¿Qué es el Obamacare?

En marzo de 2010 durante la presidencia de Barack Obama se hizo oficial en Estados Unidos la Ley de protección de pacientes y asistencia asequible. Esta potente nación es modelo en muchos aspectos, sin embargo tiene un sistema de salud que ha dejado fuera a decenas de millones de personas.

Previo a la reforma de Obama se habían constatado los siguientes hechos: una medicina que no permitía prevenir las enfermedades y que como consecuencia de los avances farmacéuticos aparecieron efectos secundarios letales de algunos medicamentos, lo que llevó a los familiares a dirigir su ira contra los médicos que los recetaron, aumentando las pólizas de seguro que protegen a médicos ante mala praxis, acrecentando el fenómeno de las demandas legales por negligencia médica durante los años 1990 y 2000 hasta colmar los tribunales de juicios con millonarios fallos a favor de las víctimas. Los gastos médicos nacionales se incrementaron como resultante del mayor impulso a la investigación para desarrollar nuevos fármacos.

Asimismo, los estilos de vida poco saludables comenzaron a asentarse en la población, contribuyendo así al desarrollo de una industria farmacéutica con costos fuera del alcance de muchos. La recesión llevó a que unos cincuenta millones de estadounidenses optaran por quedarse sin seguro de salud y los precios por servicios médicos aumentaron.

Así nació esta Ley cuyo objetivo fue reformar el sector del cuidado de la salud, proporcionando seguros médicos asequibles para los estadounidenses y mejorar la calidad de la asistencia médica.

Ahora se exige a la mayoría de los adultos que mantengan una cobertura de salud, arriesgándose en caso contrario a ser penalizados con una multa. Este tipo de exigencia llamada mandato individual, está segmentado según ingreso familiar existiendo créditos fiscales que subvencionan el pago del seguro de salud.

Los existentes Medicaid - el programa de salud para personas de bajos recursos - y Medicare, orientado a adultos mayores enfermos, se ampliaron para incluir a los estadounidenses que estaban por debajo del margen federal de pobreza, o que no podían calificar de otra manera.

La ley prohíbe a las compañías de seguros tener en cuenta condiciones preexistentes o de género, exigiéndoles otorgar cobertura a todos los solicitantes y a ofrecer las mismas tarifas sin importar su estado de salud o sexo.

Además, la ley busca ampliar la cobertura para incluir a 30 millones de estadounidenses no asegurados por la vía de las subvenciones, la expansión de Medicaid y el aumento previsto del número de seguros de salud suscritos con arreglo al llamado mandato individual.

Hoy la propuesta republicana elimina las impopulares multas de la Ley de Obama para las personas que no contratan seguros médicos y los a menudo generosos subsidios para los que contratan seguros. Entre otros cambios, la reforma acabaría con la expansión de Medicaid y recortaría fondos federales en el futuro.

Actualmente, están en discusión a nivel político aspectos principales como la cobertura médica a muchas personas de bajos ingresos, está en riesgo que se les vuelva a permitir a las aseguradoras rechazar a usuarios con preexistencias, la regulación de las drogas podría exagerarse para controlar los costos, Medicaid podría convertirse en una especie de programa de subvención muy administrado. Es difícil saber qué pasará con muchos otros aspectos como la calidad sobre la cantidad o los pagos de Medicare.

Desde Chile podemos observar y aunque nuestro sistema de salud adolece de imperfecciones y carencias, prácticamente toda nuestra población cuenta con aseguramiento de su salud y nuestros indicadores de impacto sanitario superan a los del pueblo estadounidense.

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