Vocación democrática

Protestas sociales que terminan con jóvenes muertos, prensa censurada, aislamiento internacional. Fuerte represión contra la ciudadanía y peligrosos intentos por terminar con uno de los poderes del Estado y cerrar el Congreso. ¡Esta descripción, huele mucho a una dictadura!

Esto es lo que pasa en Venezuela en este preciso instante y la situación lejos de parecer más calma, parece deteriorarse día a día. El gobierno de Nicolás Maduro parece que viviera en una realidad paralela, mostrando un país que sólo existe en sus mentes y torciendo evidentes hechos de la realidad, con una propaganda que raya en la vergüenza ajena.

Venezuela es hoy un país que  va directo al precipicio de una dictadura y es necesario intervenir para que su pueblo no sufra las consecuencias que han vivido otras naciones que vivieron el fin de sus democracias. Ese fue nuestro caso en 1973. El atropello a los derechos humanos, el silencio impuesto a la prensa y la destrucción de las instituciones democráticas son claros síntomas de lo que estamos hablando.

Y…¿Qué recibe Chile por apoyar la democracia? Ataques, insultos y una retórica pasada de moda que ya nadie acepta, entiende o tolera.

El canciller Heraldo Muñoz aclaró que la única motivación de nuestro país es apoyar los procesos de diálogo, la estabilidad y la paz social, de la mano de la mantención y cuidado de las instituciones que aseguran la democracia venezolana.

Lo que pasa en el país caribeño  no es sólo una crisis política, no es sólo una oposición que no deja gobernar a Maduro, no es sedición como se ha intentado imponer en la opinión pública. Se trata de una grave crisis social, económica y humanitaria. El hecho de que no haya comida o enseres básicos, explica por sí sola la dimensión de lo que tiene que vivir día a día la gente más sencilla.

Nadie  en su sano juicio, puede llamar a derrocar un gobierno democráticamente elegido, pero tampoco se puede permitir que ese mismo gobierno intente romper la institucionalidad, viole los derechos de las personas o utilice el aparato estatal para torcer la voluntad de las mayorías.

En nefastas épocas pasadas, Chile pasó por esto y se puso de pie. Le dijo NO a una dictadura cruenta, gracias al acuerdo y la conjunción de las fuerzas democráticas. Vale la pena recordar cuánto nos costó volver a contar con un sistema democrático, que pese a sus imperfecciones, ha podido entregar la estabilidad y gobernabilidad necesarias, para lograr un pleno desarrollo como país.

De eso se trata, de vocación democrática.

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