PSU, liceos “emblemáticos” y un sistema escolar que apunte a la inclusión

A propósito de la baja en los puntajes PSU que obtuvieron algunos de los llamados “Liceos Emblemáticos”, se levantó una discusión pública en torno hacia si hay que reponer o no la selección académica en dichos colegios. El argumento que subyace a esta defensa de la selección responde a que dichos establecimientos representan el ideal meritocrático y de excelencia de la educación pública.

Por lo mismo, políticos de oposición y del oficialismo han salido a rasgar vestiduras por los puntajes de dichos establecimientos, señalando que es culpa de la Ley de Inclusión la baja en los puntajes. Incluso, la vocera de gobierno señaló que desde el gobierno están disponibles a aumentar la selección para estos liceos.

Sabemos que en el campo político, el sentido de las acciones tiene por objetivo último la obtención/mantención del poder, y que por ende las estrategias para lograr dicho fin muchas veces permiten acciones o discursos que no se condicen con lo que la ciudadanía espera o las sociedades necesitan (que duda cabe, teniendo en cuenta lo que ha pasado en los últimos años).

Pero a pesar de lo anterior, en ciertas ocasiones es necesario establecer ciertos límites cuando dichas estrategias ponen en riesgo ciertos avances que a futuro tienen como fin lograr que las sociedades den pasos a ser más justas y democráticas.

El resultado de los Liceos emblemáticos (y de cualquier establecimiento) nada tiene que ver con la Ley de inclusión, la cual recién se está implementando a nivel general y no ha comenzado aún en estos establecimientos.

Por otro lado, en los últimos días se han levantado un sinnúmero de ejemplos de escuelas que sin seleccionar alumnos y sin financiamiento compartido han logrado excelentes resultados académicos en la PSU. Esto desmiente cualquier argumento que culpa a la ley de inclusión como la culpable, como lo indica el diputado Kast y otros congresistas de oposición.

Pero peor que lo anterior, es ver como varios parlamentarios del oficialismo y miembros del gobierno piden volver a hacer que estos establecimientos puedan seleccionar. Lo que está detrás de esta petición es la nula convicción en la reforma educacional y en los principios, valores y evidencia que la sustenta.

Si queremos avanzar hacia una “escuela justa”, como propone el sociólogo francés François Dubet, es necesario terminar (como lo hace la Ley de Inclusión) con todos los mecanismos que segreguen, discriminen y generen desigualdades.

Desde hace varios años que desde los movimientos sociales, escuelas, políticos, intelectuales, etc. han empujado las reformas para lograr terminar con las políticas de la dictadura y la concertación que ha generado que el sistema escolar sea uno de los más desiguales y segregados del mundo. No perdamos lo avanzado y que tanto ha costado. 

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