuneración, pues el trabajador chileno tiene un alto índice de endeudamiento, por lo que podría destinar estas horas libres en realizar otro trabajo.

El ex presidente uruguayo, Pepe Mujica, hace algún tiempo manifestaba que se debía destinar más tiempo a vivir y menos tiempo a trabajar. “Las personas no trabajan para vivir, trabajan para pagar la cuotita tras cuotita”, sostenía en una de sus conferencias.

Y creo que ese es el cuidado que debemos tener, pues esta iniciativa debe ir más allá del cambio legal, debe ir ligado a la mentalidad del trabajador y del empleador, pues este último, en ocasiones no entiende que hay un mundo fuera de la oficina.

Otro punto que no es ajeno a este debate, es el del desplazamiento hacia nuestros lugares de trabajo, ya que lamentablemente el sistema de transporte ha sido muy cuestionado por su eficiencia, situación que tiene un impacto directo en los trabajadores, ya que en ocasiones, demoran horas en llegar a sus trabajos o en llegar a sus casas. 

Siempre dicen que debemos fijarnos en las “alertas” que nos entrega el mundo laboral para realizar cambios en estas materias, y creo que el aumento de licencias psiquiátricas en 2016 es una de ellas. No es normal este incremento y tampoco está bien que nuestros entornos laborales generen este tiempo de impactos en las personas, sobre todo, si consideramos que pasamos muchas horas en nuestros trabajos.

Pese a que considero que esta propuesta es digna de estudio, creo que si proyectamos esta discusión a unos 10 años más, este tema no tendrá ningún sentido, pues mientras muchos hablan de adaptarse a las normas laborales de los países más desarrollados, en estos ya se está implementando el denominado teletrabajo, mecanismo que en un futuro nos permitirá trabajar desde fuera de la oficina y en el cual prima el cumplimiento de metas y no de horarios.

Gracias a las tecnologías hoy no es necesario estar frente a un computador para desempeñar algunas funciones, pues los dispositivos (celulares, tablets, etc) empleados nos permiten estar conectados permanentemente con nuestros compañeros de labores o nuestras jefaturas.

Como mencioné anteriormente, creo que todos estos cambios deben ser analizados desde diferentes perspectivas, pero no me cabe duda que tendrán un impacto positivo, y les aseguro, que muchos de nosotros veremos mejores caras en la oficina y menos “atletas” que salen corriendo cuando el reloj indica el horario de salida.

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