¡Cuidado con los elefantes!

Fuego, piedras, barricadas, gases, pancartas, sangre, rabia, mocos colgando, detenidos, golpizas.Son parte de las escenas que las manifestaciones que se están desarrollando en la Décima región están dejando en estos días; todo a raíz de la crisis desatada con la presencia de la “marea roja” y con los efectos no comprobados - pero bajo profunda sospecha de parte de los habitantes sureños-, de que el vertimiento de toneladas de salmones muertos, afectados por un alga que “florece” con el aumento de la temperatura del mar, contribuyeron a la varazón inédita de sardinas, machas, picorocos, navajuelas, caracoles, etc.

El fenómeno no explosionó de un día para otro. No, se venía incubando hace semanas, casi dos meses, sin embargo, la respuesta y la búsqueda de soluciones sólo se hizo conocida en los últimos días, alcanzando su mayor exposición cuando la zona fue declarada como de catástrofe y se hizo pública la entrega de un bono de 100.000 pesos a 500 familias profundamente afectadas. Pero tal parece que los cálculos de técnicos y profesionales nuevamente fallaron, ya que en lugar de ser recibida con satisfacción, la propuesta resultó en una molestia generalizada, que devino en protestas.

Que los sureños son bravos para defender lo que creen justo tiene varios ejemplos en los últimos años, el más destacado, quizás, el de Aysén en 2012, cuándo la población se unió en torno al Movimiento social por Aysén reclamando mejor salud, sueldo mínimo regionalizado, mejora en las cuotas de captura de pesca y regionalización del agua y recursos mineros entre otras cosas.

También los medios nos mostraron escenas de gran violencia, la llegada de fuerzas especiales y verdaderas batallas campales que terminaron con heridos y detenidos. También la autoridad de la época tuvo como primera respuesta la intransigencia y la voluntad de imponer el orden, pero al final se terminó negociando, se lograron algunos beneficios para la zona y uno de sus dirigentes, Iván Fuentes, fue catapultado desde su dirigencia social al parlamento.

Hoy parece que el criterio se asemeja; se delinean soluciones en una oficina centralista sin dialogar con los involucrados. ¿Cuántas veces se ha dado que en un escritorio se imagina la dimensión de un problema y se determinan arbitrariamente las soluciones, sin considerar la voz y la experiencia de quienes viven una dura, y a veces, traumática realidad?, y cuando la respuesta de éstos es la movilización, nuevamente las Fuerzas Especiales llegan ágilmente a la zona en crisis.

No personalizaré, pero claramente hay vocerías que en lugar de tender puentes, de contribuir al diálogo y a la búsqueda de soluciones, sólo tensionan la situación. La población está muy afectada; lo dijeron sus dirigentes hace semanas y las autoridades locales no fueron capaces de reaccionar a tiempo, de ser proactivos.

Estos compatriotas dependen de la pesca, de la captura de especies no sólo para pagar cuentas, comer, vestirse, sino que además su dieta está compuesta en más de un 40% por estos productos que hoy pondrían sus vidas en peligro. La billetera por esto debe ser generosa, y si se encuentra aproblemada debe buscarse ad infinitum una solución.

Cien mil pesos mensuales, no solucionarán la vida a esos pobladores y, aunque es cierto que la gente pobre o vulnerable, como ahora se insiste en llamarla, hace milagros con poco, también es cierto que todo tiene un límite. Por eso la invitación es a que nuestras autoridades, a nivel local y nacional actúen con criterio, que se pongan en el lugar del otro y así se darán cuenta de que cien mil pesos no solucionan nada; que la invitación es a que piensen en ello cuando gasten esa suma en un almuerzo “de trabajo”.

Ya el pueblo chileno tiene una mochila de rabia y rencor guardada que cada día es más difícil de controlar, y por eso se requiere no sólo ir buscando soluciones de verdad a tanta desigualdad y abuso, sino actuar con criterio, un sentido común muy extraviado en estos tiempos de ¡elefantes en cristalería!

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