Gratuidad ¡cuán cara cuestas!

Se empeñan los neo-mayoristas,  con algunos desgranes de su choclo, en insistir por la gratuidad para el sistema universitario de las Universidades del Consejo de Rectores (CRUCH) y no en todas ¡Qué raro! ¿Por qué no fue para las Universidades del Estado de Chile (CUECH)? Nadie habría reclamado, porque estas universidades tienen un férreo control del Estado o digámoslo mejor del pueblo de Chile, o mejor aún de todos los chilenos.

Si el Estado pone la plata, el Estado pone la música (control) ¿Por qué de nuevo este ataque violento contra el Estado y por ende contra todos los chilenos? ¿Por qué el Gobierno y los neo-mayoristas no quieren definir las cosas? El Estado para el Estado, el privado para el privado y se acabarían casi todos los problemas. No, se quiere una mezcla vomitiva de chicha, limonada, sal, azúcar, aceite y vinagre.

Parece ser que los intereses de los consorcios educacionales con ramificaciones en los partidos políticos y en el Parlamento están jugando algún rol. Conflicto de intereses que inhabilitaría para discutir proyectos de educación a quienes tienen acciones u otras vinculaciones con las empresas educacionales. Vayamos al fondo.

Los modelos incompatibles que se enfrentan son claros.

1)  El modelo educacional mercantil neoliberal (educación bien de consumo: ninguna acción educacional si no hay ganancia monetaria).

2) La educación como derecho igualitario (y gratuito) para todos, que podríamos englobar (muy dificultosamente) en un modelo socialdemócrata (el Estado benefactor o protector). Así el modelo Neo-mayorista es lo que dijimos ni chicha ni limonada. La bandera de lucha de todos es ¡calidad! de la cual nadie ha hablado, no se sabe qué es, quién la dará, ni cómo va a lograrse. Entonces se pretende que resulte cualquier cosa, pero que sea gratuita.

¿Gratuita? ¿Quién paga la electricidad, el agua, el gas, los arriendos, los docentes, los administrativos, los barredores, los laboratorios, los microscopios, los instrumentos de música, el papel higiénico…? El realismo mágico quedó corto.

El mercantilismo neoliberal ha calado hondo, ha borrado el problema real y ha convencido aún a los más izquierdistas que tienen que encarnizarse en el slogan inexistente “educación gratuita”, para ocultar los procesos educacionales, la Carrera Académica, la adjudicación de responsabilidades, los controles, la verdadera calidad, los direccionamientos de los recursos, la optimización de los costos, la elaboración de una política real de educación a corto, mediano y largo plazo, las comunidades involucradas.

La hipocresía es obvia y de nuevo se trata de un ataque artero contra el Estado y el bolsillo de todos los chilenos sin su consentimiento.

La educación gratuita no existe, lo saben muy bien, y cuando concretan saben que están diciendo “educación pagada por y con la plata de todos los chilenos (el Estado)” sin su consentimiento y haciendo uso de las leyes que dejó la Dictadura Militar-Neoliberal direccionadas a la destrucción del Estado, y especialmente de las universidades estatales, de Chile y Técnica del Estado, que es la organización social del bien común de todos los chilenos.

Estas leyes permitieron y permiten al Gobierno meter la mano en el bolsillo, principalmente, de los pobres y la clase media ya que los ricos (todavía) pagan menos impuestos y entregárselos sin más a las empresas, en este caso educacionales, incluso transnacionales. El precio es el que ponen esas empresas no el que el pueblo quiere y decide pagar.

El pre-proyecto presentado por el Gobierno mantiene esa hipocresía. No se atreven a reemplazar gratuita por pagada por el Estado, porque tendrían que justificar inmediatamente como le piden al país el consentimiento para entregarle plata a las privadas siendo que las estatales le saldrían mucho más baratas.

Pero no, se insiste en entregar más dinero a las privadas que a las estatales. El lector dirá ¿cómo, el Estado no paga a las Universidades del Estado? No, los salarios de los académicos de las universidades estatales en su mayor parte (con excepción de algunas universidades de regiones) ¡no los paga el Estado sino el privado a través de los aranceles de estudiantes y de los servicios que estas universidades han tenido que desarrollar para subsistir!

No hay universidades públicas en Chile en el sentido de pago de los salarios gastos basales. Hay una inmoralidad de proporciones peor que las de Penta o Soquimich, al tener a miles de funcionarios del Estado pagados y a mucho menor salario que otros funcionarios del Estado (como médicos o profesionales de los servicios públicos o para qué hablar de los parlamentarios) por el privado y con las condiciones de control de la Contraloría interna y de Jurídica interna de estas universidades.

La maldad es mayor al considerar los sueldos base especialmente de los médicos que trabajamos en las universidades del Estado. Un profesor titular, médico-cirujano, doctor en ciencias, con un pos doctorado en el extranjero, tope en la carrera, 44 horas semanales (horario completo) tiene un sueldo base de $200.000 mensuales.

La forma de destruir o reducir la Universidad de Chile y la Universidad Técnica del Estado ideada por la Dictadura Militar-Neoliberal fue simple:

1) Reemplazar la productividad académica por la optimización de gestión administrativa para la productividad económica.

2) Destruir físicamente la academia por asesinato, exoneración, exilio.

3) Obligar al sistema estatal a autofinanciarse e igualarlo al sistema mercantil de las universidades privadas.

4) Congelar las plantas y con ello destruir la autonomía universitaria.

5) Destruir la carrera académica autorizando por ley a cualquiera universidad para nombrar académico de cualquier nivel.

6) Destruir la presencia nacional de ambas universidades y pasar sus propiedades y sedes a universidades regionales tanto públicas como privadas.

7) Pasar el presupuesto estatal para salarios y funcionamiento básico de las universidades estatales paulatinamente hacia las universidades privadas.

8) No reajustar salarios según el alza del costo de la vida y obligar a las universidades estales a aumentar los aranceles y servicios o morir. Nada se reparó, este asedio continúa para que las privadas se mantengan robándole al Estado.

Si el país sustenta económicamente a sus universidades en forma completa (salario y funcionamiento basal) podemos hacernos cargo no sólo de la educación “gratuita” universitaria del 15% de la población chilena sino que de reconstituir comunidades académicas de creación de cultura universal competitivas a nivel mundial y de las labores extensionales con no más de U$ 1.000.000.000 y no U$ 2.500.000.000 como se pide.

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