Educación e instrucción, un dilema constituyente para Chile

Las personas de la tercera edad recuerdan los años en que los liceos y colegios, con profesores(as) salidos de las escuelas Normales y Universidades (antes de los ochenta), educaban a los alumnos y alumnas de forma integral; era un tiempo en que la educación de niños y jóvenes apoyaba la labor esencial de los padres: su papel formador, preparándolos para su desenvolvimiento en la sociedad

Mientras los estudiantes avanzaban en sus años, creaban las condiciones necesarias de ambiente en que se desarrollaría su vida y ésta comenzaba con las bases de la educación.

Este proceso se concreta otorgando una serie de habilidades y valores, desarrollando cambios intelectuales, emocionales y sociales en el individuo,  una educación que fomenta el proceso de estructuración del pensamiento y de las formas de expresión,  aportando en la maduración sensorio-motor,  estimulando la integración y la convivencia grupal, fortaleciendo al estudiante en la sociedad donde se desenvuelve, para alcanzar las formas asociativas necesarias de vivir socialmente en comunidad, respetando la cultura y sus valores.

Por tanto, la educación no sólo se ve como una posibilidad de movilidad social, sino como la formación de un sujeto transformador de su comunidad y su contexto.

Como señala Roberto Maturana, Premio Nacional de Cienciasla tarea de la educación es hacer un espacio de convivencia para que se transformen en adultos que se respetan mutuamente, en ciudadanos éticos”.

 

Otro concepto relacionado con el de educación, pero complementario es el de Instrucción, que se ha definido como un conjunto de reglas y advertencias adoptadas para alcanzar un fin. “Las reglas, normas y procedimiento para hacer funcionar un proceso para alcanzar un producto, se conocen como instrucciones”.  Es una secuencia donde un ciudadano o grupo va adquiriendo los conocimientos en un campo determinado, particularmente aquellas orientadas a desarrollar destrezas para operar laboralmente. No cabe duda que educación e instrucción están fuertemente relacionadas, pero no son sinónimos y tampoco se pueden confundir en el proceso educativo nacional.

Como señala el educador Claudio Naranjo,“en la actualidad se habla de educación de calidad, poniéndose el acento en las calificaciones escolares, pero se deja al margen tal vez lo más importante y que está constituido por los valores humanos. Con esto estamos generando una ridícula definición de calidad porque pasamos por alto estos valores.Hoy la educación es sólo para pasar exámenes, que sirva al mercado de trabajo”. 

La Constitución Política de 1980, en su artículo 10 señala que “la educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de su vida.  Los padres tienen el derecho preferente y el deber de educar a sus hijos. Corresponderá al Estado otorgar especial protección al ejercicio de este derecho. Corresponderá al Estado, asimismo, fomentar el desarrollo de la educación en todos sus niveles; estimular la investigación científica y tecnológica, la creación artística y la protección e incremento del patrimonio cultural de la Nación.Es deber de la comunidad contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de la educación”.

El Programa actual de gobierno, señala como un objetivo  “mejorar la calidad de la educación, con inclusión y sin discriminación”, pero no se explicita el contenido de la educación para el cambio, para que la acción de la educación genere los cinco principios que ha otorgado la UNESCO:  un mecanismo para aprender; para hacer y lograr productos; para vivir en sociedad; para aprender a ser como individuo y  transformarse tanto uno mismo como en la sociedad”.

Sin embargo, se sigue adelante sin definir la complementariedad de educación e instrucción y se confunde al entender a la educación como el aprendizaje de instrumentos para el trabajo, de procesos para generar productos; ambos procesos son complementarios como señala la UNESCO, para hacer un país donde su gente, conozca, sepa hacer, comparta viviendo juntos, se adapte al entorno e impulse sus propias transformaciones y de la sociedad. 

Este punto es urgente de considerar al momento de discutir e incorporar el nuevo artículo 10 de la Constitución.  Así por ejemplo, las Constituciones Políticas en América Latina señalan en forma más explícita el rol de la educación.

La Constitución de Perú apunta que “la educación promueve el conocimiento, el aprendizaje y la práctica de las humanidades, la ciencia, la técnica, las artes, la educación física y el deporte. Prepara para la vida y el trabajo y fomenta la solidaridad”.

Y la de Ecuador, “la educación, inspirada en principios éticos, pluralistas, democráticos, humanistas y científicos, promoverá el respeto a los derechos humanos, desarrollará un pensamiento crítico, fomentará el civismo; proporcionará destrezas para la eficiencia en el trabajo y la producción; estimulará la creatividad y el pleno desarrollo de la personalidad y las especiales habilidades de cada persona; impulsará la interculturalidad, la solidaridad y la paz”.

Más explícita resulta la de Colombia, “la educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura”, mientras que la  Constitución de Brasil plantea que, “la educación, derecho de todos y deber del Estado y de la familia, será promovida e incentivada con la colaboración de la sociedad, tendiendo al pleno desarrollo de la persona, a su preparación para el ejercicio de la ciudadanía y a su cualificación para el trabajo.”

¿Qué participación tiene el Estado en la Educación para sus ciudadanos, es un derecho o es sólo de los padres?

¿Será una educación para el trabajo o para la sociedad? un tema a analizar y el gran desafío para el proceso Constituyente que se desarrolla en estos días en nuestro país.

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