Krassnoff, Labbé, Mamo y los otros

El ex agente de la DINA y actual alcalde de la comuna de Providencia Cristián Labbé, miembro de la UDI, ha invitado a rendirle un homenaje en el Club de Providencia al brigadier de Ejército Miguel Krassnoff, quien se encuentra en el penal Cordillera cumpliendo 23 condenas por más de sesenta asesinatos y desapariciones de personas.

Krassnoff, quien según una asesora presidencial “representa simbólicamente a los oficiales y personal subalterno del período 1973-1978”, acumula condenas por 144 años de cárcel por gravísimas violaciones a los derechos humanos.

Entre sus víctimas directas se encuentra el músico y director de teatro Víctor Jara, asesinado en el estadio Chile; Ricardo Troncoso, Sergio Riveros, María Elena González, Elsa Loithner, Hernán Galo, Diana Arón, quien se encontraba embarazada durante su detención y murió víctima de las torturas que Krassnoff le infringió en un arrebato de delirio antisemita, como lo confesó ante la justicia su nefasto brazo derecho Osvaldo Romo.

Los siniestros personajes relacionados con Labbé y Krassnoff –Manuel Contreras, Pedro Espinoza, Osvaldo Romo- son los protagonistas de una historia de violencia homicida que estuvo amparada por el Estado entre los años 1973 y 1989.

Una historia que algunos –nótese el título del libro que se presentará en el homenaje: “Prisionero por servir a Chile”- hasta el día de hoy intentan justificar en nombre de los “altos valores de la patria”.

Para ellos, como ha sido por lo demás siempre en la historia, los crímenes, desapariciones, torturas y otras aberraciones, se justifican en nombre de un bien mayor que nunca se describe de manera concluyente y que, por cierto, no tiene nada que ver con los derechos de las personas, con el valor de la dignidad humana o con el simple respeto al otro.

En ocasiones el bien mayor puede ser Dios, a veces la Patria, otras la Revolución, algunos han dicho la Raza, el hecho es que siempre el ser humano, sus derechos y su dignidad, son sacrificados en el altar de esos supuestos ideales, que muchas veces no son sino excusas para desplegar la crueldad, el mal puro, absoluto y gratuito.

La experiencia del mal en Chile, que encarna Krassnoff y sus colegas –afortunadamente algunos de ellos tras las rejas- no ha dejado de ser actual para nuestro país.

El homenaje planeado por Labbé y al que algún desprolijo asesor estimó justo alabar, revela hasta qué punto la violencia puede estar latente entre nosotros y sobre todo, hasta qué punto muchos en Chile no han aprendido nada de las experiencias dolorosas del pasado reciente.

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