Sahara Occidental, ¿separatismo o integridad territorial?

Abdelkader Chaui Ludie
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Argumentos profundos y sólidamente basados en hechos históricos y políticos no faltan, tal vez abundan, cuando se trata de analizar seriamente la situación existente en lo que se denomina comúnmente el Sahara Occidental… pero falsos argumentos también, en definitiva equívocos, que desde el inicio del movimiento militar separatista (“Frente Polisario”) en los principios de los años setenta sirvieron también durante mucho tiempo, y sirven hasta ahora, para aclamar una situación compleja, contradictoria, humanamente desastrosa, que dura ya treinta y cinco años cumplidos… y el caso flagrante, a nuestro parecer, con un discurso tergiversado, de verbo fácil y mítico a la vez, en este caso es la columna del alcalde de la Comuna de Recoleta.

RASD, fetichismo latente

Aludo, de entrada, a la noción de la RASD (“Republica Árabe Saharaui”) que por cierto es miembro del la OUA (Organización de la Unión Africana) desde los comienzos de los ochenta, pero resulta que su existencia “efectiva” pretenciosa y pretendida carece de tres fundamentos de la soberanía.

1. Territorio, porque fue creada y sigue establecida en la localidad argelina de “Tindouf”.

2. Pueblo, porque los 80 mil saharauis establecidos en Tindouf viven en condiciones de secuestrados y, por consiguiente, no puede apreciarse como uno de los atributos del Estado.

3. Poder Ejecutivo, porque en los campamentos de “Tindouf” el elemento soberanía no tiene existencia, en la medida en que el poder está ejercido por una cúpula militar bajo la tutela de Argelia.

Me viene a la mente la postura, tan sabia e irónica a la vez, del aquel entonces Presidente de Guinea y miembro de la Comisión Africana para Examinar el proceso de Referéndum presentado por Naciones Unidas para resolver este diferendo regional, Ahmed Sékou Touré, cuando dijo abiertamente a los presidentes africanos reunidos en la cumbre de “Freetown”: “Si consideráis, Señores presidentes, que hay un Estado en el Sahara, qué sentido pues tendrá la consulta de la población en el Sahara.”

Cabe mencionar que en abril de 2008 el enviado personal del Secretario General de la ONU Sr. Peter Van Walsum concluyó en su informe ante el Consejo de Seguridad que “la independencia del Sahara no es una opción realista”, cuando ya Marruecos un año atrás presentó a las Naciones Unidas la “iniciativa para la negociación de un estatuto de Autonomía de la región del Sahara”, mediante la cual las poblaciones ejercerán su derecho a la autodeterminación gestionando democráticamente sus asuntos.

El plan autonómico recibió  el reconocimiento y la adhesión de numerosos países y autoridades que ven en la iniciativa marroquí una oportunidad para avanzar en la resolución de un expediente estancado desde hace más de treinta  años.

Resulta evidente que el “Polisario” sufre un degenerativo estado de debilitamiento. El número de Estados que reconoce a la fantasmagórica  RASD disminuye cada vez más, y muchos de sus antiguos dirigentes, entre los que se cuenta últimamente  el ex embajador de Marruecos en España, Ahmed Ould Souilem o Fateh Ahmed Ould Mohamed, Fadel Ould Ali Salem, lo han evidenciado con su retorno a la Madre Patria.Se ha contabilizado la llegada de al menos 602 jóvenes fugados de los campos de “Tinduf”, y solo en lo que llevamos de este año son 1300 otros refugiados secuestrados que huyeron de la realidad de la “Hammada” en Argelia.

Polisario, representación y legitimidad

Llego a otro punto clave no menos determinante en la estrategia de incentivar el separatismo y que define, de algún modo, la pretensión incesante de los dirigentes del “Polisario”. Lo que se sabe, y es de una certeza fundada, un 90% de los saharauis que viven en las provincias del sur de Marruecos, es ante todo, una realidad social e histórica del país que se manifiesta, democráticamente, mediante muchos signos y aspectos de representación ligados a la identidad del conjunto de los saharauis que residen en sus tierras ancestrales.

La representación, en este caso, emana de la consciente facultad de los ciudadanos en revelar o exclamar sus deseos, exigencias y manifestaciones, y es en definitiva, un proyecto de vida en el marco de la soberanía marroquí más que una militancia pretendida que condujo al “Polisario” a convertirse en un aparato de propaganda política extravagante para recolectar la ayuda internacional y persistir eternamente en su plan de separatismo.

La autonomía, una solución democrática

En búsqueda de una solución definitiva a un conflicto sumamente complejo, y después de muchas iniciativas impulsadas por la ONU como ha sido el caso, particularmente, de los dos planes propuestos por James Baker en 2004 y 2007, Marruecos remitió a las Naciones Unidas el 11 de abril de 2007 la “iniciativa para la negociación de un estatuto de autonomía de la región del Sahara”.

La elaboración de esta iniciativa constituye un acto audaz, portador de un proyecto de compromiso innovador. Conforme a esta decisión de autonomía, las poblaciones del Sahara ejercerán su derecho a la autodeterminación, gestionando democráticamente, ellas mismas sus asuntos por medio de los órganos legislativo, ejecutivo y judicial, que gocen de atribuciones exclusivas, así como también dispondrán de los recursos financieros necesarios para el desarrollo de la región, en todos los ámbitos, y participarán, activamente, en la vida económica, social y cultural del Reino.

Gracias a la nueva dinámica creada por la propuesta, Marruecos, con su firme voluntad de llegar a una solución tendiente a acabar definitivamente con el sufrimiento de la población saharaui, se ha empeñado en sacar el proceso de negociaciones de la situación de impasse actual. Desde junio 2007, cuatro rondas de negociaciones han sido celebradas en Manhasset en Nueva York, además de una primera reunión informal celebrada en agosto 2009 en Austria, un proceso que ha sido creado gracias a la iniciativa de autonomía con miras a sacar el diferendo del punto muerto en el cual se encontraba.

Conclusión 

Habiendo sido objeto de una triple colonización, francesa en la parte central, española en el Norte y al Sur del país, además de una administración internacional de la ciudad de Tánger, Marruecos tuvo que negociar por etapas la retrocesión de esas diferentes partes de su territorio nacional.

Así pues, la recuperación de la independencia de Marruecos, en 1956, no se ha traducido por la liberación inmediata del conjunto de su territorio nacional. Por consiguiente, la cuestión del Sahara se plantea, para el conjunto del pueblo marroquí, en términos de integridad territorial y de soberanía nacional.

Mientras tanto, surgió el diferendo del Sahara, con la aparición de la pretendida “República Árabe Saharaui RASD”, entidad creada por fines estratégicos atribuidos a la época colonial, al contexto histórico de los años setenta, así como a consideraciones de guerra fría.

Con ocasión de su reunión con el Ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, el viceministro chileno de Asuntos Exteriores declaró el 17 de marzo del 2007 que “el proyecto de autonomía de las provincias del Sur del Reino de Marruecos constituye un paso hacia delante para el arreglo de la cuestión del Sahara”, subrayando a la vez que la posición de Chile con respecto a este conflicto emana de su compromiso de apoyar cualquier esfuerzo que tiende al arreglo pacífico de este conflicto.

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