Nueva educación pública para derrotar la desigualdad

El pasado domingo 09 de agosto el alcalde de Estación Central, a través de un medio de comunicación de circulación nacional, publicó su visión ideológica contraria a la reforma educacional en lo que respecta a la desmunicipalización. En relación a ello, me parece importante comentar.

En su nota, el alcalde Delgado, habla en nombre de la Asociación de Municipalidades de Chile-AMUCH, organización que cuenta con 45 comunas asociadas y que representa a un 13% del total de los 345 municipios del país, poniendo en el centro el desarrollo de corporaciones de derecho privado o certificaciones estandarizadas por el mercado como las normas ISO entre otros mecanismos que en nada cambia el pésimo estado de la educación administrada por los gobiernos locales.

Por otra parte, no se hace cargo del debate amplio y mayoritario que ha iniciado el país y donde la Asociación Chilena de Municipalidades-AChM (que representa a 318 municipios de Chile), ha realizado un análisis más profundo sobre la necesidad de reforma que requiere el sistema de educación chilena a nivel local y nacional.

Para abordar y proyectar propuestas en temas de interés nacional es requisito sine qua non un diagnóstico objetivo de la realidad sobre la que pretendemos incidir. Si existe algo donde hay una sola opinión, que además es transversal a la sociedad, es la crisis del modelo educacional chileno, impuesto en los años ochenta en condiciones de Dictadura y terrorismo de Estado, amparado en una Constitución espuria, funcional al mercado de capitales y a los intereses foráneos.

Se impone así el Estado Subsidiario que a la luz de los hechos da cuenta de décadas de abandono sistemático de la educación pública y de sus principios, potenciando “la industria educacional” imponiendo categorías económicas por sobre las educativo pedagógicas, instalando por esta vía uno de los sistemas educativos más clasistas del mundo, según la OCDE, con una muy mala calidad de la educación, que nos tiene en los últimos lugares del ranking internacional.

La educación pública cumple una misión nacional. Está al servicio del bien común y el bienestar social y busca ofrecer, en todo el territorio, calidad y oportunidades equivalentes para todos nuestros niños, niñas y jóvenes, sin importar su origen social, lugar de nacimiento o la riqueza de sus padres.

Quienes creemos que la educación pública es un pilar fundamental para derrotar la desigualdad, vemos con impaciencia que quienes defienden la municipalización de la educación impuesta en los años ochenta, evitan reconocer que bajo este formato, la matrícula escolar pública ha venido sistemáticamente cayendo y que existe una pérdida de prestigio, así como una fuga de muchas familias de “clase media”.

Del 2000 a la fecha, la educación municipalizada ha perdido casi 600.000 estudiantes y cerca del 70% de su matrícula corresponde hoy a los dos quintiles más pobres de nuestra población. En nuestra comuna de Estación Central, según datos oficiales, sólo entre 2013 y 2014 perdimos cerca de 279 estudiantes, una proporción (-3,8%) mayor que la nacional en el mismo periodo (-1,6%).

Tal como están las cosas, si lo anterior no se comienza a revertir a la brevedad, el sueño republicano de una educación pública relevante, de excelencia, con capacidad de integrar socialmente a todos y que aporte a disminuir la desigualdad, se verá irremediablemente frustrado.

Sin duda, es preciso que el nuevo modelo de educación pública comprometa a los municipios con su desarrollo; pero, a diferencia de lo que señala el alcalde Delgado, no es el municipio quien debe seguir a cargo.

Chile requiere un sistema capaz de asegurar recursos y estándares de calidad equivalentes en todo el territorio nacional. La nueva educación pública necesita ser administrada por una entidad que tenga la calidad y equidad de la educación como su única responsabilidad.

Una entidad que efectivamente rinda cuenta por ello y que, a diferencia de lo que ocurre hoy, no esté subordinada a los ciclos políticos o a los intereses y prioridades de cada autoridad municipal; que tenga capacidades técnico-pedagógicas de apoyo a sus escuelas y capacidades de gestión y administración eficientes en todo el territorio. El modelo municipal no permite nada de eso y en ello encontramos las principales causas de su actual crisis.

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