El hombre maltratado

Según citaba la novelista británica George Eliot, “La crueldad, como cualquier otro vicio, no requiere ningún motivo para ser practicada, apenas se da la oportunidad”. La crueldad sólo puede venir del débil y “la sola idea de que una cosa cruel pueda ser útil, es ya de por sí inmoral” (Cicerón 106-43 A.C.).

La Ley de Violencia Intrafamiliar (N° 20.066) establece en su Art. 5º: “Será constitutivo de violencia intrafamiliar todo maltrato que afecte la vida o la integridad física o psíquica de quien tenga o haya tenido la calidad de cónyuge del ofensor o una relación de convivencia con él, o sea pariente por consanguinidad o por afinidad en toda la línea recta o en la colateral hasta el tercer grado inclusive, del ofensor o de su cónyuge o de su actual conviviente”.

Así, la ley no establece diferencias ni da mayor relevancia a un determinado género, especificando no sólo el maltrato físico sino también el psíquico. Por razones de frecuencia y de impacto de las denuncias, esta materia ha estado más radicada en la mujer, atendiéndose más a la violencia ejercida sobre ella.

¿Qué pasa cuando las víctimas son varones? Según algunos datos entregados por la Institución de Prevención del Delito de carabineros, más de 17 mil hombres fueron víctimas de violencia en Chile el año 2014, siendo aún bajo el número de hombres que logra darse cuenta que es una víctima y lo normal es quedarse callado por vergüenza o temor a la burla.

Una probable explicación es que Chile era parte de una sociedad patriarcal donde el hombre estaba encargado de la protección y mantención del hogar, sin embargo, esto ha ido cambiando con los años.

El hecho de que la mujer trabaje fuera del hogar y aporte económicamente - incluso más que el varón - es un factor por el cual éste puede verse disminuido en su autoestima, ya que, tenía como patrón aprendido que el proveedor era él. A ello se agrega que la mujer comienza a tener poder sobre la familia y puede a opacar al hombre, en forma sutil, psicológicamente o incluso con agresiones físicas.

Según cifras manejadas por Carabineros, el tipo de agresión más denunciada por el género masculino es la violencia psicológica con 8.474 casos, violencia con lesiones leves con 8.284 casos y lesiones graves con 492 casos.

En general, las conductas que ejerce el (la) victimario (a) y que llevan a la violencia son: abuso psicológico expresado a través de la intimidación; aislamiento de la pareja de sus cercanos; intento de control de su conducta e incluso destrucción de sus pertenencias; abuso verbal, palabras hirientes o menosprecio; abuso económico, control de los bienes de la pareja, revisando los movimientos bancarios o negándole dinero; abuso físico, golpes, empujones o uso de objetos para golpear; abuso sexual, cualquier acto sexual en contra de la voluntad de la pareja e incluso la negativa permanente de contacto amoroso.

Otra forma de violencia ejercida hacia el hombre se relaciona con la manipulación de los hijos y la restricción de su cuidado, sintiéndose la mujer dueña de ellos como si le pertenecieran por derecho propio. La violencia así se extiende a los propios niños que se sienten “tironeados” por cada cónyuge, cargando con culpabilidad si manifiestan su cariño a uno de ellos. 

En Chile, un número cada vez mayor de hombres tiende a callar ciertas situaciones que ocurren en su relación de pareja.

Silencian por temor, por no querer enfrentarse a las burlas de la sociedad o simplemente porque no se dan cuenta que están siendo violentados por parte de sus mujeres. Algunos de sus testimonios señalan,  “…es muy grande la vergüenza de que tu mujer te pegó frente a los demás;  porque el varón tiene que llevar las riendas de la familia y eso influye que no denuncie; si fuera a denunciar me dejarían preso por leso o como castigo por mentiroso que la mujer me pega y el hombre cuando ama aguanta hasta el final”.

Los hombres también merecen del respeto que le otorga su ingénita dignidad de ser humano integral, en un mundo de desigualdad.

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