Algunas claves para entender lo de Bélgica

Los medios de prensa en distintas latitudes ya han cubierto generosamente los pormenores de los atentados que han sido reivindicados por el Estado Islámico en Bruselas.  Lo que no deja de llamar la atención, es la aparente sorpresa que existe en occidente, a pesar de la serie de antecedentes que ya existían en Bélgica - incluso desde hace más de un año - cuando se descubrieron células con nexos al islamismo radical.

Recordemos que cuando el mundo se horrorizó por los atentados en Francia, las investigaciones posteriores apuntaron a que los hermanos Kouachi (los atacantes en Charlie Hebdo), se surtieron de un arsenal que tuvo como punto de intercambio, la estación de tren de Midi en Bruselas.

El reciente atentado en Bélgica - como ya se ha resaltado en algunos medios - se dio a cuatro días de la captura en Bruselas de Salah Abdeslam, el principal sospechoso de los atentados que dejaron 130 muertos en París, el pasado mes de noviembre. Desde diciembre del año pasado la policía belga venía siguiendo el rastro de Abdeslam, quien aparentemente desde su vivienda en la localidad de Schaerbeek, confeccionó a mano al menos otros tres cinturones de explosivos que fueron allanados por los servicios de seguridad.

Bélgica también fue escenario de una redada antiterrorista en Forest, al oeste de Bruselas, que se dio hace sólo siete días atrás, donde murió un sospechoso de terrorismo y cuatro policías belgas fueron heridos. La intención de los servicios de seguridad era dar con el paradero de Abdeslam, quien como dijimos, fue capturado unos días más tarde.

Podríamos dar otros antecedentes, pero a la luz de lo ya expuesto, podemos afirmar que Bélgica ya venía dando señales que algo se iba a materializar. Ya sea en la propia Bélgica, o en algún país europeo, que como en el caso de Francia, Bruselas podría ser la vía de ingreso de sospechosos o de armamento. No por casualidad, casi en el mismo momento que se dio el atentado en Bélgica, Francia cerró sus fronteras con aquél país.

Es probable que esta situación en el corto plazo despierte dos escenarios. Primero, la intensificación del debate por la situación en Siria, que en Europa parece ser vista como la causa de los males a la seguridad del viejo continente. Las conversaciones de paz, y los llamados en algunos países europeos que apuntan a que una transición política en el país árabe traería mayor seguridad a la región, es algo que los decisores políticos europeos tienen serias dificultades en poder demostrar, especialmente cuando la experiencia libia apunta en la dirección totalmente contraria.

Segundo, el despertar del sentimiento anti-inmigración, que desde hace meses se ha cristalizado a un paso lento, pero sostenido en diversos de Europa.

La oleada de refugiados, alimentada con la crisis humanitaria que fue representada gráficamente con la foto del menor, Aylan Kurdi (quien murió ahogado en la playa turca de Ali Hoca) trajo un éxodo de refugiados de diversos países del Oriente Medio, los que probablemente se verán expuestos a mayores acosos por los movimientos de extrema derecha.

Al igual que como ocurrió en enero y noviembre del 2015, Europa nuevamente cerrará sus fronteras temporalmente, donde los niveles de seguridad se elevarán al máximo, y el asedio a los inmigrantes, también.

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