De sequía y evitar las puntadas sin hilo

Hemos visto al gobierno recogiendo el guante respecto la necesidad de enfrentar el escenario de escasez hídrica en el país. ¡Ojo! Que lo relevante es que evitemos se trate de soluciones para la contingencia, aisladas y fotogénicas. Esas efectistas que nos hacen olvidar al rato el escenario árido de más de la mitad del país y la imperiosa falta de agua, incluso para el consumo de nuestra comunidad. Como leí por ahí,  se requiere pasar de la actuación a la acción. 

Claro, porque si el Gobierno resalta el “liderazgo” de Chile como organizador de la COP 25, (un título casi nominativo cuya responsabilidad recogemos de rebote), debemos estar a la altura.

Sin embargo, la situación en gran parte de nuestro territorio requiere más que la efervescencia de instancias parlamentarias o gubernamentales que surgen de manera circunstancial, y enhorabuena que así sea. Porque todo suma.

Pero el punto es cuándo veremos resultados. El sentido de la oportunidad en esta emergencia agrícola es vital, con todas sus letras. Es de vida o muerte.

Esta preocupante situación hídrica que vive mi región tiene muchas caras: en la urgencia inmediata, ha significado falta para el consumo humano, muerte de los animales de crianceros, merma en producción agrícola y por ende desempleo, además de la amenaza a la actividad esencial de nuestros sectores rurales, como lo es la agricultura familiar campesina. ¿Cuál fue la respuesta del Estado? la entrega de forraje y fondos distribuidos por INDAP para sectores afectados con una demora inexcusable.  

Otra de las facetas que debemos abordar son las concernientes a medidas que tienen que ver con la institucionalidad vigente y cómo se abarca esta situación que ya lleva diez años de avance.

Se propuso un “Ministerio del Agua”, que no trae consigo una solución adecuada si llevamos casi ocho años tramitando la letra y alcances para adecuar nuestro Código de Aguas.

Discusión entrampada, donde debiera resaltar el principio respecto el apoyo a todas las medidas que se adopten con miras a fortalecer el estatus del agua como un bien nacional de uso público, que incluya modificaciones a favor del medioambiente y contra la especulación. 

En ese sentido concordamos los distintos sectores en mi región que parte del desafío ante la escasez hídrica no se resuelve eliminando el carácter definitivo de los derechos de aguas, sino determinando cómo se puede optimizar la conservación, uso y reutilización del agua.

Porque el consenso se da en la base de que esta urgencia no es sólo la escasez del recurso hídrico (cuya progresión no es imprevista), sino la falta de inversión en infraestructura.

Cae en falta entonces la tercera patita necesaria para enfrentar este escenario: lograr la acción e inversión pública y privada. Desalinizadoras y la concreción de la carretera hídrica es parte de aquello, pero vemos que ahí también hay escollos. Cuando pensamos que ésta sería la fórmula predilecta de un gobierno “técnico” - surgido de especialistas cuya experiencia viene desde el mundo privado - nos encontramos con retrasos que tienen tinte de pecado original. 

Uno de ellos es el retraso del avance de la iniciativa privada respecto la Planta Desaladora de la región de Coquimbo, iniciativa que considera la construcción de una o varias plantas desanilizadoras multipropósitos permitiendo el abastecimiento para consumo humano, agrícola y minería.

Pues bien, MOP y Minagri no conversan al parecer en la calidad de proyecto de Interés Público de la obra, cuyo trámite se encuentra estancado en la dirección de concesiones.     

La cuarta patita que propongo para esta “mesa de soluciones” engloba entonces las soluciones conocidas, pero a las que no se les ha otorgado la continuidad o dedicación suficientes para su efectividad como la construcción de embalses, otras obras de infraestructura para el aprovechamiento del recurso hídrico, o tecnificación del riego agrícola, por ejemplo.

Seguiré siendo majadero en que esta es una crisis anunciada y todos debemos asumir responsabilidad en superar la situación en lo que nos compete, una acción responsable, eficaz y sustentable.

No podemos seguir con anuncios aislados que sólo redundan en la desesperación de los directamente afectados. Esta vez debemos evitar “dar puntada sin hilo”.   

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