2017, desafío de la coalición de centroizquierda

Aposté a que en 2016 lograríamos una mejor aprobación ciudadana, mantendríamos una coalición más cohesionada y con ideas para proyectarse al futuro. No fue así. Es cierto que en 2016 hubo un giro y avances del gobierno: dar por terminada la "obra gruesa", priorizar la productividad, aprobar reformas de probidad e iniciar la gratuidad de la educación. También la coalición mantuvo unidad, en casi todos los casos. Pero fue insuficiente, e iniciamos 2017 con tres debilidades: ausencia de un proyecto progresista sólido de largo plazo, riesgo de dispersión de la coalición y débil gestión de gobierno.

Nuestro país irá siendo más difícil de gobernar. La diversidad social, el individualismo, los intereses corporativos, la ilusión de soluciones inmediatas a problemas complejos, la debilidad del aparato estatal son fenómenos que se acentuarán.

Las tecnologías de la informaciónseguirán transformando velozmente la sociedad y la economía.Vemos como surgen nuevos conceptos de “realidad virtual” y de “posverdad”. El mito y la caricatura sustituyen los datos concretos. Los diálogos serios se reemplazan por intercambios de eslóganes. Predomina la frase mordaz. La sensatez y la reflexión son virtudes que encuentran escaso espacio.

¿Qué hacer en momentos de complejidad e incertidumbre? Aunque suene ingenuo, la prioridad es trabajar por una estrategia de futuro que concite acuerdos sustantivos. Ello requiere de amplia participación para escucharnos y juntos cambiar, en parte, la conversación nacional. 

Los ciudadanos debemos evaluar a cada candidato o candidata por la capacidad de gobernar, la solidez de sus ideas, los equipos humanos, la voluntad de incorporar a las nuevas generaciones. Hay dos formas de encarar ese desafío: la facilista, observar encuestas, como si fueran un oráculo, observar a los candidatos como figuras de espectáculo y dejar que otros se encarguen; y la responsable, elaborar con rigor proyectos y políticas prioritarios para los próximos años.  Disponemos de un tiempo valioso hasta las primarias presidenciales de julio, las primeras legales en la historia de Chile.

La coalición de centroizquierda tiene la obligación política y moral de asumir la responsabilidad. Dejar librado el destino a la duda y a la dispersión es receta de fracaso. Es dejar campo libre a una propuesta de derecha. Los partidos políticos de la Nueva Mayoría debemos buscar entendimiento y evitar ataques y descalificaciones.

Creo primordial un acuerdo entre el PPD y el PS, para luego convenir con la Democracia Cristiana un procedimiento de convergencia y, ojalá, llegar con un precandidato a la primaria de julio. Esta primaria debe ser muy amplia, entre miembros de partido e independientes progresistas.Allí resolveremos quien nos representará, para alinearnos todos tras él o ella. Yo considero que Ricardo Lagos es la persona que de mejor forma puede contribuir a esta tarea.

No sé si ganará, pero sí sé que si no actuamos y nos comprometemos corremos el riesgo de no proponer proyectos serios, ni alcanzar acuerdos, ni articular equipos para triunfar sobre la derecha en noviembre.

Quien gane las primarias de julio tampoco podría gobernar bien después. Y si fuéramos derrotados, no dispondríamos de una coalición de centroizquierda con suficiente solidez para abrir opciones de futuro.

En estos meses tenemos que afirmar las bases de un nuevo proyecto que prosiga las reformas pro igualdad, las corrija y mejore, aborde los pendientes en educación, salud pública y previsión,  y agregue lo nuevo, el cambio  institucional y la transformación productiva.

Será esencial reforzar el aparato público, pues no es posible acometer los nuevos retos con la limitada capacidad actual. 

Una nueva Constitución, infraestructura, agua,digitalización, ciencia y tecnología, inclusión social y sostenibilidad ambiental requieren de mejorías importantes en la gestión del Estado a fin de que asuma un rol activo de conducción, fiscalización y de coordinación entre los sectores público, privado y sociedad civil.

Esta es tarea de los precandidatos, de los partidos y de las organizaciones sociales. Y ¿cuál debiera ser el rol del gobierno? En los próximos 10 meses le cabe mejorar su gestión, focalizar sus prioridades, coordinar y exigir a sus funcionarios el cumplimiento de metas precisas, y mostrar los importantes avances realizados, hoy desdibujados, con resultados concretos.

Y es responsabilidad de todos los chilenos revertir el pesimismo y apuntar más alto. Contamos con la ciudadanía mejor preparada de la historia. Estoy seguro que podemos lograrlo.

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