La maldición de Chiguaihue

En los terrenos de la parcela 4 de Chiguaihue, en la localidad de Pidima, en la tensionada comuna de Ercilla, (Araucanía) fue encontrado en las primeras horas de la mañana del martes 6 de agosto, los restos del comunero mapuche de 26 años, Rodrigo Melinao Licán, asesinado por un disparo corto de una escopeta. Las pericias propias de la investigación ordenada por el Fiscal Traipe deberán establecer a qué tipo de armamento corresponde la bala que impactó de frente en el tórax de Melinao acabando con su vida.

Del mismo modo, la investigación deberá responder claramente  a  varias interrogantes .

¿Quiénes son los dueños de la parcela 4? ¿Cuál fue la hora aproximada del deceso?Las pisadas en el lugar del crimen deben indicar si ahí actuaron una, dos o más personas y con qué tipo de desplazamiento.

Se debe responder a la pregunta de si Rodrigo caminaba por el sector en dirección a una meta o fue interceptado por uno o varios sujetos. La verdad debe señalar si fue ejecutado por terceros o si murió como resultado de una refriega, etc. Son muchas preguntas. Y está en juego la credibilidad de la Fiscalía y de la Justicia, aunque el Pueblo Mapuche confía poco en estos poderes.

Ninguna respuesta, sin embargo, atenuará en nada el dolor que aflige hoy a otra familia mapuche y a la nación originaria. Se trata de otra muerte de un indígena que se suma a una larga lista. Y es el primero en el Gobierno actual, aunque no necesariamente como resultado de un enfrentamiento directo con fuerzas policiales.Aunque no sabemos todavía toda la verdad de los hechos.

La localidad de Chiguaihue es maldita. En 1962 fue asesinado ahí Carlos Collío por disparos del entonces dueño del fundo, Ignacio Silva, quien estuvo detenido sólo cuatro días.

En noviembre del 2002 el mayor de carabineros Marco Treuer mata a Alex Lemun. El 12 de agosto del 2009 otro policía mata a Jaime Mendoza Collío y el martes 6 de agosto 2013 se suma el comunero de 26 años Rodrigo Melinao. Todos jóvenes.

Comprenderá el lector que tantas casualidades no son en vano y se convierten en indicadores severos que deben ser tomados en cuenta.

El Gobierno ha reaccionado con extrema cautela y en nada se compara su reacción ante este crimen con la conducta gubernamental observada en los acontecimientos de Vilcún. ¿Doble estándar? Por cierto que sí. Y todo esto es observado con estupor y dolor por el Pueblo Mapuche.

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