Las famosas cajas

Johanna Otte
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Una semana repartiendo cajas llegando hoy a las 157 mil, a un ritmo de 20 mil cajas diarias, yo no entendía por qué se optó por esta medida, hasta que vi las imágenes por televisión.

Hace 10 días leí en twitter un sistema que implementó el padre Berríos en Antofagasta y me pareció genial, imprimió unas libretitas para las cuentas de los fiados en algunos almacenes de barrio que previamente acordó con los vecinos y dueños, con un tope de $60.000 por familia, boleta que la fundación que encabeza pagaría a fin de mes, los beneficiados se comprometen a devolver con acciones en beneficio de la comunidad.

Fabulosa idea pensé, pero por qué no se implementó a nivel de gobierno, es rápido, oportuno, controlado, aplica la libertad de la familia para elegir lo que necesita y lo que no necesita también, de paso impulsa la economía local que es la otra pandemia que estamos sufriendo.

El otro “padre” optó por la fórmula de la canasta, y no entiendo por qué, en esta pandemia el Estado no confía en los ciudadanos, y viceversa, creerá que en vez de comprar porotos van a pedir papas fritas, o cigarros y malgastar lo regalado para llegar en corto tiempo a la misma situación de necesidad.

Pero lo más confuso para mí es que la tendencia política que nos gobierna, en su afán de minimizar el poder del Estado y así, dicen ellos, dar la libertad de elegir a las personas, como manda el neoliberalismo, por un lado se comporta como papá de hijo díscolo, y por el otro, no esgrime la misma convicción para fijar precios a los insumos básicos propios de una pandemia y por un plazo acotado, facilitando así el abuso y la especulación. ¿Será por temor al mercado negro, al acaparamiento o cualquiera de esas pesadillas de antaño?, ¿o será que el señor de los anteojos lo dejó tan amarrado en la constitución que volvemos a la discusión inicial de aprueba o rechaza?

Menos de 20 kilos por poco más de 30 lucas con 17 tipos de productos básicos o alimentos complementarios como los nombran ahora, fueron comprados a los gigantes del abastecimiento, según lo que pude averiguar, Comercial Sudamericana, Distribuidora y Comercializadora Llacolén (Bio-Bío), Supermercado Mayorista Alvi y Aceitera San Fernando cuya orden de compra aún figura como “enviada a proveedor”, completando un total de 450 mil cajas hasta hoy.

El objetivo es que en un mes y saludando al invierno, estén repartidas las 2 millones y medio de cajas prometidas en todo el territorio nacional.

No tengo claro cómo se calculó la duración de esta ayuda, según el Intendente de apellido revolucionario las calorías de la caja alcanzan para dos semanas de alimentación de una familia promedio, lo que para mí es seguro es que los que recibieron esta semana van a necesitar otra mucho antes que terminen de repartirlas todas.

Se suman al costo, el embalaje, transporte, distribución y otro paso de burocracia entregándolas a las municipalidades, las que ya denunciaron recortes en la entrega.

Haciendo gala de la chispeza y creatividad, como chilenos que somos, ya inauguramos las estafas telefónicas que le pusieron precio a la caja, y un chistoso que financió 70 unidades que imprimió su cara en ella, recordándome al Gran Hermano de Orwell.

Según el jovencito de la película a cargo de la billetera esta ayuda significa un total de 100 millones de dólares, que le habrían hecho muy bien a la activación local.

¿Por qué no se implementó la brillante idea del padre Berríos? me pregunté desde mi ignorancia, duda que acabo de despejar luego de ver las noticias, allí estaba claramente el César con dedito para arriba dando la partida a los carros que pelearían la batalla de Santiago.

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