La hermana Madre tierra y el hábitat

Esta semana celebramos dos fechas que refuerzan nuestra preocupación por el medioambiente: el Día de San Francisco de Asís, a quien recordamos el 4 de octubre y el Día Mundial del Hábitat. Es particularmente llamativo que ambas fechas estén tan cerca una de otra no solo en lo temporal, sino también porque nos entregan un mensaje común invitándonos a una nueva forma de relacionarnos con la creación, don de Dios para todos los hombres y mujeres.

El Papa Francisco, dedica su Encíclica sobre el Cuidado de la casa común a San Francisco de Asís, comenzando con el canto “Alabado seas, mi Señor” (Laudato Si, mi’ Signore). En ella nos llama a una nueva humanidad, en donde tomemos conciencia de que todo está relacionado y en donde el ser humano dialoga  con todo lo  que está a su alrededor y eso implica también, el espacio donde nos desarrollamos como personas, como familia y como sociedad. 

La encíclica del Papa nos ayuda a tomar conciencia de que  los avances tecnológicos, el progreso económico y científico han llevado al hombre a lograr un dominio impresionante sobre la humanidad, sobre el planeta, pero al mismo tiempo deja al descubierto los estragos que el crecimiento tecnológico ha causado en la naturaleza y en las relaciones humanas, afectando principalmente la calidad de vida de los hermanos más pobres.

Los efectos de esta situación en la realidad humana y social se constatan en la degradación del medio ambiente,  de la vida humana  y de la sociedad en todas sus dimensiones. Frente a esta situación, el Papa nos propone un modelo alternativo, el de una ecología integral.

Francisco nos dice que frente al deterioro de la vida en el planeta debería darse una mirada distinta, un pensamiento, un estilo de vida, una forma de relacionarnos diferente, avanzar en una revolución cultural; aminorar la marcha para mirar la realidad y relacionarnos con ella de una manera nueva, donde el hombre actúe como un administrador responsable de la creación.

Sin la participación creativa,  entusiasta y organizada de las comunidades, de la familia, del barrio, de la población ningún cambio será posible. Es importante que participen los que sufren los problemas y no llevarles una solución envasada. Cuando las comunidades participan y se organizan pueden resolver creativamente los problemas para buscar nuevas salidas a las dificultades  y eso es lo que queremos conmemorar junto a las comunidades que acompañamos como Vicaría en el Día del Hábitat.

“Habitar en…” forma parte del ser humano, y también son parte de esta acción el reconocimiento del espacio, la situación geopolítica y socioeconómica, así como las personas y seres vivos que nos rodean. De esta manera el concepto de hábitat incluye, junto con los factores del “habitar en…”, el conjunto de interacciones que un habitante tiene con otros. De hecho, la principal fuente de vida de un hábitat es la comunidad que lo habita.

Hoy nos hace falta cuidar los lugares comunes, los hitos urbanos que fortalecen nuestro sentido de pertenencia, la sensación de sentirse en casa en la ciudad que compartimos. Es un desafío de nuestra ciudad y nuestros barrios el cuidar nuestro hábitat; superar el ver a los vecinos como extraños, con temor y, por el contrario, sentirnos parte de un nosotros que construimos juntos.

Una figura que nos inspira en el camino de la ecología integral es San Francisco de Asís,  que llama hermano y hermana a los distintos seres, vivos e inanimados de la naturaleza, y por su puesto a la Madre Tierra, respetándolos y cuidándolos más que explotándolos. Con su vida humilde y sencilla, nos muestra la gratitud de acoger el universo, la vida y la naturaleza como un don, regalo de Dios inmerecido, que nos enseña a vernos como parte de una gran red de interacciones, donde el menor de nuestros actos impacta en nuestros hermanos y en nuestro hábitat. 

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