¿Omisión o participación? Esa es la cuestión

El sacerdote Jesuita José Aldunate, recibió hace algunos días el Premio Nacional de los Derechos Humanos 2016, entregado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos. El cura Aldunate es un hombre ejemplar que supo liderar en tiempos de la dictadura a jóvenes que tomábamos consciencia de las violaciones de los derechos humanos que se perpetraban, y nos llamó a no quedarnos cruzados de brazos. Pepe, de manera creativa, nos convocaba por medio del Movimiento Sebastián Acevedo a manifestarnos contra la tortura sin importar el credo o pensamiento político de las víctimas.

Hoy soy papá de tres hijos universitarios, y mantengo mi compromiso solidario con las actuales causas de los jóvenes estudiantes, causas que por estar basadas en la búsqueda de la justicia social han logrado la adhesión de la ciudadanía que espera ver materializados estos ideales en un sistema educativo de calidad y equitativo.

Cuando mis hijos estuvieron en la educación secundaria, participé como padre y apoderado en los centros de padres a nivel de curso y a nivel de escuela-colegio, consciente que la labor escolar no solo le corresponde a los profesores y alumnos sino que también a los padres y apoderados.El estamento de los padres no puede ser pasivo.

Es más, debe estar involucrado y hacerse responsable de los procesos y decisiones que se toman en cada escuela o colegio, simplemente porque somos  responsables de nuestros pupilos y tenemos el derecho - deber de velar porque los planes escolares se cumplan y que los derechos de los alumnos se respeten. Pero tenemos también la obligación de ayudar en elcumplimiento de aquellas tareas que nos competen, por eso la necesidad de ser creativos como lo fue el padre Aldunate, quien con métodos pacíficos denunció y exigió cambios a favor de las víctimas y mantuvo vivo el espíritu de protesta para que no fuera solo una expresión particular del momento.

Teniendo en cuenta lo anterior, y frente a los actos de violencia que han manchado las bien inspiradas marchas que los estudiantes han realizado en las últimas semanas, cabe hacerse algunas preguntas.

¿Dónde están los apoderados de aquellos jóvenes?

¿Acaso los fundados reclamos no nos afectan?

¿No tienen un rol que cumplir apoyando las legítimas demandas pero condenando la violencia?  En las tomas de los colegios públicos, emblemas de la expresión republicana, sean sus edificios magníficos o humildes cuando los establecimientos pasan de ser un  espacio de refugio a un espacio de destrucción, donde la agresividad grupal se manifiesta de manera escandalosa, me pregunto si nosotros los padres o apoderados no somos cómplices por pasividad.

¿No nos interesa la situación qué se encuentran los alumnos e hijos cuando están siendo víctimas de “otros u otras” que transforman los buenos anhelos en el impulso por destruir lo que se ha conquistado?

Creo que es los Centros de Padres deben sumarse a la búsqueda de iniciativas constructivas para trabajar por estos anhelos, ocupándose en conjunto con los demás estamentos de cada escuela, colegio o liceo, de manera de inspirar a los jóvenes a combinar sus legítimas aspiraciones y demandas con el asumir los mínimos deberes cívicos que sustentan a una democracia sana.

El Padre Aldunate nos recuerda que la manifestación tiene sentido cuando es pacífica, a cara descubierta y con respeto por nuestros conciudadanos.

Aprendamos de su legado y defendamos sin agresividad lo que la comunidad nos ha dado, ya que es tarea de todos y todas transformar los espacios materiales y espirituales para perfeccionar la vida escolar y académica.

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