Los socialistas españoles a la deriva

El espectáculo se ha prolongado  más de la cuenta. Y el final aún está por llegar. El público no acaba de entender el género de la obra que están viendo. ¿Una tragedia griega, un esperpento o un sainete? De lo que no tienen duda es del tema de la representación.

La lucha por el poder.

El Partido Socialista Obrero Español, cuyo logotipo es un puño y una rosa, atraviesa por la más profunda crisis desde que hizo entrada en el escenario de la política de España tras la muerte del dictador Francisco Franco. La comparan con la debacle que vivió el Pasok, en Grecia, hoy sin peso alguno tras años de gloria.

La renuncia de Pedro Sánchez al  cargo de Secretario General del PSOE y su sustitución por una comisión gestora  se puede interpretar como el triunfo de los sectores críticos del partido  frente a un político incapaz de reconocer errores ni derrotas electorales.  

Una conclusión que no comparten los fieles al ya ex líder  que consideran que a partir de ahora se abre la vía para ceder el terreno de la socialdemocracia al conservador Partido Popular y a otros grupos emergentes.

Con la nueva dirección socialista se evitará una tercera convocatoria electoral ya que  el No de Pedro Sánchez a la investidura de Mariano Rajoy  se sustituirá por la abstención lo que dará paso a un nuevo Gobierno de los populares .

Postura defendida por los llamados “barones” del partido y entre los cuales ejerce influencia el ex presidente socialista Felipe González, que en el desenlace de este primer acto del también “reality” o “docudrama”  de acoso y derribo de Sánchez, ha tenido destacada participación.

Sería injusto asignar papeles de malos y buenos en esta representación. Es necesario remontarse a los orígenes de esta crisis  del PSOE.

A los socialistas  se les reconoce un papel fundamental en la transición y consolidación democrática  de España. La alternancia en el poder con la derecha se ha producido sin grandes traumas. El apoyo de la clase media y sectores menos favorecidos ha sido importante. No obstante, a medida que la globalización  se hacía realidad ,el descontento de los sectores más próximos al ideario socialdemócrata fue en aumento. Se priorizaba lo económico, lo liberal, en detrimento de lo colectivo y de lo social.

En este nuevo escenario, los socialistas  han perdido  el apoyo de casi siete millones de votantes , desde  que gobernó Felipe González  hasta hoy. Ni José Luis Rodríguez Zapatero , que llegó al Gobierno  como adalid de los derechos e igualdad sociales , fundamento de la socialdemocracia, frenó  el descontento de los votantes de centro e izquierda.

Con la llegada a la Secretaría General de un joven político, ex jugador de baloncesto, se pensó que los socialistas recuperarían parte del terreno perdido y comenzaría la remontada. Sus ataques al Gobierno de Rajoy por los múltiples casos de corrupción y por los recortes en sectores fundamentales como salud, educación, dependencia o investigación no han logrado reflotar  la nave de la socialdemocracia.

La aparición de nuevas propuestas, Ciudadanos por el centro-derecha, Podemos, por la izquierda, han actuado como reclamo atractivo para esos antiguos votantes socialistas díscolos.

A Pedro Sánchez se le achaca haber abierto nuevas brechas al barco. Que en las pasadas elección haya conseguido 85 escaños, diez menos que en los anteriores comicios, y que hace unos días los socialistas hayan fracasado en las elecciones autonómica de Galicia y en el País Vasco, puso a los críticos del partido para acelera su salida. Lo han logrado

El segundo acto de este espectáculo debería comenzar con la imagen de una rosa destrozada por un puño.

Es la síntesis de alguien que asiste incrédulo a una representación  aún sin acabar.

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