Tormenta de fuego y cómo manejar riesgos futuros

Expertos de la Unión Europea han declarado que la velocidad de la tormenta de fuego de 2017 en Chile no tiene parangón.  La velocidad de avance superó 8.000 ha por hora los días 25 y 26 de enero, mientras las más veloces registradas en Europa han sido de 2.200 Ha por hora.

Chile enfrentó 717 incendios durante 19 días, que arrasaron 470,000 ha. La atmósfera se contaminó con 78 millones de toneladas de CO2, 3,5 veces las toneladas emitidas por todo el parque automotriz de Chile en un año.

En medio de esa catástrofe el país y sus instituciones demostró capacidad y organización, muchos chilenos revelaron su coraje y sacrificio, y recibimos la solidaridad de otros países, 500 brigadistas y equipos. Pero no podemos pretender una vuelta a la normalidad cuando las noticias declinen o desaparezcan.

¿Qué aprender y cómo actuar? Debemos proceder ahora con la mayor responsabilidad, pues los riesgos pueden incrementarse aceleradamente por el cambio climático y podemos sufrir mucho más daño.

Los mismos expertos europeos señalan que los bosques chilenos están siendo afectados por las mayores temperaturas, haciéndolos más vulnerables a incendios. También informan que los países desarrollados y organismos internacionales están analizando con urgencia estos riesgos, alarmados por lo que puede pasar.

Varios han constituido centros y equipos poderosos de análisis, prevención y manejo de riesgos. El gobierno argentino acaba de anunciar la puesta en marcha de un sistema nacional para la gestión integral del riesgo.

Por cierto, nuestra primera tarea es apoyar a las familias afectadas y reconstruir, luego ayudar a pequeños agricultores y empresas, para reforestar, mejorar suelos y levantarse. CONAF y el Consejo Forestal prepararon una buena estrategia forestal para 2030, que ahora debe ser revisada y repensar qué se planta, que nuevos incentivos se otorgan, cuanto expandir los bosques nativos.

Es ciertamente imprescindible despejar las dudas y temores sobre la intencionalidad de los incendios y repensar cómo reducir los cientos de incendios anuales por descuido o con el objeto de “limpiar” terrenos.

Pero superada esa etapa debemos mirar más lejos. No basta con las acciones realizadas por instancias en forma separada. Debemos recoger las experiencias de bomberos, brigadistas nacionales y extranjeros, ONEMI, CONAF, las propuestas de la Fuerzas Armadas, que deberán involucrarse y prepararse para encarar desastres naturales.

Debemos analizar las enseñanzas de los ministerios de Agricultura, Medio Ambiente, Salud, Obras Públicas, Defensa, así como de los municipios, empresas forestales y la comunidad. El encargado presidencial de la reconstrucción podrá proveer también mucha información.

¿Cuál debe ser nuestro programa nacional para reducir riesgos?  Necesitamos fortalecer la capacidad de estudio y anticipación del cambio climático, planificar qué nuevas obras públicas llevar a cabo, embalses, tranques, para disponer de agua; normas nuevas para cortafuegos entre terrenos forestados y entre bosques y pueblos.

Se ha informado que en los días de incendio se construyeron 450 Km de cortafuegos. El país deberá precisar qué equipamiento aéreo se requerirá, aviones y helicópteros. También será preciso rediseñar la institucionalidad, crear el Servicio Nacional Forestal, aprobar la nueva ley de ONEMI, promulgar nuevas normas y dictar cursos a la comunidad y en escuelas. Es imprescindible conformar un sistema de Manejo de Riesgos de Desastres Naturales, para ello contamos con equipos de calidad en los ministerios, universidades, expertos, ONG y apoyo internacional para asumir esta prioridad.

Chile será golpeado nuevamente como no lo ha sido en toda su historia, sean terremotos, tsunamis, aluviones, erupciones volcánicas, sequías, incendios gigantes en medio de cambios pluviómetros y de temperatura. Y no debemos olvidar que el sector silvícola es fundamental para la economía chilena, la madera ampliará su uso en construcciones, como material reciclable, los árboles nos ayudarán a cumplir las metas de reducción de CO2 comprometidas en la Agenda 2030, y al turismo atraído por las bellezas naturales.

Transformemos estos nuevos riesgos en una nueva fortaleza. Apelo al gobierno para que constituya un equipo que comience la preparación de una visión integral, un plan maestro estratégico que oriente y ensamble las acciones de todos los organismos públicos y organizaciones de la sociedad civil. 

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