Haití sin gobierno haitiano

Ismael Llona
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Martelly, el último de los Duvalier

El Presidente de los mil nombres (Michel Martelly, Sweet Micky y últimamente Tet Kalé, el Cabeza Calva o simplemente El Pelado) está prácticamente huyendo hoy de Haití, dejando al país en la peor de las situaciones.

Fue Presidente del país en los últimos cinco años, intentó dejar “a la mala”, tergiversando el resultado de las elecciones, a uno de los suyos a su salida, pero no pudo porque la oposición, la movilización del pueblo en las calles y la actitud de la Iglesia Católica se lo impidieron. Ahora Haití ha caído en la crisis política mayor desde la salida de los Duvalier.

Desde la caída de Baby Doc, hace 30 años, nunca en Haití se había dado que un Presidente electo no cumpliera con realizar elecciones mínimamente justas y dejara como herencia un vacío de poder que incluso podría ser llenado con el fin de la aparente independencia (alcanzada hace 211 años) y la formalización de un nuevo protectorado de la ONU, el primero de América después que EEUU se apoderó de Puerto Rico hace ya 117 años.

Tet Kalé, el Presidente pos brutal terremoto, no pudo (o no quiso porque así se lo dictaron) dejar heredero, y volverá a su mansión de Palm Beach, en La Florida, con más dinero y más publicidad que antes en su vida de cantante de konpá, con un país igual de pobre pero más anarquizado y desigual que nunca y con un puñado creciente de asesinatos políticos.

¿Qué destacó en el gobierno de Tet Kalé?

Que volvieron a robar sin tasa ni medida. Esta vez sus compinches y los antiguos duvalieristas.

Que fue un gobernante de extrema derecha en un país que no los tuvo desde la salida de Baby Doc. Que fue un Presidente que le abrió las puertas del gobierno a los ex duvalieristas y ex militares del Ejército (muchos dedicados al narcotráfico) que no pudieron gobernar en los dos gobiernos de Aristide y en los dos gobiernos de René Preval.

Que fue un creador del Partido de los Pelados (Le Parti Tet Kalé), con el que “gobernó” los cinco años, corroborando que la repetición de la tragedia (duvalierista) se da pero con apariencia de comedia.

Gobernó buena parte de su estadía en base a decretos, retrotrayendo la historia y bajo su mandato murió tranquilo y en su cama de Port au Prince, Baby Doc, uno de los criminales más destacados del siglo XX, sin recibir, por cierto, algo que se pareciera a un juicio de verdad.

Que fue el primer hombre de los EEUU después de los Duvalier desde hace 30 años. Antes de ganar las elecciones pos terremoto, vivía y vendía sus discos en EEUU y visitaba Haití en época de carnavales, para cantar bien (eso hacía) y rebajar aún más la gran fiesta del inmenso lumpen haitiano, vistiéndose él con pañales y mostrando el culo a los enfiestados.

Como Presidente rompió todos los records de crecimiento: duplicó las fiestas organizando ocho carnavales nacionales, cuando aún viven en la capital unas 200 mil personas en las calles, pedigüeños, con una u otra carpa para dormir a cualquier hora.

La economía del país y su seguridad las manejó directa o indirectamente EEUU, que siempre apoyó al ridículo Presidente. Clinton, el mismo, presidió la Reconstrucción, es decir, la Economía, en el mandato de Tet Kalé.

El entonces secretario privado de Clinton, el haitiano Gary Conille, fue el primer Primer Ministro de Tet Kalé, esto es el primer Jefe de Gobierno haitiano bajo el mando del Jefe de Estado, Michel Martelly. Coincidencia: en EEUU la Secretaría de Estado estaba en manos de la señora de Clinton.

Cuando EEUU consideró, después del terremoto, que las fuerzas de la ONU (integradas también por Chile) no le daban suficiente garantía, envió a Haití una clara invasión propia que se apoderó de sus  decisivas aduanas, sus aeropuertos y el terreno en que se alzaban las ruinas del blanco Palacio Nacional, para decir y propagandear (sin crítica internacional alguna), “Here I am “, “Aquí estoy yo”: yo aseguro en tierra ajena la seguridad de mis conciudadanos, yo aseguro que no haya una estampida de “boat peoples” hacia nuestras costas, y yo restablezco las normales vías de tránsito para todas las mercaderías que pasan por Haití y que nos interesan como política de Estado. Yo mando aquí.

Cuando huyó Baby Doc hace 30 años, el pueblo haitiano gritó en las calles “Haití Libérée”.

Hoy debería gritarlo de nuevo y no cansarse de hacerlo porque nunca estuvo tan claro que querrán imponerle la instalación del protectorado. No pocos políticos latinoamericanos “sensatos” (entre ellos varios chilenos) han repetido, por lo demás, en los últimos años, que Haití es hoy un país mutilado por sí mismo, que antes de su cacareada independencia en 1804 Haití era el país del mundo con más alto “per cápita” (y véanlo como está ahora dicen), que el fin de la esclavitud duró muy poco y que Haití es el ejemplo mundial del “Estado fallido”.

No importa que en el planeta haya una treintena de países con menos desarrollo y más miseria que Haití, que no son declarados “fallidos”.

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