La intervención norteamericana en Afganistán

El colapso institucional y militar afgano frente al avance de los talibanes constituye un fracaso de la Política Exterior de EE. UU. y afecta también la credibilidad de la OTAN y a todo el mundo de Occidente. No existió una estrategia para asegurar una salida ordenada.

La fuga del presidente Ashraf Ghani agravó un caótico desenlace y afectó la moral de las fuerzas afganas que no tuvieron la convicción, ni la fuerza moral de enfrentar la invasión talibán y se rindieron en la mayoría de las provincias, incluyendo a Kabul, sin resistencia, abandonando sus equipos y armamentos. Las escenas de desesperación de cientos de personas invadiendo la pista del aeropuerto en Kabul, a fin de huir del país, hacen recordar la caída de Saigón en 1975 y la caótica retirada norteamericana y el triunfo consiguiente del Viet Cong.

Los intentos americanos de establecer la democracia en países que no la conocen y que tienen otra cosmovisión cultural ancestral y religiosa diversa han resultado un manifiesto error y no cabe su análisis bajo el prisma de los valores y principios de la civilización occidental. EE.UU. intentó vanamente establecer una institucionalidad pública y una suerte de Estado, con elecciones periódicas que fueron denunciadas por corrupción electoral y reducida participación, en un país que vive todavía la estructura primitiva de la sociedad tribal, dividida en clanes y etnias mayoritariamente, pastúnes y baluchis, con sus normas de justicia coránica que regulan la vida temporal y religiosa.

La invasión a Afganistán se prolongó por 20 años desde el atentado a las Torres Gemelas en 2001 Las FF.AA. y con el fin de destruir las células terroristas de Al Qaeda cobijadas por el gobierno talibán. Los norteamericanos entrenaron al ejército afgano, con la provisión de moderno armamento y equipos, con un costo US$ 83.000 millones de dólares; 2.448 soldados norteamericanos cayeron en combate, 51.000 talibanes, 66.000 soldados afganos y 47.000 civiles fueron víctimas de la guerra más larga de EE.UU. en su historia y su costo total, ascendió a US$ 2.2 billones de dólares.

Afganistán ha sido un país difícil de dominar. Los ingleses no pudieron invadirla después de tres intentos y debieron finalmente otorgarle su independencia en 1919. Los soviéticos fracasaron en la década de los 80 y después de 10 años se retiraron con humillación, derrota que aceleró la caída de la Unión Soviética. Algunos autores lo han denominado "...el cementerio de los Imperios". Las advertencias del presidente Joe Biden sobre posibles ataques terroristas se cumplieron con tres atentados que causaron la muerte de 170 afganos, incluyendo trece soldados norteamericanos atribuidos a ISIS-K grupo rival de los talibanes. La réplica norteamericana no se hizo esperar con ataques con drones a objetivos yihadistas.

Los líderes afganos han anunciado una amnistía general y a evitar la violencia. Debe descartarse una opción militar a la crisis. Naciones Unidas tiene un rol fundamental para promover la diplomacia e impulsar una solución negociada conforme a los acuerdos de Doha que establecieron un plazo límite para la retirada de las FF.AA. a fin de lograr una transición pacífica en la formación de un nuevo gobierno interino que incluya representación de las diferentes etnias y tribus para la administración del país y enfrentar los desafíos de una grave crisis migratoria y una catástrofe humanitaria y por sobre todo, que respete los Derechos Humanos y las libertades ganadas por las mujeres en las últimas décadas y evitar la imposición estricta de la ley islámica (la sharia) con actos crueles y degradantes que importan una interpretación maniquea y distorsionada del Islam, la segunda religión monoteísta más grande del mundo, después del Cristianismo.

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