Los niños y los mayores, primero

El sombrío presente y el incierto futuro de los países europeos sumidos en una crisis económica que no da marcha atrás, a pesar de las duras medidas de ajuste que se adoptan por instancias de los organismos financieros, va dejando en el camino millones de damnificados a la vez que es más evidente que el soñado Estado de Bienestar se va al garete.

Las cifras mareantes de una recesión que se eterniza resultan inteligibles, repetitivas y cansinas a quienes deben batallar a diario para solventar los gastos mínimos de una familia. Aunque los gobiernos vendan la pomada que lo de apretarse el cinturón es transitorio y que rige para todos, sin excepción, la realidad es bien diferente.

UNICEF España ha dado a conocer un informe demoledor o descorazonador, según se mire, titulado “El impacto de la crisis en los niños”. La filial hispana del organismo vinculado a la ONU no se anda por las ramas. Afirma que ya hay dos millones 200 mil menores en el umbral de la pobreza en España y se ha convertido en el colectivo más vulnerable, superando por primera vez a los mayores de 65 años. En tan solo dos años, 205 mil niños se han sumado a la lista de quienes viven a diario en la escasez.

Este dato refleja el impacto diferencial que ha tenido la crisis en determinados grupos.

Para que se hagan una idea respecto a quienes son considerados pobres en España el referente es un hogar formado por dos adultos y dos menores que no supera ingresos anuales de 16 mil 700 euros. Es decir, unos 10 millones de pesos.

El informe aporta datos preocupantes. Por ejemplo, el número de menores que reside en hogares donde TODOS sus miembros están sin trabajo ha aumentado un 120 por ciento entre 2007 y 2010. Cuando se sumen en el siguiente informe los hogares empobrecidos en 2011 y en lo que va del año la cifra se disparará.

Los responsables de UNICEF España hacen un llamamiento para que el Gobierno central y las comunidades autónomas no recorten presupuestos que afectan directamente a la infancia, especialmente sanidad y educación.

No son pocos los jubilados españoles que han tenido que acoger en sus hogares a sus hijos y nietos tras perder estos sus casas por no poder pagar las hipotecas. También hay abuelos que perdieron su vivienda por avalar al hijo que soñaba con un piso propio. Se dan casos en los que con la pensión de un abuelo, que con suerte llega los mil euros, vive todo el clan familiar.

El dramático final de un jubilado griego - Dimitris Christulas de 77 años - que prefirió el suicidio a la humillación de mendigar tras ver como se esfumaba su pensión por los ajustes no ha sido emulado en España, por fortuna. No obstante, la situación de los mayores pende de un hilo.

El gobierno ha reiterado que no tocará las pensiones y para dar señales de tranquilidad las aumentó en uno por ciento. Pero la subida se ha hecho agua ya que tras el anuncio les subieron los impuestos.

Lo que ha puesto en alerta a los pensionistas españoles es la implantación del copago por medicamentos .Hasta ahora estaban exentos de pagar por los fármacos que les recetaban.Ahora solo se librarán de ello los que tengan la pensión mínima. Aunque las medidas anunciadas aseguran que tras unos meses se reintegrará al jubilado lo que rebase el gasto médico mensual asignado a cada uno, según su renta, los pensionistas no se fían.

Algunos españoles ya se han dado cuenta que el principio de sanidad universal al que se había llegado hace 30 años está a punto de girar hacia la participación de las compañías de seguros. Como en Chile. Es para echarse a temblar.

Y para que tengan una idea de algunos pormenores de la crisis europea que tanto espacio ocupa en los medios añado algunos datos. Comienzo por los países peor parados y que se han visto obligados a ser “rescatados “ o “ponerse la soga al cuello”, que viene a ser más o menos lo mismo.

Grecia, el primer país en caer por el precipicio y hoy principal protagonista del drama, puso entre la espada y la pared a jubilados, con una rebaja del 26 por ciento de las pensiones, mientras que a los empleados públicos el tijeretazo fue del 25 por ciento. A cambio, la Unión Europea y el FMI sacaron de las bóvedas 110 mil millones de euros. Y ya saben, ni por esas los griegos remontan el vuelo sino todo lo contrario.

Irlanda recibió en su momento 85 mil millones de euros de la UE, y en respuesta a esa “generosidad comunitaria” el gobierno puso en marcha un plan de privatizaciones, mandó a su casa a 25 mil funcionarios, elevó el IVA hasta el 23 por ciento y, si fuera poco, se han sacado de la manga nuevos impuestos para cuadrar las cuentas.

Portugal ya lleva cuatro planes de recortes para compensar el rescate de la Unión Europea.Se han bajado las pensiones y los sueldos en un 8 por ciento, se aumentó el IVA, se han aplicado nuevos impuestos, se ha reducido a la mitad la paga extra de Navidad y se han suspendido las obras públicas, entre otras medidas de ajuste.

Italia y España, que han visto las orejas al lobo y no quieren saber nada de rescate, hacen esfuerzos y maniobras in extremis para no seguir los pasos de los socios comunitarios en desgracia. Los planes de ajustes suman y siguen con las consiguientes pérdidas de poder adquisitivo, la marcha atrás en el crecimiento es evidente, y en el caso español, un sistema bancario en serios apuros y seis millones de personas sin trabajo pintan de negro el panorama. Los más optimistas estiman que el repunte económico se producirá a partir del 2014, no antes.

En este mar revuelto de ajustes, obligados por políticas económicas desacertadas, aupados por los especuladores que merodean por las Bolsas del planeta, la población más joven y preparada y los mayores que han dado una vida al desarrollo, a la bonanza de sus países, son los grandes perdedores. Mientras las primeros tiene la posibilidad de buscarse la vida más allá de las fronteras, los viejos se ven acorralados, marginados, condenados a sobrevivir con lo mínimo.

Y los menores, que no saben de hipotecas, primas de riesgo, IVA y de recesión, observan sin entender que el plato de comida merma, que en la escuela los compañeros de otras nacionalidades ya no van a clases porque han tenido que regresar a sus tierras de origen y tampoco comprenden las razones por las que no tendrán el juguete, las zapatillas o la PlayStation que había pedido para una fecha señalada.

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