¡Necesitamos a Batman!

Jaime Maldonado
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Cuando aparece un villano en Ciudad Gótica, Batman soluciona eficazmente el problema. Basta con llamarlo por medio de un reflector que proyecta el ícono de un murciélago en el cielo.

En pocos minutos aparece en el lugar de los hechos y enfrenta a los delincuentes con gran valentía. No siempre le resulta fácil y recibe varios magullones, pero finalmente logra imponerse propinando un par de coscachos bien dados a los bribonzuelos.

Batman no se detiene a leer sus derechos a los delincuentes. Él, así como nosotros  los lectores de los comics, sabe que son delincuentes. Nunca se cuestiona si hay que hacerlo o no. Entonces simplemente los reduce aplicando artes marciales y un poco de tecnología.

¡Es tan maravilloso ver cómo se hace justicia que me pasaría días enteros viendo las historias de Batman!

Por cierto que, como todo héroe, respeta los derechos fundamentales de los delincuentes, por lo cual nunca los mata ni los tortura; aunque sí, "les saca la mugre" sin asco. Nosotros los lectores, consideramos que eso está muy bien hecho, nos regocija y nos hace sentir el espíritu de la justicia social.

Nunca aparece un fiscal recriminando a Batman por no haber respetado la jurisprudencia o concediéndoles recursos de protección a los criminales, ni nada que se le parezca.

Finalmente y como si fuera poco, el héroe lleva personalmente a los delincuentes a la cárcel.

A ningún policía se le ocurriría citar a Batman para que vaya a declarar al tribunal. Ni siquiera le piden su licencia de conducir,  ni permiso para portar armas de fuego, no le cobran peaje ni estacionamiento y nadie se queja, porque toda la ciudad ha quedado complacida porque se hizo justicia.

De esta manera en Ciudad Gótica, se mantiene a raya a la delincuencia.

En nuestro país, por otra parte, el carabinero de menor rango que intimida a un ladrón -a diferencia de Ciudad Gótica, se enfrenta a toda una estructura social que dice que esto no se puede hacer a la brutanteque ya que el delincuente tiene tantos o más derechos que los ciudadanos (lo que muchas veces sorprende), razón por la cual, los carabineros deben tener enorme cuidado de no ofenderlos, no tocarlos con demasiada fuerza, porque podrían lastimarlos y por ninguna razón el carabinero podrá defenderse como lo hace Batman. En suma, no los pueden mirar muy feo porque podrían pasar, de ser defensores, a ser agresores.

Así también, pronto aparecen los fiscales alegando más por los derechos del delincuente que por la agresión al ciudadano inocente. Los carabineros entonces se quedan paralizados puesto que la cosa pasa a manos de los tribunales.

Las víctimas, los que presenciaron los hechos y los policías, son obligados a presentarse a declarar ante un tribunal que se toma su tiempo, por lo cual los afectados deben dedicarle muchas horas de su vida tratando de cooperar con esta justicia.

El resultado ya lo conocemos, se le llama puerta giratoria.

Esto es lo que golpea tan fuerte al ciudadano común y corriente, al individuo honesto, al padre de familia, al estudiante que se esfuerza por ser más decente en la vida: la brutalidad de la justicia (sin límite ni medida).

No seamos ingenuos, tal vez no haya otra manera de hacerlo. Tal vez Batman sea un héroe tan sublime, que nunca podremos contar con él. Pero tal como están ahora las cosas, ¡vaya que nos ayudaría!

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