El incalculable valor de la democracia

A principios de abril se celebró en Israel una nueva elección. El hecho podría no ser relevante sino se tratara de la única democracia de Medio Oriente, del único país de la zona que ha tenido gobiernos elegidos democráticamente en sus 71 años de historia, y del único país de ese lado del mundo, donde todos sus ciudadanos pueden votar sin ningún tipo de distinción.

Musulmanes, árabes, palestinos residentes, drusos, bahais, cristianos, judíos y mormones, eligieron quien quería que los gobernara por los próximos años. Cualquier persona con ciudadanía israelí - independiente de su origen - y mayor de 18 años podía votar, incluso aquellos que estaban en prisión, no existiendo distinción de grupo étnico ni de creencia religiosa.

Es destacable la existencia de esta democracia, en medio de una de las zonas más convulsionadas del globo. Todos los ciudadanos israelíes, que quieran participar del evento democrático sin distinción, tienen exactamente los mismos derechos individuales, votan en las mismas elecciones, están sujetos a las mismas leyes.

Los resultados del proceso también arrojaron hechos destacables, donde fue electa por primera vez una mujer drusa para ocupar un asiento en el Knesset (Parlamento), la joven Gadeer Mreeh, y también se sumaron, una vez más, parlamentarios árabes. 

Como en todo país, los ciudadanos de manera individual eligen sus propias opciones, y muchas veces en un porcentaje no menor, los ciudadanos israelíes árabes, votan libremente incluso por candidatos judíos si estos los representan. Ejemplo de una sociedad abierta, pluralista, democrática, tolerante y diversa.

También por primera vez las personas ciegas o con discapacidad visual pudieron votar, sin ningún tipo de ayuda, gracias a un dispositivo de visión artificial desarrollado localmente y probado con total éxito en esta elección, permitiendo que los votantes ejercieran su derecho democrático, preservando el derecho al voto secreto, ejemplo de inclusión.

El día de la elección se vieron imágenes de jóvenes, mujeres, niños acompañando a sus padres, abuelos, mujeres con burka, árabes, musulmanes, monjas, curas con sus atuendos clásicos, drusos, ortodoxos, seculares, laicos, y la más amplia diversidad de la sociedad a votar, demostrando que el derecho a ejercer una participación democrática, está garantizado en el Estado de Israel.

Más allá del resultado electoral, lo que pasa en Israel es una manifestación profunda de que en Medio Oriente sí puede existir la democracia, y no cualquier tipo de democracia, sino una fuerte, robusta, participativa e inclusiva.

Por eso, no deja de ser sorprendente cuando se acusa al Estado de Israel de Apartheid; en este punto es importante hacer historia. Apartheid, fue el sistema de segregación racial en Sudáfrica en vigor hasta 1992, que consistió en la cruel segregación, creando lugares separados, tanto habitacionales como de estudio o de recreo, exclusivos para personas de raza blanca.

Sólo ellos podían votar, ejercer sus derechos ciudadanos, establecer negocios y un largo etcétera. En definitiva, restricciones abrumadoras para quienes vivían en la misma tierra. En Israel todos sus ciudadanos tienen igualdad de oportunidades, todo ciudadano israelí que viva en el Estado de Israel tiene la misma posibilidad, sin distinción, sin sesgos, sin exclusiones.

Por ende, es legítimo preguntarse dónde está presente el Apartheid que tan constantemente se utiliza para acusar al Estado de Israel. Muchos critican que los millones de palestinos que viven en Gaza y Cisjordania no tienen la posibilidad de votar en elecciones abiertas y democráticas, pero es porque no son ciudadanos israelíes, y las autoridades que los representan y a quienes podrían votar, no han llamado a elecciones en más de una década.

Los palestinos no acuden a las urnas para elegir presidente desde 2005 y no han votado a sus diputados desde 2006, entronizándose las autoridades en el poder. Lamentablemente la comunidad internacional, se ha vuelto indiferente ante la ausencia de democracia en Gaza y Cisjordania, y ante una Palestina sin igualdad de derechos.

¿Dónde está entonces la discriminación? ¿En Israel donde todos sus connacionales pueden votar de manera libre, o en Palestina donde no hay derecho de participación de sus ciudadanos?

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