Aula segura y educación emocional

El proyecto “aula segura”, apoyado en una publicidad (video del carabinero atacado) que no pasa en las aulas sino en la calle, se ha convertido en una prioridad para el gobierno y probablemente muchos otros dirigentes políticos lo respaldarán con entusiasmo. La propuesta es aumentar las penalidades y acelerar los procedimientos para una penalización efectiva.

Por supuesto que hay otros aspectos que deben ser considerados, pero como ha venido pasando por décadas, las soluciones y proyectos educacionales tienen que ver con cualquier cosa menos con educación: instituciones, estructuras, financiamiento, medidas disciplinarias.

Cada vez que se habla de “educación” los interlocutores se quedan en las estadísticas, los rendimientos, las pruebas de medición por niveles (SIMCE, PSU), los temas económicos. A lo más se “habla” de calidad, pero nada se precisa al respecto, excepto proponer aumentar horas de esto y disminuir lo de lo otro. Porque se confunde instrucción con educación y se piensa que la calidad se alcanza mediante la modificación de programas.

Como un rayo de esperanza para algunos, ha aparecido una propuesta de un grupo de profesionales que apunta directamente al tema de la educación y propone una mirada de mediano plazo que soluciona sin violencia ni represión los temas más agudos de violencia.

En una pagina web (​www.relacionesinteligentes.com) aparece la convocatoria a reformar la educación con una mirada integral, entendiendo que el proceso no se agota en lo instruccional, sino que es preciso contribuir a despertar la conciencia de los niños (previamente de los profesores y de los padres) respecto de la dimensión emocional en la relaciones de la persona y la sociedad y de la persona en si misma.

Las emociones (o inteligencia emocional como ellos dicen) es un elemento fundamental del despertar humano y esa experiencia conduce a reconocer en el otro un sujeto digno de respeto, con el cual puedo tener diferentes puntos de vista y opiniones, pero eso no lo desmerece para ser tratado como persona, aunque estuviera equivocado.

Y esa toma de conciencia y ejercicio de la emocionalidad en las diferentes facetas de la vida no solo disminuye significativamente la violencia, sino que ayuda a establecer mecanismos de concordia entre las personas y por lo tanto a desarrollarse armónicamente.

Por eso, este grupo formula proposiciones a la autoridad y a los chilenos, para que los distintos actores de la sociedad se articulen en la reformulación de la educación mediante la integración de mecanismos de desarrollo de la emoción, los que van desde la forma de ejercer la docencia hasta la incorporación de contenidos en las asignaturas.

Nos dicen los autores del documento que este proyecto “nace de la necesidad de asegurar el cumplimiento de los derechos humanos al bienestar personal, a la seguridad social y el acceso al trabajo; a través de una educación de calidad que potencie el desarrollo integral de sus estudiantes, que los dote de herramientas para hacer frente a desafíos y problemáticas socioemocionales, académicas y laborales que enfrentan y deberán enfrentar a lo largo de su vida, favoreciendo con ello el que logren integrarse a la sociedad de manera positiva y constructiva”.

La propuesta parte de abundante evidencia que ​los alumnos emocionalmente inteligentes poseen mejores niveles de ajuste psicológico y bienestar emocional; presentan un mayor calidad y cantidad de redes interpersonales y de apoyo social; son menos propensos a comportamientos disruptivos, agresivos o violentos; se enfrentan mejor a las situaciones de estrés por lo que pueden llegar a obtener un mayor rendimiento escolar; consumen menor cantidad de sustancias adictivas y presentan menos síntomas de ansiedad y depresión.

Evidentemente esto requiere de la formación de profesores y de los padres, por lo que las medidas no se bastan con un decreto, sino que requieren de un proceso en el cual todos nos vayamos comprometiendo, sin vacilaciones ni renuncios.

Centrar la seguridad en la represión, solo incrementa los resentimientos y es cuna de violencias crecientes.

La educación integral e integradora abre las perspectivas de avanzar hacia una nueva educación.

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