30 niñas para resignificar el ser infantil

Es simbólico que en esta semana en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), 30 niñas de 5 a 6 años hayan ingresado al nivel de transición del emblemático Liceo Victorino Lastarria en Providencia. 

Es una pequeña avanzada, esperamos sea una generación poco silenciosa, inquieta y juguetona la que ha entrado a un recinto tradicional de varones; punta de lanza de las muchas reivindicaciones que las mujeres en Chile estamos solicitando a la sociedad entera.

Quizás ellas no sepan de la trascendencia de su ingreso o no perciban del todo lo que implica; para empezar pequeños detalles domésticos pero importantes, adaptación de los baños y sobretodo, erradicar comportamientos machistas.

Esta noticia nos recuerda una vez más lo tradicional que es nuestro Chile, sobre todo si se piensa que el primer establecimiento de educación parvularia público, se creó en 1864 en el entonces Departamento de Santiago, y era…mixto, como lo fueron después los “kindergartenes” que se abrieron en colegios privados y en otras “escuelas de párvulos” como se denominaban a fines del siglo XIX.

Definitivamente el decreto Amunátegui firmado el 6 de febrero de 1877 en Viña del Mar por el presidente Pinto y el entonces Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública don Miguel Luis Amunátegui, para autorizar a las mujeres a seguir cursos universitarios, debería haber tenido un anexo que a lo menos dijera “…y a las niñitas menores de 6 años también en todos los establecimientos educacionales”, que en su gran mayoría eran de varones.

Pero no le pidamos tanto a esos tiempos, lo increíble es que han pasado 155 años desde que entraron niñas a los nacientes jardines infantiles y ello no se ha extendido hoy a la totalidad de establecimientos y viceversa, siguiendo los patrones de la sociedad donde estamos todos juntos por lo que debemos aprender a convivir y desarrollarnos con personas diferentes en tantos aspectos.

Esperamos que este ejemplo, aunque sea tardío, movilice a otras comunidades a abrirse a avances sociales tan básicos como éste, el que se suma a los tantos pendientes que tenemos en nuestro país en este ámbito. Pero falta tanto para seguir en este plano del mundo infantil.

Hay que revisar los cuentos, juegos y juguetes con sus estereotipos de visiones de mujeres y de hombres; los colores (esperamos que no siga todo rosa para las niñas y celeste para los varones); las futuras actividades de estudio o laborales a las cuales se predispone a las niñas, siempre más cerradas a lo intelectual o a la actividad física más restringida.

En fin, son tantas las instancias donde vamos formando estas extrañas tendencias de lo que es “de mujeres y de hombres”. 

Nuestras pautas de crianza están llenas de estos prejuicios y estereotipos que cada familia y comunidad educativa debería revisar como parte de la formación de una sociedad chilena más sana y abierta.

Por eso, aplaudamos a estas 30 niñas y sus familias, y todos los que favorecieron esta medida, sin duda es el mejor regalo a este Liceo en sus 107 años de existencia, al cual otro Amunátegui, el entonces Rector de la U. de Chile, Domingo Amunátegui Solar, decidió llamarlo como el  escritor, abogado y político radical, José Victorino Lastarria. 

Recordemos que este ilustre chileno fue un revolucionario de su época, por lo que esperamos que su imagen y ejemplo, siga siendo un estímulo a las demandas del Chile actual.

A las niñas y sus compañeros, que lo pasen muy bien, que jueguen mucho y se asombren de todas las maravillas del mundo actual que esperamos descubran y resignifiquen desde su ser infantil.

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